TRANSCRIPT
Vamos al libro de Daniel, capítulo 1. Florecitas de nieve en marzo, pero hermanos no se desanimen, dentro de poco la primavera vencerá el invierno. No tire la toalla. Y en una manera, hermanos, de eso se trata este mensaje. Daniel, capítulo 1. Daniel, chapter 1. Gloria a Dios. Glory to God. Especialmente si usted se crió en el Evangelio, si se crió en un hogar cristiano, yo no dudo que usted, tarde o temprano, ha leído este texto, tal vez en un grupo de jóvenes. Pero hace poco lo leí de otra manera, el Señor me quebrantó revelándome algo y aprovecho en esta mañana de compartir esa revelación con ustedes. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
“En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia á Jerusalén, y la Sitió. El Señor entregó en sus manos” –en manos de Nabucodonosor, “a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar,” –o sea Babilonia– “a la casa de su Dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su Dios. Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey. Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego. Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey…”
¿Cuántos han leído este versículo antes? “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, i con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.” Hermanos, reflejemos por un momento este versículo que usted tal vez ha leído muchísimas veces. Y ahora en el contexto de cómo abre el libro de Daniel, ¿no te parece absurdo hermano, este versículo, esta actitud de Daniel? Piénsalo bien. ¿No te parece una locura, algo absurdo? Este libro comienza describiendo lo que parece ser una derrota total para el pueblo de Israel. Hubo una invasión, hubo una conquista. Hermanos, por qué insistir en no contaminarse, en guardar la ley de moisés, en guardar kosher como hacen los judíos hoy día, si Jerusalén ya está destruida, si la guerra se ha perdido y si no hay esperanza de victoria.
Por qué insistir bajo ese ambiente en no contaminarse… parece una locura. ¿Y la respuesta, hermanos? Y esta es la respuesta para todos de ustedes que tal vez se encuentren en Babilonia en esta mañana. La respuesta hermanos es que la guerra nos e ha perdido todavía, la respuesta es que la esperanza no se ha perdido todavía, la respuesta es que el enemigo no se ha salido con la de él, aunque todo alrededor diga lo contrario. Y hermanos, esa es una especie de fe. Y pido al Señor, que el Señor despierte esa fe en usted, esto es una fe que no se deja vencer. Pídele al Señor esta fe que te asegura que saldrás ganando aunque toda la evidencia alrededor de ti te diga lo contrario. Aunque todo lo que usted vea, aunque tus circunstancias te aconsejen niega a tu Dios y muérete.
Hermanos, esta es la fe que te asegura que tu redentor vive y que tus ojos lo verán aunque todo alrededor te diga todo lo contrario. Hermanos, esta especie de fe es la que ha asegurado que el reino de Dios ha sobrevivido. Gracias. El reino de Dios ha sobrevivido imperios, ejércitos, reyes, dictadores, gobiernos, ateos, generales, invasores, como este, crisis económicas y morales, lo que declara el libro de Hebreos, capítulo 36, versículo 33, cuando declara, “que por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filos de espadas, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros…” En pocas palabras es una fe que tiene por seguro en el centro de los huesos uno vive seguro que a lo largo el reino de Dios siempre gana. Pase lo que pase, llámelo Babilonia, llámelo Persia, llámelo Grecia, llámelo Roma, llámelo la Unión Soviética, llámelo Cuba, llámelo lo que lo llame… parezca lo que parezca. A lo largo el reino de Dios gana y sus hijos salen triunfando.
Y hermanos, yo llamaría a esto una fe que no se deja vencer. Y hay un lugar para una fe de corto plazo sólo para distinguir una especie, por así decirlo, una fe de otra. Y qué es una fe de corto plazo, bueno que es una decisión, es una emergencia y necesita una respuesta en este momento. Padre, provéeme por esta necesidad, Señor sáname de este flujo, de este dolor de cabeza, Señor tengo que llegar a la gasolinera. Padre, ahora y no es gran cosa. You can handle this, God, tú puedes, esto es poca cosa para ti. Y literalmente, poca cosa para ti. Pero, ese tipo de fe, la fe de corto plazo no es de gran ayuda para ti en Babilonia… cuando usted se encuentra en Babilonia. Cuando usted se encuentra en Babilonia usted necesita una fe invencible, una fe que no se deja vencer. Y hermanos, tarde o temprano el Señor permite que sus hijos confronten una Babilonia.
