Señor - mirame, reconoceme y usame!

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Esta mañana, el capítulo que nos tocó fue el capítulo 9 donde Saulo es tumbado de su caballo, se convierte al Señor y Dios le da un nuevo destino, un nuevo nombre, una nueva profesión. Pero mientras nosotros estábamos aquí adorando al Señor y declarando la liberación de los cautivos y declarando la liberación de esta ciudad, de esta región, de esta nación, y entendiendo que Dios nos ha llamado, hermanos, a ser un pueblo guerrero. Por eso nosotros tenemos el nombre de congregación León de Judá, porque Dios tiene un destino.

Ese nombre se lo dio el Señor a esta iglesia. No es que nosotros decidimos, oh, que bonito sería llamarla congregación León de Judá. No, nosotros nos llamábamos, Iglesia Bautista Central. Dios me dio ese sueño del león de la tribu de Judá ejerciendo su autoridad y sus señorío sobre poderes demoníacos que se posaban y ejercían su influencia sobre esta ciudad y Dios puso en mi corazón que así como Saulo fue llamado Pablo, así como Abran fue llamado Abraham, así como Sarai fue llamada Sara, así como Mara fue llamada Noemí, así como Jacob fue llamado Israel, que nosotros llamáramos congregación León de Judá y en ese nombre hay nombre hay mucho, mucho empacado, mucho ADN profético, empacado en ese nombre.

Y uno de ellos es el león ruge, el león es el señor de la selva, el león es un animal poderosísimo, irresistible. Cuando se lanza sobre la presa nadie lo puede resistir. Es feroz, no se atemoriza, no retrocede. Ha sido dotado para la cacería, la caza, para la guerra y nosotros hemos sido llamados, y yo creo que hemos sido dotados y estamos siendo ahora desarrollados para desempeñar la labor de ser una presencia en esta ciudad, de guerra, para adorar al Señor en una forma profética y consciente, sabiendo que no es simplemente declarar cosas poéticas y lindas y melodiosas, sino declarar y abrir y cerrar con llaves espirituales mientras nosotros cantamos, mientras adoramos, mientras celebramos y declaramos el señorío de Cristo.

Tenemos que vernos a nosotros mismos operando en el reino de las tinieblas y en el reino de la luz también, abriendo y cerrando, derribando y edificando, levantando muros y derribando muros, liberando y encadenando también poderes demoníacos. Y eso es lo que nosotros estamos haciendo esta tarde. No se crea que esto es simplemente algo emocional y, cómo dijéramos, no sé cual palabra usar, simbólico en el sentido puramente superficial de la palabra. No, no yo creo que en ese momento nosotros estábamos operando y estábamos debilitando.

El Señor me ha hecho claro esa idea de que así como nosotros liberamos a una persona del poder del diablo y la liberación muchas veces se da a través de una lucha, una confrontación con los poderes. Si usted ha estado en una situación de liberación, usted ve que los demonios, cuando tienen una persona comienzan con gran arrogancia, gran sarcasmo muchas veces, grandes declaraciones de su poder, y muchas veces los demonios mientras usted declara la liberación de esa persona, dicen, “no me voy, no me voy. Ella es mía o él es mío y yo no tengo que irme y no me voy a ir.”

Y comienzan muy arrogantes y entonces la persona que está llevando a cabo la liberación tiene la tarea de declararles a esos espíritus que ellos sí tienen que irse y que esa persona no pertenece a ellos y que ellos están ahí alojados ilegítimamente y que el poder del nombre de Jesús y la sangre de Jesús los saca y los ahuyenta y los derrota. Y ellos tienen que salir de esa alma porque no pertenece a ellos, sino que pertenece a Jesucristo.

Ahora, esa vida tiene que hacer su parte arrepintiéndose, reconociendo sus pecados, cerrando las puertas que le abrieron al enemigo y entonces Satanás tiene que huir. Pero esos espíritus entonces uno ve muchas veces a lo largo de una sesión de liberación, que van debilitándose, y debilitándose. Ya no son tan arrogantes, ya simplemente se están aferrando porque son obstinados y no quieren salir porque por alguna manera misteriosa la compañía de un ser humano, yo creo, que porque esos espíritus, dice la Biblia, que Dios los ha obligado a morar en prisiones de tinieblas.

