Un llamado a la madurez

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Escuche la palabra de Dios ahora mismo, para su vida, para su espíritu. Capítulo 4 del libro de Efesios, la carta a los Efesios: es un llamado de Dios hacia la madurez. Yo podría titular este sermón, asimismo "Un llamado a la madurez". Un llamado a la madurez. Eso es lo que Dios está llamando a la congregación León de Judá.

El apóstol Pablo en el versículo tres de Efesios, llama a esta congregación y por extensión nos llama a nosotros a través de los siglos, desde que fue escrita esta epístola y nos dice a nosotros congregación León de Judá: "Estén solícitos en guardar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz". Estar solícitos quiere decir cuidadosos, diligentes, comprometidos en guardar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz.

“Un cuerpo y un espíritu como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación. Un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y padre de todos Él cual es sobre todos y por todos y en todos." Esa parte del llamado del apóstol Pablo es a la unidad; a la unidad en espíritu, la unidad en compromiso, la unidad en mentalidad, la unidad en el entendimiento de la palabra de Dios. La unidad de fluir juntos como un cuerpo fluye en sus movimientos en armonía y coherencia hacía un propósito específico.

Dios ha hecho de nuestra iglesia, una iglesia muy diversa: todos los colores, los diferentes niveles económicos, diferentes nacionalidades, diferentes niveles educativos. Pero de esa diversidad Dios quiere que haya una unidad en el espíritu. Y Dios quiere que nuestra iglesia fluya en el compromiso con Dios. Que todos bebamos de la misma agua y que todos recibamos el mismo bautismo del espíritu Santo.

En nuestros tiempos de oración y de adoración es el momento en que Dios envía su espíritu sobre nosotros y derrite el metal de los temperamentos y las personalidades y las proveniencias culturales diferentes. Y derrite todos esos metales de diferentes composiciones y hace de ellos una sola sustancia de unidad en el espíritu.

Dios quiere eso para esta iglesia. Dios quiere que nos amemos, que nos visitemos, que nos prefiramos unos a otros, que pongamos a un lado las barreras y que nos constituyamos en un solo espíritu; que bebamos de la misma agua.

Dios quiere que cuando haya tiempos de adoración, en que el espíritu esté exaltando, que no haya gente- como a veces uno ve- con la mirada perdida mientras hay una fiesta grande. A veces uno ve esa gente por un momento, cuando cruza, cuando uno corre la vista a través de la Congregación, hay gente llena del espíritu: adorando y experimentando la gloriosa presencia de Dios y hay otros con la mirada perdida, vacía.

Y no lo digo para atacar, sino para expresar, yo creo que el deseo del espíritu Santo de que esas personas también entren en la misma fiesta y un mismo espíritu; que haya unidad, haya compañerismo en el espíritu. Dios quiere que en esa unidad pueda caer la unción.

Dice la palabra del Señor: "Mirad cuan bueno es y cuan delicioso habitad los hermanos -¿cómo?- juntos en armonía". Dice que es como el óleo, es como el aceite que corre desde la cabeza y va por la barba y sigue bajando por las vestiduras hasta llegar al borde de las vestiduras. Y cuando hay esa unción de Dios que puede bajar porque hay unidad, no hay nada que la interrumpa, dice que: "Entonces allí envía Jehová bendición y vida eterna".

Entonces en este tiempo de nuestra vida como Congregación, Dios quiere que todos nosotros entremos en un mismo fluir y en una misma unidad. Yo creo que Dios está preparando cosas grandes, cosas grandes. No sólo para esta congregación sino para toda su iglesia en la tierra pero se requiere una unidad del espíritu.

Entonces más adelante en el versículo 11 dice el espíritu Santo por medio del apóstol Pablo: "Y Él mismo -es decir Dios- constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros".