Yo no sé si usted está en Babilonia, ha experimentado una Babilonia, una Babilonia ha visitado sus familias. ¿Por qué no hacemos un examen aquí rápido? ¿Cuándo sabemos que estamos en Babilonia? Hermanos, no estamos hablando de un día fuerte en el trabajo, no estamos hablando de que te rayen el carro en el parqueo, por más que eso nos molesta. No estamos hablando de esos retos, estamos hablando hermanos… uno está en Babilonia como Daniel cuando confrontas una situación y esto puede acontecer en un momento. Una llamada, un e-mail, un texto, de momento tu vida cambia. De momento confrontas una situación tan abrumadora que de una vez pone a prueba todo lo que usted ha aprendido acerca de Dios y todo lo que usted ha aprendido acerca de quién es Dios para ti y tú para Él. Pone en tela de juicio toda tu relación con Dios y todo lo que tú has aprendido hasta ese momento acerca de Dios. Te borra de un momento los linderos espirituales, te daña tu brújula espiritual. Eso es lo que hace una Babilonia. Uno sabe si está en babilonia, si como David en esa situación, toda la vida que usted conoció –en su caso el templo, los sacerdotes, las viñas de Judá, los rostros de su familia, sus vecinos, en un momento desaparecen, no la vemos, una vida totalmente desconocida, totalmente otra. Job es otro ejemplo hermanos, que en un momento en un par de días pierde hijos, provisión, salud.
Hermanos, ¿el libro de Job no es tan exagerado? En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, su… –todo lo que usted conoce de su familia, no es ni siquiera su familia, esto es lo poderoso. Es la imagen que usted tiene de su familia es reconfigurada en un momento. Ese esposo que ayer tú lo conocías como un hombre responsable, sobre el cual descansaba tu confianza y tu corazón va y se corre con otra, guau, tu vida es diferente de ese momento en adelante. Esos hijos, esos niños que tú cargabas, de un momento sea un embarazo inesperado, sea una llamada de la escuela, o peor del cuartel, y ya es otro hijo. Ya es otra situación. Ya esto es otra vida, esto no es lo que usted esperaba. Tu provisión. En un momento, en par de días, este es el drama que los Estados Unidos ha estado vivienda, fortunas se pueden perder en un abrir y cerrar de ojos… fortunas, casas desaparecer, carreras de 20, 25 años, 30 años, desaparecer. Una Babilonia.
Su salud, hermanos, nuestros cuerpos son la cosa más frágil que se ha inventado, y un diagnóstico, una pelota que sale, un dolor de cabeza que no se explica y de momento ya tu vida es otra. Bienvenido a Babilonia. Bienvenido a Babilonia. Y la cosa de Babilonia es esto, cuando esa nube pasa, cuando ese choque inicial pasa y la experiencia emocional inicial pasa y te secas las lágrimas, aún así te quedas con la realidad de los escombros de esta nueva vida. Y esta es la cosa, hermanos, uno no sabe una crisis de este tamaño puede ser de un día, pero más bien uno sabe de antemano que esto no va a pasar en un día o dos. Cuando uno está en Babilonia uno sabe que aquí estaremos tal vez meses, tal vez años, tal vez toda su vida. Hermanos, entonces, primeramente, ¿por qué Dios permite algo así? Un Dios justo, un Dios bueno, un Dios que te ama, un Dios que tú has confesado como tu Dios, un Dios que tú has adorado, un Dios que tú has servido fielmente. ¿Por qué Dios permite algo así sobre su vida? ¿Por qué?
