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Vamos al Capítulo 2, versículo 36, el sermón del Apóstol Pedro, el día de Pentecostés. Dice el Apóstol Pedro:
“… Sepa pues, ciertísimamente toda la casa de Israel que a este que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis le ha hecho Señor y Cristo. Y al oír esto, dice el 37, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: varones hermanos, qué haremos? Y Pedro les dijo: arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo, porque para vosotros es la promesa y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para cuántos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo: sed salvos de esta perversa generación…”
Bendiga el Señor su santa palabra. Como le decimos, estamos haciendo un recorrido cuando podemos del Libro de los Hechos. Ustedes recordarán que la última vez que estuvimos hablando aquí, hablamos del pasaje anterior en el cual vimos, que cuando se manifestó la presencia del Espíritu Santo, cuando cayó el Espíritu Santo sobre esos discípulos que estaban reunidos, ellos comenzaron a profetizar y a hablar en lenguas comprensibles para esos judíos que venían de diferentes países y que estaban allí en Jerusalén precisamente para celebrar el festival del Pentecostés.
Y al ellos ver la conmoción y ver estos discípulos exaltados en el poder del Espíritu Santo y me imagino que ese era un gran festín, estaban embriagados con la presencia del Señor, mucha gente que no tenía experiencia previa con este tipo de manifestaciones, pensaron que estaban borrachos. Y el Apóstol Pedro aprovechó esa oportunidad para aclarar, no, esta gente no está embriagada, esta gente no está borracha, es temprano en la mañana, lo que pasa es que tienen la llenura del Espíritu Santo y entonces Pedro aprovecha y va al libro de Joel, uno de los profetas judíos y les muestra que allí en el libro de Joel, en el Capítulo 2, había una profecía donde decía que en los postreros tiempos Dios derramaría de su espíritu sobre toda carne.
Entonces Pedro les aclara y les dice, eso que profetizó el profeta Joel es lo que ustedes están viendo en este momento. Es el cumplimiento de esa profecía. Y queremos aclarar aquí de nuevo y enfatizarles que esta profecía de Joel es muy profunda porque en realidad es una profecía que se ha cumplido ya dos veces y todavía le falta una tercera vez para cumplirse. La primera vez que se cumplió en el mismo tiempo del profeta Joel, en un tiempo de sequía espiritual, un tiempo de tristeza para el pueblo de Israel, y donde Joel llamó a los judíos en ese tiempo a convocar una solemne asamblea, humillarse, pedir bendición de Dios y que Dios vendría y sanaría la tierra y traería prosperidad y que después de eso derramaría de su espíritu.
Y entonces la segunda vez que se cumplió esa profecía fue precisamente en el tiempo de Pentecostés, cuando Pedro dirigido por el Espíritu Santo, discierne que esa profecía no era solamente para aquel tiempo, sino también para el tiempo en que estaban viviendo, en que Dios ahora estaba derramando de su espíritu en una manera más universal, más abundante, más abarcadora porque antes, como decíamos, los dones del espíritu estaban reservados para los profetas, para los sacerdotes y para los reyes. Pero el Señor había dicho que él derramaría su espíritu sobre toda carne. Y Pedro dice, eso es lo que está pasando aquí.
La tercera vez que se ha de cumplir esa profecía es cuándo? En los últimos tiempos, en los postreros días, como dice Joel. Yo creo que los tiempos que estamos viviendo, donde habrá una gran manifestación de los dones del espíritu. Y quiero enfatizar eso, y re enfatizarlo porque es importante para que nosotros podamos discernir los tiempos que estamos viviendo.