Fíjense algo, Dios cuando derramó su espíritu sobre la iglesia en el día de Pentecostés, declaró ciertos dones, ciertas aptitudes en medio de su pueblo para que esas aptitudes, capacitaran y bendijeran al pueblo de Dios. Y algunos de esos dones y algunas de esas funciones del cuerpo de Cristo son los apóstoles, los profetas, los evangelistas, los pastores y los maestros. Son diferentes funciones. Los maestros enseñan, instruyen; los pastores pastorean, nutren, gobiernan, dirigen, imparten orden, cobijan, aconsejan, administran.

Los evangelistas recogen almas y las traen y no solamente los evangelistas como Billy Graham o Yiyi Ávila, yo creo que toda iglesia tiene gente con espíritu evangelístico, unción.

Hay evangelistas en las iglesias, gente que tiene amor a las almas, que tiene apetito por las almas y que tiene una dotación especial para alcanzar las almas. Hay evangelistas. También hay profetas, hay gente con una dotación profética. Escuchan de Dios, reciben impartición de visiones, sueños, revelación y Dios quiere activar más el mover verdadero, genuino del profeta en medio de su pueblo.

Hay mucha gente, es como una antena medio defectuosa, es como esas antenas de televisión: reciben un poco pero lo que sale por la pantalla es a veces como un poquito borroso y a veces vienen unas líneas y otras cosas. Yo no se si eso se da ahora en las nuevas televisiones, quizás estoy pensando en las viejas de antes, ¿no? Ahí revelo ya mi edad.

Pero Dios quiere profetas bien sintonizados, como esos televisores de High Definition, high definición, de definición perfecta, que escuchen de Dios y que quede a un lado las emociones y las agendas y las heridas y los defectos de temperamento y que eso quede a un lado. Y que reciban directamente la palabra de Dios y la canalicen pura, limpia a su pueblo. Y esa unción profética, Dios la quiere extender más. Y también apóstoles.

El Ministerio del apóstol ha estado como sotto voce, ha estado bajito por mucho tiempo en el pueblo de Dios. Ha estado como ahí en remojo. Pero ahora el Señor está levantando más y más el ministerio apostólico porque Dios necesita. El ministerio apostólico no es un ministerio local, el ministerio apostólico es para su Iglesia con "i" mayúscula, el ministerio apostólico es para el orden que Dios necesita restaurar en estos tiempos.

El apóstol no es para una sola Congregación, sino es propiedad de la iglesia en general y le habla a la iglesia en general con una unción especial para declarar el mensaje que Dios tiene para un tiempo específico y para un propósito específico. Y Dios está levantando, también, sus apóstoles.

Entonces estas funciones que Dios declara sobre su pueblo, están en vigencia. Ahora ¿para qué? Dios derrama estas funciones. Es decir, Él mismo constituyó. Constituir quiere decir 'declaró', 'instaló' oficialmente designó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros.

¿Para qué? Mire esto, bien importante, dice: "A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio". Ahí hay unas palabras que hay que afinar y definir. Perfeccionar: es decir, mire, el propósito, la razón por la cual Dios derramó esos dones específicos como gotas de bendición y de unción específica sobre su pueblo fue para perfeccionar.

¿Qué quiere decir perfeccionar? Cuando un artista que lleva años estudiando un instrumento se va a otro país o se va a un conservatorio -usted ha oído: "¿se fue para perfeccionarse? ¿Para perfeccionar su don?" Esa expresión se usa en español. ¿Qué quiere decir eso? Para pulir, para completar, para afinar, para avanzar, para desarrollar.

Entonces mire eso. Dios ha decretado su unción sobrenatural sobre su iglesia en la forma de estos ministerios, no para que esos ministerios se exhiban a sí mismos, o simplemente se esparzan gratuitamente sobre el pueblo de Dios, sino con un propósito: de ser canales para el perfeccionamiento, el mejoramiento, el avance de ¿quién? de los santos. Digan todos: "Santos".

Ahora déjenme decirles, si usted viene de la tradición católica, de la cual yo respeto, esa palabra no va a hacer sentido como sonaba para Pablo. Porque para mucha gente santo es Santa Teresa de Jesús, o ¿cómo se llamaba la última que estaba en la India? Mother Theresa o la Madre Teresa. Gente de unos logros increíbles y de una fuerza ultra humana, o lo que sea; escogidos como para habitar en la estratosfera espiritual.