Bueno hermanos, le doy por lo menos dos razones, primeramente hay implicaciones personales para su fe. Hay implicaciones personales. Francamente hermanos, cualquier fe que vale la pena será probada, tarde o temprano. Any faith worth having is a faith worth testing. Cualquier fe que vale la pena a lo largo será probada. Como declara la palabra en el libro de Santiago, la fe sin obras es muerta. ¿Y qué quiere decir eso? Su fe, antes de que sea probada, antes de que pase por una Babilonia… su fe es una profesión, usted lo que tiene es una profesión de fe, eso es importante. Usted lo que tiene son declaraciones de fe, es teología y eso es precioso. Pero, hasta que usted no pase, hasta que el Señor no permita que usted pase por el fuego refinador, esa fe no se activa en una vida ferviente y dinámica y poderosa en el Señor. Imagínate… su vida antes de que pase esta prueba de fe es una colección de talentos y dones y promesas de parte del Señor. Elementos inertes, allí juntos que hasta que el Señor no prenda la llama y comience a derretir esos talentos en mezclarlas con lágrima y quebranto y ahora sí está sacando la Palabra, y ahora sí está comenzando a ejercer ciertos dones, ahora eres un hombre, una mujer de fe. Y ahora brillarás porque en ese fuego el Señor separa las impurezas, el Señor separa la escoria del oro. Y hermanos cuando usted pasa por esto su fe brillará.
Hay implicaciones personales. Pero, hermanos, yo quiero enfatizar esta otra implicación. Otro tipo de fuego refinador y purificador, y es las implicaciones que hay de su sufrimiento y su prueba sobre el reino de Dios. ¿Qué quiere decir con eso? El Señor te ha invitado a un drama eterno. No pierdas de vista eso. Hermanos, mientras usted esté viviendo su vida, mientras usted esté caminando sobre esta tierra no pierda de vista su drama en relación al drama espiritual que se está librando en lugares invisibles. ¿Qué quiero decir con esto? Preguntémonos, ¿qué necesidad tenía Nabucodonosor de tomar de rehén la crema de Judá? –estos muchachos y llevarlos allá. Él ya había hecho lo que le dio la gana con Jerusalén, ¿verdad? Destruyó sus muros, quemó el templo, mató los sacerdotes, de remate toma los instrumentos de adoración del templo del Señor forjada con oro de las ofrendas del pueblo, él toma estos utensilios del templo del Señor. ¿Cómo te sentirías tu, hermano? Y de momento él lo lleva a Babilonia y lo entrega a sus Dioses paganos como un símbolo gráfico, culminante, de una victoria completa –de una conquista.
Qué necesidad tenía él de llevar a estos muchachos de rehén e incorporarlos a su corte, y adoctrinarlos a su cultura y en su manera de pensar y su política. ¿Qué necesidad hay? ¿Sabe por qué? Y aprenda esto bien, aprenda esto bien. Cuando estés en Babilonia. ¿Sabes por qué era tan necesario que hiciera esto? Porque no hay… –la conquista no es completa hasta que uno no se rinda voluntariamente. La conquista no es completa hasta que el enemigo provoca que usted diga, hasta que él oiga de tus labios, ¿ya para qué? Ya no hay esperanza, ya la guerra terminó, ya mi Dios ha muerto y con mi Dios sus promesas. Como declara Pablo en 2ª de Corintios, mira si Cristo –en el contexto de la resurrección del Señor–, si Cristo no ha resucitado en vano es nuestra fe, en vano es nuestra fe. Comamos, dancemos, vivamos, ¿para qué? Ustedes ven lo absurdo que es la declaración de Daniel de no contaminarse en este trasfondo, si es que uno está convencido que la guerra está perdida ya. Pero el Señor sabe, en esta controversia con Satanás, desde antigüedad, Él siempre ha mantenido algo. El Señor ha mantenido. Es más yo, –forgive me God–, Él ha apostado que una minoría, un remanente, tal vez hasta un alma is enough for God. Una alma rehusará, se negará a rendirse. Okay, venga la prueba. El fuego arrasa con todo lo Santo, con todo lo divino, con toda la religiosidad, con todos los aparatos, con todo. Y Él mantiene que cuando ese fuego, esas llamas mueran, quedará por lo menos un Noé. Quedará por lo menos un Abraham. Quedará por lo menos un Josué, un Caleb. Quedará por lo menos un Job. Quedará por lo menos un Daniel.