Ellos habitan una dimensión oscura, frío donde la gracia de Dios no llega y esos espíritus están en una mazmorra, un calabozo espiritual, húmedo, frío y ellos saben que están condenados a una eternidad en una condición terrible. Y por alguna razón yo creo que la compañía de un ser humano o el ellos alojarse en un ser humano, de alguna manera les trae como descanso de su condición. Porque en esos seres humanos habita la gracia de Dios y la misericordia y la vida y ellos habitan una región donde no hay nada de eso.

Entonces cuando ellos entran en esas vidas, cuando ejercen su influencia también traen su maldad, traen su virus, traen su condición, y afectan a esas vidas. Su naturaleza ellos la imparten sobre esas vidas en las cuales están alojándose.

Por eso es que el demonio, por ejemplo, del endemoniado gadareno, o la legión que poseía al endemoniado gadareno, no quería salir y le suplicaban a Jesucristo que no los echara de allí. Cuando ese hombre endemoniado que habitaba en cementerios y en lugares tenebrosos, porque tenía espíritus que habitan en esas regiones. Cuando el Señor forcejea con ellos, porque el texto del gadareno sugiere que el Señor forcejeaba con los espíritus y les ordenaba que salieran y llega el momento en que ellos dicen, “no nos saques de aquí. Si nos vas a sacar envíanos aunque sea a unos cerdos”.

Es decir, ellos no querían estar en los aires, no querían estar solamente desprovistos de algún tipo de refugio y el Señor, por razones que nosotros no podemos entender, concedió su petición y permitió que salieran de ese ser porque los demonios no son como seres espaciales, en el sentido de que no ocupan espacio, ellos ocupan una región sobrenatural, espiritual. Podían estar legiones, era una legión, son cientos de soldados. Ese hombre estaba poseído de una manera… entonces el Señor los envió a otro lugar y entonces se despeñaron en los cerdos, seres inmundos y este hombre quedó libre, y entonces quedó en sus 5 sentidos.

Esos espíritus buscan posesionarse ilegítimamente y posarse sobre ciudades, sobre comunidades, sobre personas, se posan sobre gobiernos, ellos dirigen instituciones, dirigen movimientos culturales. El poder de las tinieblas es increíble, es inmenso, se manifiesta en muchas maneras diferentes. Pero se tiene que dar un forcejeo para que una vida sea liberada. Es una lucha de poder porque esos espíritus no quieren ceder ese territorio que ellos han conquistado y que esas personas le han permitido que conquisten. Y para ellos el ser desterrados de esa habitación confortable es la cosa peor. Y por eso es que hay que forcejear con ellos, hay que pelear con ellos.

Y la liberación de una ciudad, la liberación de un individuo no se da sin que primero haya una confrontación de poder. Y yo he vivido muchas veces esa situación de una persona poseída por el demonio que no quiere….

Para que una persona sea liberada hay que hacer fuerza, hay que hacer guerra. El Señor Jesucristo dice que para, como yo decia antes, para saquear la casa de un hombre fuerte, y Satanás y sus demonios son una fortaleza, primero hay que atarlo y entonces uno puede saquear su casa.

Satanás se ha atrincherado sobre naciones, sobre ciudades, sobre individuos, sobre movimientos culturales, sobre instituciones de trabajo social, universidades. Generalmente los demonios con que nosotros nos encontramos y confrontamos, son demonios de categoría mucho menor. Yo creo que hay generales y hay príncipes demoníacos que rigen sobre ciudades. Son seres exaltados que gobiernan sobre grandes movimientos y grandes territorios. Esos demonios generalmente nosotros no los encontramos sobre una persona, ellos son demasiado exaltados para eso.