Y el profeta Joel dijo que en esos tiempos también muchos clamarían al Señor. Dice que todos los que clamaren al nombre del Señor serán salvos. Nosotros creemos que va a haber una gran cosecha de almas en los últimos tiempos. Creemos también que, como dice esa misma profecía, el pueblo de Israel, sería reunido de todos los países a donde había sido disperso como lo fue en el año 1948, Israel pasó a ser una nación después de dos mil años de no existir como nación. Y los judíos han estado viniendo de todas partes de la tierra, de la India, en la India se han encontrado judíos perdidos durante siglos y siglos que han reconocido su trasfondo hebreo. En Etiopía, yo cuando estuve la última vez en Jerusalén visité un centro comunitario donde hay etíopes, es una comunidad grandísima que han sido traídos de Etiopía, que habían retenido sus costumbres judías durante siglos. En la China se han encontrado judíos. En África del Sur se han encontrado descendientes de judíos. En la India hay toda una población que ya está casi despareciendo completamente de judíos que trazan su linaje a los tiempos de siglos y siglos atrás. Y esa gente ha estado viniendo. Esa profecía dice que junto con ese derramamiento sería el recogimiento de las naciones.
Y habla también del día de Jehová que es un día de grandes conmociones naturales, manifestaciones sobrenaturales en el cielo y en la tierra, en el mar, que es el gran día de Jehová, y todo esto estaba bullendo ahí en el espíritu del Apóstol Pedro mientras él expresaba este primer sermón bajo la unción del Espíritu Santo.
Entonces, ahora Pedro, después de decir esto, en los versículos anteriores, lleva el evento de Pentecostés hacia la figura de Jesús. En el versículo 32 Pedro dice:
“… a este Jesús resucitó Dios, a ese mismo Jesús que ustedes crucificaron y que lo había entregado, y dice en el versículo 23, … a este entregado por el determinado consejo, y anticipado conocimiento de Dios, ustedes lo prendieron y lo mataron por manos de inicuos, crucificándole. Y ese mismo Jesús que ustedes crucificaron Dios lo ha levantado y lo ha hecho Señor y Dios, Señor y Cristo.
Versículo 36 dice: “… sepa pues ciertísima toda la casa de Israel que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis Dios le ha hecho Señor y Cristo…”
En otras palabras, después de hacer ese recorrido en la Escritura profética, y también va al libro de los Salmos para mostrar que Cristo, ese hombre resucitado del cual hablaba David, en el libro de Salmos, era Jesús también. Y qué interesante que Pedro, una y otra vez va a la Escritura para interpretar lo que está pasando en ese momento de unción pentecostal.
Yo decía esta mañana a los hermanos, que es importante que nosotros conozcamos la Biblia, hermanos, para que cuando vengan momentos en nuestra vida como este, que nosotros podamos acudir a la palabra de Dios para interpretar lo que está pasando en nuestra propia vida. Que importante es que cuando estamos pasando por tiempos de crisis, o momentos de celebración, porque Dios nos ha dado una victoria o cuando hay una oportunidad de hablarle a alguien de la palabra de Dios, que nosotros tengamos dentro de nosotros la palabra porque nos las hayamos memorizado, porque la leamos continuamente, porque estemos familiarizados con esos grandes temas de la Escritura, con los personajes de la Escritura, con los grandes eventos de la Escritura, con los grandes temas de la Escritura y podamos acudir a ellos en los momentos en que necesitamos acudir a ellos.
Pedro en este momento conocía la Escritura y va al libro de Joel, al libro de los Salmos, e ilumina lo que está pasando a la luz de la palabra de Dios. Y también decimos que siempre toda cosa en nuestra vida, toda experiencia sobrenatural, toda palabra profética, tiene que caber dentro de la revelación divina.
Si la palabra de Dios no afirma lo que estamos experimentando y viendo, entonces no es de Dios. Cuántos dicen amén a eso? Están ahí, todavía o el calor ya me los durmió? Están ahí? Están vivos y están ahí, como dice una hermana predicadora? Amén. Es importante, hermanos, que siempre la palabra sea el fundamento de todas las cosas que nosotros hacemos y experimentamos.
Y que a la larga todo apunte hacia Jesús, por eso es que Pedro, después de hablar de lo que ha pasado, gira la predicación hacia Cristo, y dice, esto que nosotros estamos experimentando es porque Dios ha hecho a Cristo Señor y Cristo y le ha dado el poder para manifestar eso que ustedes están viendo.