El Señor permite esto, permite estas Babilonias en esta controversia espiritual porque Él dice ahora en este contexto veremos haber quién me ama, en este contexto tan negativo veremos quién todavía me llama, quién aún me busca… quién aún confía en mí y de esa persona, aunque sea un alma, de esa vida yo puedo crear esa nación. De esa vida yo puedo crear toda una generación inconquistable. Satanás no tiene estrategia con alguien así. Y en este fuego refinador, el Señor está buscando almas con ese ADN espiritual. That’s you. A eso el Señor nos ha llamado. Entonces, hermanos, no te olvides hermano que esto es guerra. No solamente que esto es guerra, pero como decía Louis, nosotros somos parte de un ejército de resistencia. Nosotros vivimos, como él declaraba, en terreno ocupado por el enemigo, this is occupied territory. El enemigo ha usurpado este terreno, esto no es de él. Y tú eres parte del reino legítimo y nosotros vivimos aún, aunque todo alrededor parece que el enemigo se ha apoderado de todo, nosotros vivimos con esperanza… –es más, la certeza, la certeza entre poco habrá una invasión.
Como en la segunda guerra mundial, tú estás en Francia es el año 1944, los alemanes se han replegado de París por más de cuatro años y tú estás seguro que cualquier día tu redentor llega, Y habrá una liberación. La fe es la certeza de lo que no se ve, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Y hermanos en este contexto lo que se espera y no se ve es la victoria, esa victoria y tú la abrazas, tú la esperas, tú la besas… aunque todo a tu alrededor te diga esto es absurdo –esto es absurdo. ¿Entonces cómo lo hace? ¿Cómo lo hace en Babilonia, hermanos? Are we going to make it out of Babylon, ¿cómo nos formamos en un ejército de resistencia debilitando al enemigo y abriéndole paso a nuestro rey que nos viene a redimir. Sabe qué, tres consejos. Primeramente, hermanos, en Babilonia busca al Señor, por decisión y no emoción. En Babilonia busca al Señor por decisión y no emoción. Qué quiero decir con eso, usted puede reducir este punto en esta palabra: disciplina, discipline… disciplina espiritual.
¿Qué quiero decir con esto, hermanos? Esta declaración de Daniel, que él propuso la fuerza de esa palabra, proponer, habla de determinación, eso implica disciplina. Eso implica venga lo que venga, ve alo que yo vea, yo me propongo mientras el Señor me de vida hasta que el Señor restaure Israel, yo me propongo no contaminarme. ¿Y cómo hace esto? Hermanos, en campos de guerra, en campos de prisión de soldados de guerra o soldados en un campo de concentración, tienen la costumbre de mantener ciertas disciplinas aún mientras ellos están presos, que parece un poco ridículo. Usted ha oído esto, ellos se saludan como soldados, ellos respetan su rango aunque ya para ellos se supone que la guerra ha terminado porque son presos. ¿Qué hacen ellos? Poniéndose su uniforme. ¿Qué hacen ellos? Arreglando su uniforme. ¿Qué hacen ellos? Desfilando todas las mañanas. ¿Qué hacen ellos? Haciendo ejercicio y manteniéndose en forma. ¿Qué hacen ellos? Saludando la bandera si les permiten. ¿Por qué? Estas son disciplinas que los ayuda a sobrevivir aún cuando todo a su alrededor le dice, véncete. Y esto es lo que hacía Daniel, no vamos a ir a este texto, pero ustedes conocen la historia de Daniel y la fosa de leones, hermanos. Allí declara la palabra que él solía llegar delante de la presencia del señor, tres veces al día, como un reloj por años. Esto fue un reloj, esto es una disciplina, con ganas o sin ganas abría las ventanas hacia Jerusalén y allí buscaba el rostro de Dios.