¿Sabe qué? Cuando Pablo dice "los santos" a ¿quién se está refiriendo? A ustedes, a la iglesia. Diga: "A mí." Santos quiere decir a los apartados, para Dios, a los consagrados, designados. ¿Sabe usted, que usted es santo? Hay santos que todavía hay que arrancarle un poquito los colmillos -yo entiendo- y las uñas; pero en la mente de Dios, usted es... porque usted ha sido apartado.

La palabra santo viene del hebreo original: la palabra "agios" o del griego. Quiere decir "es separado, apartado", es como digamos a un instrumento que ha sido separado para la adoración de Dios solamente. El arca, por ejemplo era santa, el templo era santo, los sacerdotes eran santos porque habían sido apartados para un propósito.

Bueno, en la economía del evangelio cada creyente, cada cristiano es apartado por Dios. Y es algo que tenemos que entender, hermanos, cuando Dios te llama, cuando tú entras en los caminos del Señor, entiende algo y es que se supone que tú te apartas ahora de ciertas prácticas. Tú vives en el mundo, pero no estás en el mundo -en un sentido- no eres del mundo. Has sido apartado. Ahora tú eres un instrumento, se supone, para la gloria de Dios.

Tú vives para Cristo, todo lo que tú eres pertenece para glorificar a Dios.

Oiga, ¡qué diferente eso a la idea de que mucha gene tiene del Evangelio! Qué es: “bueno ya yo soy evangélico, ya tengo el carnet de evangélico, voy a la iglesia, canto tres coritos, escucho un sermón a medio cocinar y me voy para mi casa hasta el próximo domingo” y eso me hace evangélico. Esa no es la idea. La idea es consagración total de tu vida, es un cambio radical. Y es una de las cosas que el espíritu santo le está hablando al pueblo de Dios.

Diciendo: "Congregación León de Judá quítate el velo y quita todo lo que impide la conexión directa con Dios y reconoce que Dios te ha llamado a vivir una vida consagrada al servicio del Señor." Porque tú eres por definición un santo. Si tú, verdaderamente, te crees un cristiano, tienes que ser un santo, quienes que ser apartado para el Señor. No hay términos medios. El Señor aborrece la gente tibia.

En el libro de Apocalipsis el Señor dice: "Por cuanto no eres ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca." Los tiempos de la tibieza cada día se hacen más y más inapropiados para los hijos de Dios. Entonces el apóstol Pablo dice: "Dios derramó de su espíritu en forma de apóstoles, profetas, pastores, evangelistas, maestros para que perfeccionen al pueblo de Dios". Para que trabajen para perfeccionar a los santos, dice ¿para qué? "para la obra del ministerio". Para la obra del Ministerio.

Hermano, entiende lo que está diciendo aquí de nuevo: Dios ha derramado su espíritu para prepararte a ti a través de sus designados, para que tú te perfecciones, tú vayas creciendo para la obra del ministerio. A veces nosotros pensamos que los únicos que están en el ministerio son ¿quienes? los pastores. ¿Verdad que sí? ¡Ah! Esos son, él está en el ministerio. Pero ¿sabe qué? La Biblia una y otra vez te dice a ti que tú estás llamado también para la obra del ministerio.

Tú eres parte y Dios quiere, Dios ha invertido su poder, su esencia sobrenatural para que tú te perfecciones y vayas creciendo y mejorando y aprendiendo y desarrollándote para que entonces ese crecimiento redunde en servicio al Señor. Y ¿cómo trabaja uno en la obra del ministerio? Uno trabaja en la obra del ministerio visitando a los enfermos, trayendo gente al conocimiento del Señor y predicando la palabra de Dios, haciendo obra de evangelismo personal.

Uno trabaja para el Señor visitando los hospitales, visitando a las viudas, a la gente que está solitaria, visitando a las personas que están deprimidas. Uno trabaja para el ministerio sirviendo en la Congregación para que toda necesidad que haya en la comunidad de fe en la cual uno está sea llenada por alguien, que diga "yo soy parte del ministerio" y que tú des de tu tiempo y te prepares para ser útil en el reino de Dios.