En otras palabras, es importante también que nosotros dirijamos la mirada de la gente hacia Jesús, porque en él, en Cristo es donde está el poder para transformar las vidas. Y yo creo que el nombre de Jesús tiene un poder extraordinario, la figura de Jesús tiene el poder para romper cadenas. Hay gente que está atada, muchas veces, espiritualmente, y cuando usted les habla de Jesús, del nombre de Jesús aclara su mente, o los confronta de manera que huyen, porque a mucha gente no le gusta conocer el nombre de Jesús porque están endemoniados, están bajo presión demoníaca.
Pero cuando usted habla en nombre de Jesús las aguas se dividen, hay claridad. Y Pedro, dirígela visión de esta gente hacia Jesús, les dice, lo que está pasando aquí es muestra de que Cristo es el Señor, Cristo es el rey.
Y un detalle que me interesó de estos pasajes también, es el hecho de que Pedro no titubea en confrontar a la gente que está predicándole con el hecho de que ellos han pecado, con el hecho de que ellos crucificaron a Cristo.
En el versículo 23 dice que ustedes prendieron y mataron por manos de inicuos a Cristo y lo crucificaron. Y en el versículo 36 dice, sepa pues, toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Es importante, hermanos, que nosotros seamos claros cuando predicamos el Evangelio y que con una gran humildad, y con una gran gracia, incluyéndonos nosotros también como pecadores que somos, le recordemos a la gente también que todos estamos bajo pecado, y que sin Cristo estamos condenados a la condenación eterna.
Hoy en día hay mucha gente que dice que las iglesias no deben hablar de pecado, no deben mencionar ni siquiera la palabra pecado, que hay que hablarle a la gente de cosas lindas y atractivas y resolver sus necesidades y decirles que Dios les ama y que Dios les sana, y que Dios les prospera, pero no les hablemos de que tienen que cambiar su estilo de vida, no les hablemos de que están bajo pecado y que necesitan recibir a Cristo como Señor y salvador.
Y yo creo que eso es cambiar la Escritura. Yo veo siempre que en la palabra de Dios los cristianos, los predicadores sean claros. El Apóstol Pablo en Romanos dice: “… por cuanto todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios…”.
Ahora, que bueno que nosotros nos quedamos allí en decir, no, tu has pecado, sino que también decimos, pero en Cristo Jesús hay perdón de pecados, en Cristo Jesús hay salvación. Siempre acompañe cualquier tipo de señalamiento de pecado con una palabra de sanidad y de bendición y de esperanza. Necesitamos siempre, sí, si abrimos la herida, asegurémonos de poner también ungüento sobre la herida, y ese ungüento es Cristo Jesús. Siempre, nuestra palabra esté sazonada con sal, siempre nuestra predicación emita la gracia y la simpatía de Cristo Jesús.
El modelo para evangelizar a la gente yo lo veo cuando Cristo le predica a la mujer samaritana. Que linda combinación! El Señor le recuerda a la samaritana, sí, tu tienes una vida pecaminosa, has tenido 5 maridos y el que tienes ahora ni siquiera es tu marido también. Pero le dice también que Dios la ama y que tiene un propósito para su vida. Y dice, yo, el que habla contigo, soy el Cristo. Y esa mujer que nadie quería saber de ella, de momento, recibe a Jesús como el enviado de Dios y se va a su aldea y se convierte, yo diría, en la primera evangelista que registra el Nuevo Testamento y trae a su aldea al conocimiento de Cristo. Por qué? Porque el Señor combinó esa claridad, él le dijo, sí, ustedes adoran, los samaritanos adoran a Dios en su lugar pero nosotros los judíos, lo adoramos y conocemos al Padre. Y él aclara, ustedes tienen un culto que no es el verdadero, pero también le dice, pero el que habla contigo, yo soy el verdadero objeto de toda adoración. Y entonces la bendice y ella se va gozosa y así tenemos que hacer nosotros.
Sí, yo creo que a la gente hay que hablarle acerca del pecado, porque el pecado es real, pero también entonces le hablamos acerca de Cristo Jesús en el cual hay misericordia y perdón. Entonces, es interesante, yo creo que cuando nosotros combinamos, hermanos, ese balance de una llamada al arrepentimiento y al reconocimiento de los pecados con una palabra de esperanza y de gracia y de restauración por medio de Jesucristo la gente generalmente va a reaccionar positivamente.