Porque el reino de las tinieblas es un reino exaltado. Es un reino demoníaco, psicópata, enfermizo, desterrado por Dios de las regiones de gracia, pero es un reino y ocupa una autoridad, pero una autoridad maligna y hay rangos. Y hay rangos de demonio que ocupan regiones muy altas y contra esos principados, la iglesia de Jesucristo tiene que entablar guerra y declarar señorío de Jesús en fe, declararlo en autoridad, y yo creo que cuando nosotros hacemos guerra espiritual es como si nosotros estuviéramos ejerciendo una liberación al nivel de una ciudad, de vecindarios.

Yo siento que Dios nos está llamando en este tiempo a emprender la liberación de ciudades, no de un individuo sino de una ciudad completa. Y como en la liberación de un individuo, Satanás no va a decir simplemente, ah, okay, me dijeron que me fuera, pues, me voy con la colita entre las piernas. No, hay que forcejear, hay que hacer guerra persistente. Hay que cansarlos, hay que agotarlos, hay que limar su energía y su fuerza hasta que se den por vencidos.

Y eso es lo que nos habla aquí en el libro del Éxodo, y lo que yo escuchaba en mi espíritu mientras estábamos aquí haciendo ese forcejeo que se tiene que dar para que un pueblo sea liberado, para entrar en su verdadero destino. Esta nación, esta ciudad, esta región fue concebida por hombres y mujeres que querían dedicarle a Dios un espacio donde a Dios se le adorara y se le sirviera como Dios merece ser adorado. Esa gente vino de otras naciones aquí en el siglo XVII, en el 1620 llegaron los primeros puritanos a Plymouth para establecer una nación que fuera una luz sobre un monte.

Lo que pasa es que inmediatamente que un pueblo, un hombre, una mujer, declara su afiliación con el Reino de Dios, enseguida los poderes del diablo comienzan a hacer guerra y a tratar de limar su compromiso. Y es lo que pasó en esta nación. Con el tiempo esta nación ha ido perdiendo su derrotero y no es que nunca fuera perfecta, entendemos esto. Pero sí puedo decir, históricamente, si usted mira y a pesar de todos sus errores, y horrores que ha cometido, que fue una nación que comenzó con un sano propósito de servir a Dios. No eran perfectos. Quién ha sido perfecto en la historia de la humanidad? Cometieron sus errores, oprimieron, desterraron indios y otras personas y otras instituciones que estaban aquí y pueblos. Pero es que la historia procede en formas impuras.

Mire la historia de Israel y usted verá que es gente pecaminosa. Se cometieron errores, pero Dios tenía un propósito y Dios estableció que esta nación fuera una nación, una luz sobre un monte. Y esta nación hizo mucho bien, ha hecho mucho bien la historia de la humanidad, pero ahora en este tiempo ha perdido su derrotero, y el diablo se ha posesionado de ella, así como se ha posesionado de las naciones porque la humanidad le ha entregado el señorío a Satanás.

El señorío que Dios le dio a la humanidad, la humanidad se lo ha transferido a los principados y a las potestades. Y este es el tiempo que yo creo que Dios quiere hacer una gran obra y cosechar almas y traer muchas almas al conocimiento de Jesús. Dios tiene un propósito todavía para esta ciudad de redención y de sanidad.

Dios quiere restaurar vidas. En algún momento el Señor, en su momento él va a hacer juicio. Yo no sé cuándo va a ser ese momento, pero yo creo que Dios nos está llamando como pueblo ahora, a ejercer nuestro llamado para que ese pueblo cautivo, que es esta ciudad, esta sociedad, yo no sé cuál es el alcance de lo que Dios quiere hacer, no me voy a perder en eso, pero yo sé que Dios quiere liberar muchas vidas y Dios quiere liberar instituciones y Dios quiere liberar ciudades y el pueblo de Dios le tiene que decir, dejen a esas naciones, dejen esas ciudades salir para que sirvan al Señor. Dejen esas personas salir para que sirvan al Señor.