Dios te usa en el ministerio cuando tú das tu diezmo al Señor para que tu iglesia tenga lo que tu iglesia necesita para llevar a cabo las tareas que Dios le ha asignado. Es una manera también de tú trabajar para la obra del ministerio. Entonces lo que está diciendo aquí es que "todo lo que sucede en la vida de un hijo de Dios, está designado para preparar esa hija, ese hijo de Dios para que sea un miembro útil del reino de Jesucristo".

¿Cuántos pueden decir Amén si entienden lo que estoy diciendo?

Hay mucha gente que cree que ser miembro de una iglesia es para venir y como un catador de vino escuchar el sermón y hacer buches: "¡Mm! Déjame ver si me gustó el sermón hoy o no", si está salado, si está demasiado desabrido. Y se van y hacen comentarios: "Hoy me gustó el sermón." "No pero le faltó esto", son catadores de vino y no se lo tragan nunca, lo escuchen como hacen los catadores de vino.

Y lo que Dios quiere es que tú vengas a la iglesia y que tú recibas la unción que hay en la iglesia, recibas la bendición pero entonces que eso sea como la gasolina que tú uses para servir en la obra del ministerio; que cuando tú salgas de la iglesia, tú salgas a servir. Hay mucha gente que critica lo que se da en la iglesia y que exige que se haga en la iglesia pero no trabajan en la obra. Son consumidores, pero Dios quiere productores. Dios quiere hacedores, Dios quiere ministros.

Y ese es el mensaje de Dios claro para estos tiempos en nuestra congregación y en todo el pueblo de Dios. Dios le está diciendo al pueblo de Dios: 'Yo quiero un ejercito activado para el servicio. Yo quiero hombres y mujeres allá en las calles, en los vecindarios de mi comunidad predicando la palabra de mi Hijo porque yo vengo pronto".

No quiere Cristianos encubiertos, no quiere agentes secretos del Reino, Dios quiere gente declaradamente abierta, que salgan del closet. Hay mucha gente saliendo del closet hoy en día pero hay muchos cristianos que todavía están metidos en el closet. Y los que están saliendo del closet debería quedarse y los que debieran estar fuera no están donde tienen que estar. El Señor dice "Sal, ministra, sirve en mi nombre".

A fin de perfeccionar los santos para la hora del ministerio para la edificación del cuerpo de Cristo. Todo lo que se da en la iglesia es para edificar el cuerpo del Señor. Y ¿hasta qué punto? ¿Cuando podemos decir, Okay ya tengo todo lo que necesito, ya Dios se movió lo suficiente en medio de su iglesia? Mire dice: "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento de hijo de Dios."

A un varón, a una mujer perfecta, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Dios quiere, hermanos, entienda esto, Dios no quiere que tú te quedes pequeño. Tu meta como sierva de Dios, como siervo de Dios es crecer cada día.

Usted sabe, ¿cuando los niños llegan a cierta edad qué les encanta medirse a ver si crecieron una pulgada más? ¿Cuantos han tenido niños así que dicen: "Mamá, mírame" porque quieren ver si crecieron un poquito más en los últimos meses? Dios quiere que esa misma mentalidad este en nosotros también. Que nos preguntemos, ¿en los últimos tres meses, he crecido? ¿Cómo he crecido? ¿He crecido en carácter? ¿He crecido en compromiso, he crecido en conocimiento de la Palabra?

¿He crecido en el mover del espíritu de Dios en mí? ¿He crecido en discernimiento de la voluntad de Dios en mi vida? ¿He crecido en amor por las almas? ¿He crecido en entendimiento de los misterios de la palabra de Dios? ¿He crecido en celo por el Señor? ¿He crecido en santidad? ¿He crecido en eliminar un poco más los defectos que distorsionan mi personalidad en Cristo? ¿He crecido en entregarle al Señor más y más de mí vida? ¿He crecido en ser un cristiano contagioso?