Y eso es lo que pasa aquí en el versículo 37 dice, que al oír las palabras del Apóstol Pedro se compungieron de corazón. En otras palabras, sintieron la penetración de esa flecha que era necesaria para desangrar esa herida, sacar esa sangre mala de pecado que estaba en ellos. Se compungieron, se entristecieron, reconocieron su pecado y entonces preguntaron lo que cada uno de nosotros debe preguntar, cuando somos confrontados con la verdad de Dios. Cada vez que usted lee la palabra si hay algo que la palabra le señala, si alguien le confronta con una verdad de la palabra, usted sabe lo que tiene que hacer? No ofenderse, ni cerrar su corazón, sino hacer lo que esta gente hizo. Varones, hermanos, qué haremos?
Cuando la palabra de Dios llega a tu vida, cuando la verdad de Dios llega a tu vida en cualquier manera, no rehúyas de ella, no te cierres a ella, no la rechaces, tu tienes que preguntar, Señor, qué quieres que yo haga? Siempre lee la Biblia con esa pregunta en mente, cómo puedo yo ajustar mi vida a esa palabra que Dios me está trayendo? El cristiano que vive así su vida cristiana, siempre va ir creciendo, creciendo, creciendo, porque cada día Dios le va a recordar algo más y algo más y será un hombre, una mujer que siempre estará en perpetuo estado de desarrollo.
Varones, hermanos, qué haremos? Estamos claros, sí, hemos pecado, hemos ofendido a Dios, entregando a este hombre que verdaderamente no reconocimos, era y es el Hijos de Dios. Y Pedro, entonces ahí les da la savia, ahí les da el aceite, el ungüento, ahí les da el vino que va a sanar su herida. Y Pedro les dice, arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Yo digo que aquí tenemos tres cosas, hermanos, tres cosas que constituyen la esencia misma de la experiencia de conversión de cada creyente. Toda persona que verdaderamente vaya a pasar por unas etapas de verdadero acercamiento a Dios por medio de Cristo, necesita incluir estos tres elementos.
El primer elemento es arrepentimiento, el segundo elemento bautismo en agua, y el tercer elemento es recibir el don del Espíritu Santo. Déjeme dilucidar cada uno de ellos brevísimamente.
Él dice arrepentíos, toda confrontación con Cristo Jesús y sus reclamos tiene que incluir arrepentimiento. Cuando estamos sin Cristo estamos perdidos en nuestros pecados y maldades, dice la palabra. Nuestra mente está turbia, nuestro entendimiento está contaminado con toda la maldad del enemigo y entonces cuando nos confrontamos con el Evangelio tenemos que arrepentirnos. Arrepentirse quiere decir cambiar de rumbo. La palabra que se incluye en el griego original del cual se traduce arrepentíos y arrepentimiento es la palabra meta noia, que quiere decir cambiar de mente. Meta es cambiar, de ahí la palabra metamorfosis, en el griego. Y noia es la palabra que se usa para mente, en el griego original. Entonces meta noia quiere decir un cambio de mentalidad. Esa es la palabra que nosotros llamamos arrepentimiento.
Y que linda manera de expresar las cosas. Cuando tu te arrepientes de tus pecados lo que tu haces es cambiar de mente. El Apóstol Pablo, de hecho, en el libro de Romanos dice, no os conforméis a este siglo, sino transformaos. Por qué? Por medio de la renovación de vuestra mente, de vuestro entendimiento.
Entonces, lo que nosotros tenemos que hacer es cambiar de manera de pensar, cambiar la modalidad con que nosotros procesamos la vida. Eso es arrepentimiento. Yo les llamo a ustedes y a mi propia persona, hermanos, a ir cada día renovando nuestra mente. Ser un pueblo en perpetuo estado de arrepentimiento, cambio de manera de pensar, cambio de manera de ver la vida, cambio en la manera en que relacionamos unos con los otros, cambio en la forma en que tratamos a nuestros cónyuges, cambio en la forma en que le hablamos a nuestros hijos, cambio en la forma en que nos divertimos, cambio en la forma en que nos vestimos, cambio en la forma en que gastamos nuestro dinero, cambio en la forma en que nosotros invertimos nuestro tiempo, cambio en la forma en que vemos la adoración al Señor, cambio en la proporción que le dedicamos de nuestras energías y de nuestro tiempo a las diferentes cosas que hacemos en la vida.