Y hermanos les voy a decir, –les voy a advertir–, en Babilonia, especialmente Babilonia, te van a faltar las ganas, te van a faltar las ganas. Te van a faltar las ganas de alabar al señor, te van a faltar las ganas de buscar su rostro, te van a faltar las ganas de oír de Él. En Babilonia eso es especialmente peligroso, porque como Daniel descubrió, él estaba rodeado. El reino de Nabucodonosor, Babilonia estaba donde quiera, donde quiera. Él estaba rodeado de la comida, de las normas, la cultura y la inmoralidad de Babilonia. Hermanos, él nadaba en aguas de conquista como un pez. Y así es tu vida. Si usted se deja, hermano, esas aguas de depresión, esas aguas de mira ya tira la toalla y negatividad, esas aguas que tal vez usted confrontará aún en el camino de su casa al trabajo, del trabajo al hospital, o del hospital a tu hogar. Eso te va a agotar. Tarde o temprano, a menos que usted con disciplina llegue delante del señor, y dice Señor yo tal vez no entienda esta situación, tal vez yo no sé qué hago en Babilonia o qué hice yo para merecer eso, pero yo declaro aunque mi corazón no lo sienta, yo confieso que tú estás en tu trono, que tú estás en control y Padre, mi corazón te busca y pido Señor que tú espíritu, ese espíritu que intercede con gemidos indecibles… Padre que tú espíritu viniste a mi espíritu, que yo soy aún incapaz de ministrarte a ti, ni siquiera te puedo dar la adoración en este momento que tú mereces, pero tu recíbela.
Hermanos, esas son las oraciones que más honran a Dios. Esas oraciones que vienen de decisiones y no de emoción. Esas oraciones que nacen de principios y disciplina. Él oraba tres veces al día. Hermanos, no dejen ir por lo menos una vez al día, antes de su primera decisión, antes de su primera conversación esté delante de la presencia del Señor. Enchúfate con el Señor antes de que salga a Babilonia, punto número uno. Punto número dos, hermanos, le voy a pedir que pasemos a Jeremías, capítulo 29. Punto número dos. En Babilonia, y esto es más difícil que lo del principio, primeramente guarda disciplinas espirituales; segundo, en Babilonia hermanos sirve, en Babilonia ama, en Babilonia construye, en Babilonia determínate ser sal y luz.
El joven Daniel conocía el libro de Jeremías. En Daniel capítulo 9 está esta escena donde Daniel abre este rollo y está leyendo las promesas del libro de Jeremías, específicamente Jeremías 25 y Jeremías 29 que declara que dentro de 70 años el Señor levantaría el exilio de Jerusalén –de Judá de Israel, y que volvería el pueblo del Señor de toda la tierra y regresarían allí. Pero, Él también conocía el contexto de esa promesa. Declara la palabra: "así ha dicho Jehová,” versículo 4 mis hermanos, “así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, á todos los de la cautividad que hice trasportar de Jerusalén a Babilonia, en Babilonia edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos, y para que tengan hijas; y multiplicaos ahí, en Babilonia, multiplicaos y no os disminuyáis. Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz.”
Daniel tomó esto de corazón, él fue… el libro de Daniel para un líder es imprescindible, hay que leerlo porque habla de un hombre libre de corrupción, habla de un hombre que servía sin negligencia, es un tremendo líder. Un tremendo líder. Y hermanos, él servía de todo su corazón, bendecía a estos hombres, servía rey tras rey aún cuando hubiera golpes de estado, y hubieron unos cuantos en los 70 años que estuvo Daniel allí, próximo reinado el lo sirvió con el mismo, con la misma excelencia que él servía el anterior y hermanos mientras él hacía eso el Señor lo bendecía, mientras usted haga eso sobre la marcha, usted se levanta y tú dices bueno aquí va, estoy en Babilonia y yo me puedo dar, yo me puedo entregar a la depresión, yo me puedo quedar en casa con mis pantuflas y mi bata y puedo hacer… dejar que mi barba crezca y me puedo convertir en un ermitaño…
O puedo salir por esa puerta y declarar que soy un hijo de Dios y es aquí que el Señor va a florecer mis dones, es aquí que el Señor –fue en este contexto, sin Babilonia las revelaciones que el Señor le dio a Daniel no hubiese sido posible. Sin Babilonia los dones que el Señor le había… que estaban inertes en él no hubiesen florecido. Este hombre se convirtió en un profeta del Señor, un instrumento en las manos del Señor. Pero, hermanos, vino de una decisión de primero obedecer la palabra del Señor, de orar por el Shalom, la paz de todo su alrededor. Hermano, ame aún en Babilonia, ame aún a aquéllos que son responsables por su Babilonia, ame, sirva, bendiga a aquéllos que son responsables por su cautividad aún. Se oye radical, se oye radical, pero esto es guerra de resistencia. This is a resistance warfare, a lo largo tu fe sólo se aumentará, y a lo largo como pasó con Daniel, el nombre del Señor será exaltado y glorificado sobre tu vida.