Tenemos que estarnos preguntando eso continuamente. La gente viene a la iglesia y muchas veces simplemente vienen a sentarse allí pero no hay un sentido de que el hijo de Dios, la hija de Dios tiene que estar en continuo crecimiento. Tiene que estar en continuo proceso. La única manera que un cristiano no se estanca es fluyendo, cambiando, procesando, evolucionando.

Los cristianos no somos lagos, somos ríos que corren. El Señor dijo: "Ríos de agua viva correrán de su interior". No dijo lagos placidos. El cristiano que no fluye es como un pozo de agua maloliente, agua estancada, agua -eso fue el espíritu santo diciendo Amén.

Hermanos, si el cristiano no usa la unción de Dios, si la unción de Dios se pudre dentro de él y se convierte en algo dañino, la unción de Dios está hecha para fluir. Por eso es que si tú no sirves al Señor, si tú no haces algo con la unción de Dios, la unción de Dios se torna hostil contra ti. Porque la unción de Dios está hecha para correr. La unción de Dios que no se pone a correr y a evolucionar para avance del Reino de Dios es como una uña que crece a través de la carne. Y ¿cuánto duele una uña crecida?

Perdonen, quisiera buscar un ejemplo más agradable pero me parece que usted se va a recordar de ese. Hay cristianos que son así, tienen la unción de Dios les está rompiendo la carne porque quiere fluir y no la están dejando porque están consumiéndola, consumiéndola y la unción les hace daño. Cuando uno sirve a Dios y le da a Dios, cuando uno usa lo que Dios le da… ¿sabe qué? Dios le da más. Pero cuando usted no usa lo que Dios le ha dado, usted contrita al espíritu santo.

¿Qué dice la palabra? "Al que tiene se le dará más y al que no tiene aún lo que no tiene le será quitado". La unción de Dios está hecha, si usted mira la escritura una y otra vez; una y otra vez, toda la enseñanza de Jesucristo, todas sus parábolas eran de esa manera. Dios te da algo y Él espera que tú lo inviertas en su reino y que se lo devuelvas ¿cómo? multiplicado. ¿Sí o no?

Siempre, busque toda la escritura. Y si tú no se lo devuelves multiplicado Él se desagrada y te lo deja saber. Es la única manera, hermanos, el Señor quiere que tú inviertas, negocies con lo que Él te ha dado y se lo devuelvas multiplicado. Entonces por eso dice aquí que: "Dios quiere perfeccionarnos para que trabajemos, para que el cuerpo de Cristo sea edificado, sea aumentado. Que todos sigan" y dice: "Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe del conocimiento del Hijo de Dios".

¿Hasta dónde quiere que nosotros lleguemos? Hasta la unidad. ¿Recuerdan que comenzamos con la idea de unidad? Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios. ¿Saben lo qué pasa normalmente en las iglesias? Que hay personas que han crecido muchísimo, hay algunas que se han quedado a medias y hay algunos que todavía son niñitos espirituales.

Y hay una desigualdad tremenda en el Reino de Dios. Hay diferentes niveles de compromiso, diferentes niveles de entrega, muchos diferentes niveles de conocimiento de la palabra, discernimiento, uso de los dones. Es un desajuste tremendo y lo que Dios quiere es que todos crezcamos paralelos.

Hermano, Dios te está llamando. Este es un tiempo en que Dios espera que todos crezcamos. Yo espero en el Señor que en las próximas semanas nosotros -este fin de semana estuvimos en un retiro de líderes, de algunos líderes de ministerios y de pastores de la iglesia- y Dios nos está hablando, Dios nos está llamando para preparar y yo quiero, hermanos que cuando nosotros demos ese llamado, muchos de ustedes acudan para recibir entrenamientos intensivos.