Eso es arrepentimiento. Yo creo que arrepentimiento es algo sí que se da en un momento dado, cuando reconozco que yo estoy sumido en pecados y que necesito la gracia que solo Cristo puede ofrecer, y me prometo a mí mismo, cambiar de forma de vivir y de pensar.
Pero también arrepentimiento es algo que se debe dar cada día en nosotros. No creen ustedes? Que cada día hay cosas de las cuales yo me tengo que arrepentir. Cada día hay algo que yo he hecho y haré que no está conforme a la voluntad de Dios y tengo que venir ante el Padre y decir, Señor, me arrepiento. Y tengo que confesar mi pecado, y tengo que mejorar. Es perpetuo arrepentimiento. Mucha gente se estanca en la vida cristiana porque no se arrepienten más frecuentemente. Continuamente tenemos que estar trayendo nuestra necesidad de perdón delante de Dios. Y el arrepentimiento tiene que ser algo que no rehuyamos de ello, sino que lo cultivemos con gozo, porque tenemos un Padre que cuando nos arrepentimos inmediatamente dice, te perdono, y me olvido de lo que hiciste.
La palabra dice que “… si vuestros pecados fueren rojos como la grana, vendrán a ser como blanca lana. Y dice, y no me acordaré más de sus pecados, los echaré al fondo del mar…”
Que bueno es cuando uno reconoce sus pecados y en vez de quedarse allí como nadando en su propia culpabilidad, se siente libre porque ya sabe que su padre nos perdonó. Y ahora entonces nos prometemos ser mejores y seguir adelante. Tenemos que cambiar de forma de actuar. El llamado a la santidad y al arrepentimiento es algo muy importante en la vida cristiana.
El segundo elemento, Pedro dice aquí en su sermón, bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo. Es interesante aquí para perdón de los pecados, yo quiero aclarar algo acerca de eso. Primeramente, ayer tuvimos el gran gozo de bautizar 30 hermanos, gloria a Dios. Estuvimos allá en Hopkinton y nos gozamos en entrar a las aguas bautismales a 30 hermanos y no se nos hundió ninguno de ellos, no se nos ahogó nadie. Gloria a Dios. También hay que darle gracias a Dios por eso. Que lindo. Y si usted ha conocido a Cristo recientemente y no lo ha hecho todavía, prepárese porque queremos también bautizarlo a usted. Un hermano me pidió que lo hundiera dos veces y yo tuve que hacerlo. Parece que necesitaba bastante purificación. No sé si eso está en algún libro de teología, pero yo lo hice de todas maneras. Y él sabrá ya con su Dios lo que hace con eso.
Amén. Pero el bautismo es necesario. El bautismo es una ordenanza del Señor, dice, bautícese en el nombre de Jesucristo, es decir, es algo que hacemos por obediencia. Bautizarse quiere decir dar muestra pública de lo que Dios ya ha hecho en nuestras vidas y en nuestros corazones. El bautismo es uno de los sacramentos que nosotros hacemos para dar expresión al morir al mundo, y eso es lo que hacemos cuando nos sumergimos en el agua, estamos como muriendo al mundo. Es un acto muy simbólico. Usted en un momento está sumergido en el agua y entonces cuando usted sale del agua está saliendo simbólicamente a una vida nueva, resurrección en Cristo Jesús. Que lindo símbolo ¿verdad?
Y tenemos que practicar. Ahora, qué dice, y bautícese para arrepentimiento de pecado. Yo quiero aclarar algo, hermanos, como es que dice, para el perdón de los pecados. Yo no creo que el bautismo perdona los pecados, el que perdona los pecados es Cristo Jesús. Amén. Y aceptar a Cristo como Señor y salvador. Yo creo que si una persona acepta a Cristo y no tiene oportunidad de bautizarse y se muere, esa persona se va al cielo de todas maneras, como todo y zapatos. Eso no tiene nada que ver. Pero sí, es como una expresión de arrepentimiento y de perdón de los pecados, porque es clara, la Escritura dice que solo Cristo salva, ni la circuncisión, ni el bautismo ni ninguna otra cosa externa puede salvarnos, solo Jesús y su sangre. Pero sí el bautismo es algo muy importante y mucha gente como que descuida eso.