A lo largo reyes paganos, esto es lo que te va a acontecer, los que son testigos de tu vida, los que son la gente que están mirando tu drama de lejos… estoy hablando de ángeles, sí, estoy hablando de demonios, pero tus vecinos y por así decirlo los reyes paganos se verán obligados a declarar no hay un Dios que salve como el Dios de Daniel. No hay un Dios que salve como el Dios de ese muchacho. No hay un Dios que salve como el Dios de esa hermana. Yo no me explico cómo ella se levanta por la mañana, yo no me explico cómo ella se viste, yo no me explico cómo ella como ella va y hace sus cosas con diligencia, yo no me explico esa sonrisa, yo no sé, pero no hay un Dios que salve como el Dios de esa hermana. Jehová sea glorificado aún en Babilonia, mis hermanos. La resistencia del enemigo cae y es corrompido aún de adentro por fuera.
Finalmente hermanos, no dejen esto, en Babilonia viva, en Babilonia viva esperando su redención. En Babilonia viva esperando su redención, viva como un peregrino, un extranjero, sabiendo de dónde usted salió. Hermanos, y yo creo que esto es el secreto de Daniel, él pudo entrar aún como un jovencito en esa corte y confrontar esta realidad y mantener su integridad y mantener su santidad y hacer lo que le pidieran que haga porque detrás de él... él se amarró esta promesa. En el versículo 10, de Jeremías 19 el Señor le promete, “porque así dijo Jehová, cuando en Babilonia se cumplan los 70 años, yo os visitaré y despertaré sobre vosotros mi buena palabra para haceros volver a este lugar.” Hermanos, de gratis porque estamos ya en ese vecindario, me encanta este versículo, y tú recibe esto también. Porque en Babilonia es muy difícil creer esto, más que en otro lugar, tu Dios te promete, hermano. Aunque todo tu alrededor te diga lo contrario, aunque todas las circunstancias te digan otra cosa. Aunque usted se crea que tu Dios te abandonó, que no hay solución, que todo está perdido, que no hay razón porque despertarte en la mañana, el Señor te promete yo sé los pensamientos que tengas dentro de vosotros, pensamientos de paz no de mal para daros el fin que esperáis. Daniel se levantaba cada mañana y se acostaba cada noche marcando los días… marcando los días. Abrazando esta promesa.
Hermanos, conozcan las promesas del Señor. Conozca las promesas del Señor, indaga, nade en las promesas del Señor, bébelas, digiérelas, escríbalas, memorízalas, amárralas sobre tu corazón, escríbelas, como dice la palabra, sobre las tablas de tu corazón, escribe tu nombre en ellas, personalízalas. Hermanos, sueños que no se han realizado, pero marca los días. Promesas del Señor que aún no se han cumplido, pero marca los días. Oraciones que aún el Señor no ha contestado, que han pasado un año, han pasado cinco años, han pasado diez años, han pasado quince años… marca los días, márcalos –márcalas. En esta controversia el Señor te va a mostrar que Él es fiel. A los 80, 90 años Daniel aún iba delante del Señor, y cuando mira como un reloj cuando se cumplió los 70 años él vino delante del Señor y dice Padre, ¿y ahora? ¿ahora qué? Yo he esperado toda mi vida, yo he esperado, yo he confiado en ti, cumple tus promesas. Hebreos, 11. Declara que en versículo 13 de Hebreos 11, conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido. La ironía hermanos es que Daniel –la tradición es que Daniel nunca regresó a Jerusalén pero que Dios lo usó para ser de influencia con el Rey Sido de Persia, porque estaba en su corte... y esa liberación -él fue el vaso que el Señor usó. Y aunque él no llegará allí, dice allí, “sino mirándolo de lejos y creyéndolo y saludándolo y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra, porque lo que éstos dicen ciertamente dan a entender que buscan una patria pues si hubiesen estado pensando en aquellos a donde salieron, ciertamente tenía tiempo de volver.” Pero declara el Señor, anhelaban una mejor. Anhelaban una mejor. Anhelaban… esto es lo celestial, por lo cual Dios, y hermano recibe esta palabra, Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad.