Dios me ha puesto en la mente, en el corazón un evento que se repita unas cuantas veces al año de fin de semana donde venga gente nueva en el evangelio, gente que todavía necesita aprender y necesita una introducción básica a las verdades del Evangelio y que por un fin de semana intensivo nosotros les introduzcamos como a una inmersión básica de las verdades del evangelio y ministremos a su vida y que concluya esto con una graduación -por así decirlo- el domingo y para algunos quizás un bautismo para que eso sea el inicio y de ahí que usted continúe en los discipulados que nosotros ofrecemos a fin de que todos crezcamos en la unidad del conocimiento del Hijo de Dios.

Porque muchos de ustedes necesitan -no se los digo excepto como medica clínicamente necesitan- y Gloria a Dios que ustedes, yo se que van a estar dispuestos y anhelosos. Porque a través de la enseñanza es como el pueblo de Dios crece. Hay mucha gente en el pueblo de Dios que se está quedando atrás y Dios nos está diciendo como iglesia, nos está diciendo "prepárense, entren a las filas del servicio cristiano".

Yo compartía con los hermanos, y ya voy terminando hermanos, nuestra iglesia crece y sigue creciendo y gloria a Dios por eso, muchas vidas se suman al conocimiento de Dios. Pero hay un problema y es que yo no creo que estamos siendo tan efectivos como pudiéramos ser en ayudar a esa gente nueva y también en otros que ya llevan muchos años aquí en la iglesia que debieran estar ya a otro nivel de servicio y de entrega al Señor. A entrar en esa vida madura del espíritu y… ¿qué pasa?

Cuando una iglesia sigue creciendo en los bordes, pero la gente no entra hacia el centro, lo que pasa entonces es que esa iglesia -en inglés hay una expresión "top heavy"- es una iglesia que es como una casa bien ancha arriba pero con una fundación pequeña y con columnas débiles que cada día va aumentándole el peso arriba y si no hay columnas más anchas y si la base no se hace más grande el peso superior hace que se desplome.

Y cada día se suman almas pero, yo creo que tenemos que ir más en la medida de ayudar a esas vidas a convertirse en contribuidores al ministerio. Santos que sirvan en el ministerio del evangelio. Porque sino, ¿qué pasa? Más gente que bautizar, más gente que enterrar, más gente que casar, más gente que aconsejar y no hay una expansión del grupo de pastores, del grupo de líderes, del grupo de maestros.

Entonces ese grupo que se queda, que no está creciendo a la misma velocidad que están creciendo las necesidades cada día siente más la presión y aumentan las necesidades pero no aumenta el suplimiento de líderes porque no hay...

Estas personas que vienen con sus necesidades no sirven al Señor como debieran, no conocen de la palabra como debieran, no pueden ayudar en el ministerio, no dan para que crezca la base de la iglesia y entonces hay necesidades que cada día se quedan atrás, atrás, atrás y proporcionalmente la iglesia va perdiendo terreno en vez de ser lo contrario. Mientras más vienen al evangelio, más los preparamos, más los capacitamos, más les inducimos una mentalidad de servicio y de consagración al Señor y por lo tanto tenemos más líderes y más siervos que pueden hacer más la obra del evangelio. ¿Usted entiende?

Por eso es que Dios quiere que crezcamos en ese conocimiento hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios. A un varón, a una mujer perfecta a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo para que ya ‘no seamos niños fluctuantes llevados por doquiera de todo viento de doctrina por estratagema de hombres, que para engañar emplean con astucia las artimañas del error’.

Yo lo voy a dejar allí. Cada parte de ese texto está preñado de enseñanza y significado.

Lo que está diciendo, claramente hermanos, ya no podemos seguir con tantos niños inmaduros en la iglesia de Jesucristo. Necesitamos más líderes, necesitamos más gente que muera al mundo y que se entregue a servir al Señor.

Hermanos, León de Judá ya está llegando al punto de que Dios quiere que esta iglesia estalle y arrope esta comunidad. Pero no lo puede hacer hasta que esta iglesia se una más en la madurez que Cristo quiere y que tengamos más líderes y que haya una mentalidad aguerrida, una mentalidad de gente entregada radicalmente a los intereses del reino de Dios.

Y yo quiero hacer mi parte como Pastor de ustedes y su iglesia quiere hacer su parte; queremos darles las herramientas. Pero necesitamos que ustedes cuando escuchen el llamado acudan. Amén. Esa es la parte.