Si usted ha recibido como Señor y salvador, no se ha bautizado, yo le recomiendo, a través de la historia la iglesia ha creído que el bautismo tiene una gracia especial. Y cuando uno se bautiza por fe uno recibe una bendición especial. Y usted no quiere perderse esa vitamina extra, así que busque del Señor en ese sentido.
Otra cosa bien interesante es que la iglesia primitiva bautizaba a los nuevos conversos inmediatamente. Que interesante. Hoy en día nosotros los pasamos a través de una clase de discipulado y los metemos ahí un rito hasta que finalmente creemos que están bien cociditos y entonces los bautizamos. Y eso tiene su mérito, no se crea, porque mucha gente entra a los caminos del Señor, hoy en día, donde hay tanta superficialidad en las cosas de Dios. La gente pasa aquí al frente cree que con levantar la mano, ya le meten un sello en la cabeza y ya son cristianos y están salvos. La vida cristiana es algo dinámico, usted vive continuamente la vida cristiana. Y es por eso que es importante que la gente conozca lo que ha creído y por qué ha creído antes de bautizarse. Pero también, es bien clara la Escritura que los primeros creyentes y la forma más escritural de bautizar a la gente es muy pronto después que se convierten.
Recuerdan al eunuco? Que cuando Felipe, el evangelista, le predicó el Evangelio pasaron por un charco de agua y el eunuco dijo, bueno, mira, aquí hay agua, que impide que yo me bautice? Vamos ‘pa ‘lante le dijo Felipe. Esa es la traducción Miranda de la Biblia. Metamos mano, y lo bautizó ahí mismo y el hombre se fue feliz por su camino.
Y está el carcelero de Filipos que cuando se convirtió esa misma noche, antes de cenar ya lo estaban metiendo en el agua. Ahora, yo me pregunto dónde bautizaron al carcelero? Un pedacito de trivia, porque yo no creo que a las 12 de la noche se fueron por ahí en el medio de la oscuridad, a buscar un charco por ahí para bautizar al pobre carcelero y su familia. No, yo creo que ellos cogieron una batea, la llenaron de agua y lo metieron ahí como pudieron y lo bautizaron de esa manera.
Cuántos saben lo que es una batea? Es una palabra muy dominicana. Se me salió lo dominicano. Eso es como una vasija grande de agua, y ahí lo metieron al pobre hombre. Yo creo que no tenemos que andar con tantos miramientos, lo importante es que haya fe. Yo creo que si usted lo único que tiene es una ollita de agua, pues vamos a echarle el agua al pobre hombre por la cabeza, o la mujer, y que se bautice. Lo importante es la fe con que recibimos esos elementos.
Pero dice, bautícese para perdón de pecado. Así que: arrepentimiento, bautismo y el tercer elemento que vemos aquí, muy interesante, dice: y recibiréis. Ahí no hay nada intermediario, ni que quizás, posiblemente, si Dios está de buen humor. No dice, y recibiréis el don del Espíritu Santo. A qué don se refiere? Bueno, el don es el regalo de Dios, la caída del Espíritu Santo. Recuerde que Pedro está hablando en el contexto de Pentecostés. Ese mismo don, dice Pedro, que nosotros hemos recibido también es para ustedes.
¿Saben qué, hermanos? Es muy importante que a los cristianos siempre se les recuerde que además de recibir a Cristo como Señor y salvador pueden recibir la entrada, la presencia del Espíritu Santo en sus vidas, el bautismo del Espíritu Santo. Porque es que Dios hace las cosas completas y cuando él nos llama también nos equipa. Y cuando él nos da nueva vida en Cristo Jesús nos da también la capacidad para servirlo, para obedecerlo y para vivir una vida victoriosa y vencer al diablo que va a querer también sacarnos del camino que Dios nos ha encomendado. Y para eso Dios ha provisto algo, una unción especial, una dotación especial, una capacitación especial, el regalo del Espíritu Santo.