Y ese es el drama del Éxodo, ese es el drama del éxodo. El pueblo de Dios estaba cautivo en Egipto y Dios tenía un propósito. Dios levantó ese pueblo para que lo sirviera y le adorara y Dios permitió que su pueblo que estuviera un tiempo en Egipto y que se levantara, dice la Biblia, llegó un día, cientos de años después que José murió y trajo a su familia a Egipto, y Egipto sirvió como un lugar para que el pueblo de Dios creciera y pasara de ser unas 70 personas a ser un millón de hombres y mujeres y niños.

Y cuando llegó el momento declarado por Dios, el momento que ya le había dicho a Abraham que se tomaría para que su pueblo saliera de Egipto, faraón que hasta entonces los faraones anteriores a él, habían sido benévolos con Israel, este último faraón pone su bota sobre el cuello del pueblo de Dios y lo esclaviza y lo oprime.

Por qué? Porque Dios quería sacarlo de Egipto. El pueblo estaba demasiado cómodo y muchas veces cuando Dios quiere sacarnos a nuestro destino, hace incómoda la matriz donde estamos. Y yo siento que Dios nos ha dicho a nosotros, miren, ya el tiempo llegó para que ustedes sean cómodos. Y ahora yo quiero que ustedes entren en una postura de guerra, que se esfuercen y sean valientes, yo quiero que ustedes declaren mi verdad. Ustedes están en guerra porque yo quiero hacer algo grande, yo quiero libertar vidas.

Entonces, en ese momento Dios llama a Moisés. Por qué? Porque el pueblo de Dios clamó. Miren lo que dice en Éxodo 2:23, dice que:

“… Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre y clamaron. Y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre…”

Nosotros tenemos que clamar a Dios. Nosotros tenemos que decirle, Señor, mira la opresión en que está tu iglesia, mira tus iglesias muertas, mira tus iglesias oprimidas, mira tus iglesias donde el diablo impide que se manifiesten tus milagros. Mira las almas cautivas. Tu iglesia no tiene poder para que las almas se conviertan. Tu iglesia está adormecida. Tu iglesia está imposibilitada de jugar el papel profético al cual tu la has llamado. Tu iglesia está sumida en el pecado, en la mediocridad y la tibieza espiritual.

Nueva Inglaterra es un cementerio de iglesias, hermanos. Nueva Inglaterra está gobernada por leyes y principios que son contrarios al bien de la humanidad. Y gente que no entiende los principios espirituales que gobiernan el mundo y el universo, y que son niños espirituales, torpes, a quienes Dios ha entregado a una mente reprobada, dice la Biblia, están gobernando nuestras ciudades y nuestras naciones. Y la iglesia misma se ha contaminado con el espíritu de Egipto. Le gusta demasiado las ollas de carne y las cebollas y los ajos de Egipto.

Y nosotros tenemos que gemir y clamar. Si Dios ha puesto en nosotros un sentido de urgencia tenemos que gemir y clamar y decir, Señor, escucha el clamor. Estamos oprimidos.
Dice la Biblia que oyó Dios el gemido de ellos y se acordó. No es que a Dios se le olvidara, pero Dios como que trajo a memoria, en una forma judicial, lo que él le había dicho. Dice se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Él activó el pacto que estaba allí como adormecido. Es como el gris de las computadoras que de momento se torna negro y usted puede oprimir sobre el botón y entonces sale el programa.

Estaba allí en espera. Era el momento. Y cuando ellos gimieron se activó la voluntad de Dios y ¿saben qué? Ellos gimieron porque era el momento de gemir. Ellos no podían gemir antes de que Dios activara en su corazón y que Dios estableciera las circunstancias apropiadas para que entonces ellos gimieron. Ellos no gimieron en cualquier momento. Todo estaba construido exactamente como Dios quería.

Nosotros ahora es cuando tenemos que gemir. Es ahora, en este tiempo cuando Dios está diciendo a la congregación León de Judá, pueblo mío, yo quiero ahora que ustedes giman. Hay opresión, hay demonización, las cosas están oscuras, este es el momento de gemir. Este es el momento de clamar a mí.