¿Cuántos aquí, por ejemplo...? Vamos a ver una pregunta ¿cuántos aquí han tomado las clases de discipulado que ofrecemos? Pónganse de pie un momentito por favor. Si usted ha tomado la clase de discipulado en algún momento, alguna de las clases. Si usted mira, yo creo que no más de una cuarta parte de la Congregación y sin embargo eso es manjar.

Yo hablaba como una hermana que está sirviendo como ujier y que lleva unos cuantos años aquí en León de Judá y ahora yo la estoy viendo por ese fuego por el Señor. Estoy dándome cuenta de los dones que hay en ella y yo la detuve -esta mañana entre los dos servicios- y le dije, "¿Sabes qué? Dios te está llamando a servir más al Señor" y yo le dije, "¿Tú has tomado los discipulados?"; me dijo: "¡Ah, Pastor, si usted supiera! Yo he tomado y eso cambió mi vida. Eso ha hecho la diferencia en mi vida". Y yo entonces: "¡Ah, claro que sí! Ahora entiendo".

Porque cuando la palabra de Dios comienza a entrar a tu vida hay cambios. Entonces Dios quiere que tú te capacites, que te perfecciones para el ministerio. Dios te va a usar en la medida que tú te capacites y te perfecciones.

Y yo quiero que cuando nosotros digamos: "Hermanos, por aquí es por donde la iglesia tiene que ir", que nosotros nos unamos como un ejército y fluyamos en esa dirección, en unidad. A eso es que Dios está llamando a la Iglesia, a esa autoridad apostólica que cuando los líderes de Dios digan: "Por aquí es por donde el pueblo de Dios tiene que ir" fluya el pueblo en esa dirección y reciban bendición y sean fortalecidos y sean perfeccionados porque están comiendo directamente de la comida que sale de la boca de Dios.

Pueblo de Dios, Dios te llama a la madurez, Dios te llama al compromiso, Dios te llama a la consagración, Dios te llama a dejar de jugar el jueguito de 'hoy sí, mañana no y después al otro día'.

Dios quiere gente entregada, gente militante, gente comprometida, gente disciplinada al Señor, gente que puedan adorar cuando está la parranda de la adoración pero que también que escuchen la palabra del Señor y la reciban porque que tienen apetito y saben discernir y disfrutar de la palabra del Señor.

Que no digan: "Bueno, ya yo adoré. Pues me voy para mi casa ahora." No, no, que estén ahí para recibir y prepararse porque saben que necesitan ese alimento para poder servir al Señor como necesitan. Ese es el llamado de Dios para esta iglesia en este tiempo.

Vamos a ponernos de pie. Vamos a hacer actos de consagración en nuestra vida, entregarnos más al Señor, darle más a Dios. Quiera el Señor que cada día nos hagamos más y más un pueblo radical, un pueblo comprometido, un pueblo militante para con Dios. Vamos a darle al Señor sin ambages, sin limitaciones, todo lo que Él tiene para nosotros.

Gracias Señor, Gracias Dios, Gracias. Gracias Señor, Gracias. Para que ya 'no seamos niños fluctuantes -dice la palabra- llevados por doquiera por todo viento de doctrina, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo, en aquel que es la cabeza. Esto es Cristo.' Crezcamos, Dios quiere un pueblo en crecimiento, un pueblo en evolución, un pueblo que viva para Dios y que se goce solamente en darle a Él la gloria. Un pueblo consagrado, un pueblo santo, un pueblo apartado, un pueblo entregado radicalmente al Señor.

Quiera Dios que ese espíritu llene tu vida en este día.

Te damos gracias, Señor. Nos consagramos a ti una vez más y pedimos que sea tu espíritu, Señor, tomando posesión de la tierra y llenándonos totalmente. Señor, consagrándonos, te pedimos una iglesia consagrada, una iglesia comprometida, una iglesia entregada a ti completamente, Señor. Te adoramos y te bendecimos, Dios.