Todo creyente que está en Cristo Jesús tiene el Espíritu Santo. Ahora, yo animo a todo creyente también a buscar como ese activamiento de la unción del Espíritu Santo en su vida. Eso es lo que los pentecostales llamamos el bautismo del Espíritu Santo. Yo veo gente que son muy imperfecto en muchas maneras, pero han tenido ese encuentro frontal con el Espíritu Santo y esa presencia del espíritu en sus vidas les da un sello especial, tienen algo diferente, vienen las pruebas, las dificultades pero ellos se mantienen firmes, testifican con entusiasmo de Cristo como Señor y salvador, viven una vida apasionada para con Dios, sirven al Señor en diferentes maneras, evangelizan a otros, hablan con convicción de que Cristo es el Señor. Yo creo que eso viene de esa presencia del Espíritu Santo.
Por eso es que tenemos que pedirle al Señor, Señor, bautízame con tu Espíritu Santo, lléname con tu Espíritu Santo. Usted puede hacer eso, simplemente como reclamando lo que es suyo. Esa es una posesión suya. Si la palabra dice, para los que están lejos y los que están cerca, para todos cuantos nuestro Señor llamare. Es decir, hermanos, que todos nosotros podemos acudir y tener eso, es simplemente reclamarlo y decir, Señor, yo recibo tu Espíritu Santo.
Y entonces busque esa unción realizándose en su vida. Una vez que usted aspire la presencia del Espíritu Santo y la activación del poder de Dios en su vida, entonces, éntrese a vivir una vida sobrenatural. Crea que Dios está dentro de usted, que los dones del Espíritu Santo van a comenzar a manifestarse, comience a orar, comience a profetizar, comience a evangelizar, abra su boca y adore al Señor con vitalidad y con entusiasmo y abra su boca y hable en otras lenguas también. Ya está dentro de usted, comience con una o dos palabras que Dios ponga en su espíritu y Dios irá abriendo más y más ese caudal hasta que usted pueda fluir plenamente en los dones del Espíritu Santo.
Yo creo que mucha gente no fluye en el espíritu, no porque no lo tengan ya dentro de ellos, sino porque no han aprendido simplemente a comenzar a dar pasos de fe, como un bebé comienza titubeante y se cae, y vuelve y se levanta, y tiene accidentes y se ve un poco gracioso y hasta ridículo caminando y nos reímos de él, pero después sus pies se van afirmando hasta que corre inclusive y es un gran atleta. Así pasa, comience con lo que usted tiene a la mano, y diga, yo tengo el bautismo del Espíritu Santo, porque lo reclamé, lo pedí, y eso es para mí, para mi vida. Y entonces comience a vivir esa vida apasionada cristiana. De pasos de fe, use.
La Biblia dice, te pido que avives el fuego del don de Dios que está en ti. Muchos cristianos están mendigándole al Señor, dame, dame, dame y Dios dice, pero si ya lo tienes, menso, ya está ahí dentro de ti. Úsalo ahora. Aviva el fuego del don que está dentro de ti. Pero sí, te pido, vive una vida pentecostal y no dependas de tu propia fuerza ni de tu propia integridad, sino depende de la unción del espíritu, la gasolina que Dios ha puesto dentro de ti.
Póngase de pie. Me quedan 15 segundos, todavía. Gloria a Dios, parece que había una unción especial en esta mañana. Hermano, deja que la palabra del Señor hable a tu vida en este día y agarra algo de lo que yo he predicado en esta tarde porque es para ti. Si necesitas arrepentirte de algo ahora mismo porque estás practicando en tu vida, toma de eso. Si hay algo que tienes que cambiar en tu vida, entrégaselo al Señor. Si Dios te confronta con algo, recíbelo y has lo que tienes que hacer. Si Dios te está llamando a bautizarte físicamente prepárate para hacerlo. Si Dios te está llamando a buscar una unción fresca del Espíritu Santo en tu vida, no esperes más. Rechaza la idea de que ya tu tienes todo lo que necesitas y ábrete a la idea de que Dios quiere darte alas para que surques los aires como el águila.