Y cuando ustedes giman, en el momento en que yo he determinado, yo me acordaré del pacto que yo establecí con esta nación. Yo me acordaré de los pozos que fueron cavados hace tiempo, que están ahora segados por enemigos. Yo me acordaré para sacar esa cizaña que el diablo ha sembrado cuando mis hijos sembraron trigo y yo voy a ajusticiar eso. Yo me voy a acordar de los pactos.
Yo creo que hay propósitos que Dios tiene en este tiempo y cuando nosotros gimamos, y cuando clamemos al Señor como lo hicimos esta tarde, el Señor se va a acordar de su pacto.
Y dice la Biblia en el 25 que “… miró Dios a los hijos de Israel y los reconoció Dios…”
Los miró y los reconoció. Sabe que eso es todo lo que se necesita? Simplemente que Dios nos mire y nos reconozca como sus hijos, nos reconozca como su autoridad delegada aquí en la tierra, nos reconozco como el instrumento que él ha escogido para efectuar una liberación y para llevar a cabo un propósito eterno y santo.

Todo lo que se necesita es que Dios mire. Cuando yo tuve ese sueño hace años atrás del León de Judá sobre la ciudad de Boston, sobre una nube de arañas venenosas, yo siempre lo he dicho, lo que yo vi fue la cabeza del León de Judá como un plano pero vi sus ojos. Se me permitió ver sus ojos y eran ojos eminentemente humanos, sabios, compasivos, amorosos, pero también llenos de autoridad.

El león no tenía patas, no tenía cola, no tenía nada excepto un rostro y dos ojos que me impresionaron. Y esos dos ojos miraban sobre el escenario que estaba debajo de él. Y yo entendí en mi espíritu, cuando yo veía esos ojos que él, al mirar ejercía autoridad. Él no necesitaba moverse mucho, ni gritar mucho ni hacer nada, él simplemente miraba y yo entendí en mi espíritu que al él mirar, él decía “yo tengo autoridad sobre sus poderes. Yo los gobierno, yo determino su mover, yo permito que se muevan por el tiempo que yo determino. Pero yo estoy en control de eso.”

Y por eso fue que yo extendí mi mano y mi dedo, y dije tres veces desde abajo, desde yo estaba, tu eres el Señor, tu eres el Señor, tu eres el Señor. Porque lo que Dios necesita es solamente mirar una situación. Él no necesita inmutarse. Él no tiene que guerrear contra Satanás. El Señor es todopoderoso. Satanás no tiene el poder, Satanás se mueve solamente cuando Dios se lo permite. Y Satanás tiene el ámbito para operar en la medida en que Dios se lo permite. Y Satanás tiene señorío durante el tiempo que Dios se lo permite. Pero cuando Dios mira con autoridad dice, ya es el tiempo de que tu te vayas, él se tiene que ir. Ya es el tiempo de que mi pueblo sea activado. Ya es el tiempo de que mi pueblo sea liberado, ya es el tiempo de que mi pueblo reciba una fresca unción. Ya es el tiempo de que mi pueblo haga aquello para lo cual yo lo creé.
Cuando el pueblo de Dios recibe esa mirada de Dios y es reconocido como su representante en la tierra, es tiempo entonces de que faraón deje a su pueblo ir, para que su pueblo llene el destino que Dios tiene.

Yo creo que es el tiempo para que nosotros llenemos el destino que Dios tiene para nosotros. Pero tenemos que gemir y clamar delante de Dios. Dice que Dios miró y los reconoció. Nosotros tenemos que pedirle al Señor, Señor, reconócenos, extiende su cetro hacia nosotros y tócanos con tu legitimidad, y entréganos el señorío y la autoridad que nosotros tenemos.

Entonces, Dios llama a Moisés, y Moisés estaba siendo preparado. Hacía 80 años que Dios había preservado la vida de Moisés para que lo sirviera. Irónicamente Dios crió a Moisés en las mismas entrañas del diablo, del faraón, para estrujarle eso en la cara. Puso a faraón a que le educara a Moisés. Moisés creció como hijo adoptivo de la hija de faraón, y fue entrenado. Y las destrezas que Moisés adquirió en Egipto, Dios las iba a usar para liberar a su pueblo. Dios preparó a Moisés.