Hermanos, aunque los saludemos, aunque usted salude su redención de lejos, tome a sus… si tiene hijos, tome a sus hijos, si tiene nietos, tómelos… ponle las manos, pásale la promesa a ellos, pásale esa herencia a ellos, pásale ese ojo de guerrero a ellos. Creemos, hermanos, una generación invencible. Pongámosle.
Esta fe que no se deja vencer, es una fe que declara aún en Babilonia 'grande es nuestro Dios, grande es nuestro rey, aleluya, Cristo vivo está’ esto es fácil hacerlo aquí en León de Judá con este equipo, luce allí, mis hermanos y es súper difícil declarar esto en Babilonia, sin el templo, sin todo lo que usted conoce. Pero yo te digo esta promesa, hermano, Dios sigue en su trono. El cielo y la tierra pasarán, su palabra jamás pasará. Hermanos, no hay una promesa que el Señor le haya hecho a usted que ha caído a la tierra, es más Babilonia solamente lo hace más precioso. Babilonia solamente nos hace anhelarla más, nos prepara más para ella.
Padre venimos delante de tu presencia con la certeza, primeramente Señor agradeciéndote por hacernos miembros de tu reino que es un privilegio que es incontable, Señor, primeramente afirmamos eso. No lo cambiaríamos para nada, no lo cambiaríamos para nada, Señor. No cambiaríamos esta salvación, no cambiaríamos el conocerte a ti, no cambiaríamos el privilegio de estar delante de tu presencia. Señor, no cambiaríamos ni siquiera para ganar mil años, no cambiaríamos un día en tus atrios, porque eso es precioso. Señor, venga lo que venga no podemos imaginar el mundo sin ti. Señor, el sol se apagará y tú sigues siendo Dios, Señor el cielo y la tierra pasarán, tú sigues siendo Dios, tú sigues siendo rey, tú sigues soberano, Padre y nosotros declaramos porque somos tu pueblo y somos pueblo de tu palabra y aquí tu palabra es ley, Señor.
Y aquí tu palabra en este espacio, tu palabra tiene autoridad, en este lugar y así declaramos a aquél que murió sobre una cruz y fue sepultado y aún sobre la muerte venciste y saliste conquistador. Señor, a lo largo, a lo largo toda lengua confesará que tú eres Señor. A lo largo, Padre, toda rodilla se doblará delante de ti, a lo largo, Padre, todos los reyes de la tierra, Señor, desde los días de Abel y Adán, Señor, hasta el día presente todos arrojarán sus coronas delante de ti y declararán, Señor, quién eres tú. Verán quién eres tú. Lo que nosotros hemos sabido dentro de nuestro corazón, con los ojos de la fe …… Padre, yo amarro esas promesas, yo amarro a mis hermanos a esas palabras ahora en el nombre de Jesús, yo amarro sus vidas a esas promesas ahora, Señor, en el nombre de Jesús. Yo amarro sus corazones, su economía, sus amistades, su familia, su generación, sus esperanzas, sus sueños a esas promesas, Padre. Yo declaro, Padre que no hay uno que te invoque como Dios, no hay uno aquí, no hay uno en este espacio que te invoque como Dios y rey que será avergonzado aún. No hay uno Señor que confíe en tus promesas que será avergonzado. No hay uno, Señor, que confiese, mi Dios vive y será avergonzado, Padre. You are alive, your kingdom rules, it isn't over, it isn’t over –no ha terminado, Padre, tu reino es establecido por una eternidad y a lo largo tuya es la victoria, tuyo es el honor. Tuya es la gloria.