Y Dios quiere darte poder y autoridad. No te conformes con una vida mediocre, una vida convencional, sino abre tus ojos a la idea de que Dios quiere que tu seas un gigante espiritual, que tu seas un gran guerrero, una guerrera espiritual, un hombre, una mujer de santidad, un hombre, una mujer de dominio propio, un hombre, una mujer de pasión evangelística, un hombre, una mujer generoso, generosa para con el Reino de Dios y todas sus necesidades, un hombre en perpetuo, una mujer en perpetuo estado de santificación y de creciente entrega a las demandas y expectativas del Reino de Dios; un hombre, una mujer en perpetuo estado de crecimiento sabiendo que tienes un Dios que quiere sanar tus heridas, un Dios que no quiere que tu vivas en enfermedad, un Dios que no quiere que tu vivas en depresión, un Dios que no quiere que tu vivas esclavo del pecado y de las fantasías, y de las ataduras que hacen daño a tu vida.
Dios te llama a ser un hombre, una mujer libre y a celebrar la sanidad que tu has recibido a través de Cristo Jesús. Quítate ese manto mojado y frío de depresión, de dependencia de alguna sustancia, de baja autoestima, de resentimiento y creo que el Señor le está hablando a algunos de ustedes ahora mismo, de paso. El Señor te dice, quítate el manto feo y opresivo del pasado porque yo te quiero dar vestiduras nuevas. Así como vestía Josué y le quité sus vestiduras viles y le puse vestiduras blancas y le puse mitra sobre su cabeza, y vara de autoridad en su mano, así yo también te digo ahora, hijo mío, hija mía, quítate el manto de impureza, quítate el manto de opresión, quítate el manto del pasado, quítate el manto de pecado y asume las vestiduras nuevas que yo pongo sobre ti y toman en tu mano mi palabra de autoridad con la cual yo te envío para que venzas al enemigo porque yo te he dado poder y te he dado autoridad, para que no vivas debajo de las circunstancias, sino sobre las circunstancias, dice el Señor, para que no vivas bajo la opresión del diablo, porque yo lo he sujetado a mi buena voluntad para con mis hijos y vivas por encima de todo ataque del diablo y seas victorioso en toda situación que tu confrontes.
Y pongo esa mitra sobre tu cabeza porque es una mitra de reinar y de ejercer autoridad y de andar con elegancia en el mundo en el cual yo te he puesto, señalando que tu eres uno de esos redimidos que yo he comprado con la sangre de mi Hijo.
Así que recibe todo lo que yo he puesto en tus manos y no andes como un mendigo, no andes como un pobre que no tiene nada, porque tu eres un hijo de un rey, tu eres una hija de un rey, tu eres realeza espiritual y yo he puesto grandes cosas en ti y tengo grandes propósitos para tu vida, tengo grandes visiones para ti, tengo grandes planes para ti y te he de usar, te he de usar, y te he de usar, pero te llamo, ponte la ropa que yo he designado para ti y vístete según la posición que tu ocupas, no camines más como un pordiosero, no camines más como una mendiga, no camines más como un ciudadano común un corriente, porque tu eres real sacerdocio, tu eres nación santa, tu eres un pueblo escogido por Dios para que anuncies las virtudes de aquel que te ha llamado de las tinieblas a su luz admirable, dice el Señor.
Así que, mi hermano, mi hermana, has un viro, un viraje de 180º ahora mismo, si ibas en la dirección opuesta, ahora camina directamente hacia el propósito de Dios en tu vida. Eso es arrepentimiento, cambiar de dirección, moverse de los caminos de las tinieblas y de la opresión del diablo a los caminos de liberación y de buenas obras y dar fruto para gloria del Señor. Recibe la buena voluntad de tu Padre, recibe la bendición de Dios, recibe el llamado de Dios para tu vida en esta tarde, y sabe que Dios tiene buenos propósitos para ti, en el nombre de Jesús, en el nombre de Jesús, en el nombre de Jesús.