Nosotros estamos, ¿saben qué? Nosotros estamos en las mismas entrañas del diablo aquí en este lugar en 68 de la Northampton Street. Este es un lugar, aquí es un lugar mágico y magnético. No soy new age, pero aquí en esta área, esta área es un lugar magnético. Por eso ha habido aquí tanta maldad, tanta droga, tanto alcoholismo, hay tanta gente deambulante. El Southend y Roxbury es una de las áreas más concentradas de necesidad social y de servicios sociales.

Aquí está el manicomio más grande de toda Nueva Inglaterra. Sí, señor, aquí está, Solomon Carter Fuller Center. Hasta hace poco aquí estaba una de las licorerías, yo creo que la más grande de toda esta región, ahí mismo, Blanchards. El Señor la quitó, gracias a Dios y puso una farmacia.
Aquí está el primer centro de refugio para mujeres abusadas y reambulantes, y se llama Rosie’s Place, están en nuestro patio. Aquí está uno de los centros más grandes, y creo que es el primero sino definitivamente el primero más grande refugio para reambulantes en todo Pine Street Inn. Esa es una institución inmensa, multimillonaria para gente drogadicta, alcohólica, desahuciada y deambulante, está aquí, en nuestro patio. Aquí está el hospital en nuestra esquina, Boston Medical center, que antes era Boston City Hospital, antes era un lugar siniestro y de mala fama.

Si usted estaba herido o tenía que ser operado, usted no quería ir al Boston City Hospital. Ahora, se ha convertido en uno de los lugares mejores para trauma y otras cosas en toda Nueva Inglaterra, Boston Medical Center. Pero está aquí, un centro inmenso de necesidad.

Nosotros nos mudamos a un sitio que el frente teníamos Dog’s Café, una barra de mala muerte, controlada, creo, por la mafia, ahí en frente de nosotros. Dios lo quitó, gracias a Dios, puso un estacionamiento. Vamos a orar para que lo que venga allí sea de bendición y no de opresión y lucha para el pueblo de Dios.

Esta área por acá, y digo esto con respeto y el que no se sienta, perdóneme, pero esta área se ha convertido también en el centro de la comunidad homosexual para toda Nueva Inglaterra. Es el lugar más poderoso quizás el otro es por allá, Province Town. Pero este lugar aquí, el Southend es la fortaleza del homosexualismo. Y es un principado poderoso. Yo amo a los homosexuales, creo que Dios tiene propósitos para ellos. No somos mejores que ellos, los veo con compasión, amor, misericordia, y ojalá esta iglesia se llenara de homosexuales buscando liberación y sanidad de Dios. Y nosotros los recibiríamos, honrados de tenerlos, sabe? Y yo los bendigo en el nombre de Jesús.

Pero pido que el Señor rompa sus cadenas y los liberte, y pido que el Señor nos de la capacidad y el poder para romper sus cadenas si ellos quieren liberación. Que no les ofrezcamos simplemente teología barata y religión, sino que les digamos, Cristo te sana. Cristo te liberta y que Dios nos de el poder para así hacerlo.

Pero este es un lugar, esta área es un lugar de maldad y donde las tinieblas gobiernan mucho, mucho, mucho, y hay muchos gobernantes en esta ciudad que están vendidos a todo lo que tiene que ver con liberalismo. Esta es un área de racionalismo, de arrogancia contra Dios, de gente con grandes profesiones intelectuales, gente muy segura de sí misma, gente que mira con desagrado el pueblo que cree en el Dios vivo y en Jesús que es el Señor de Señores y Rey de Reyes. Mucha gente en esta zona y en estas áreas que están contaminados con el virus de la razón y del intelectualismo y de la autosuficiencia, y de la arrogancia contra Dios y el de creerse que la humanidad, el humanismo es el valor máximo de la humanidad.

Estamos en Egipto, en otras palabras, y donde nosotros estamos en el centro, como Moisés, Dios nos ha puesto aquí para que despojemos a los egipcios. Dios nos ha puesto aquí para ser un pueblo libertador, y ¿saben qué? Se ha escogido gente como nosotros, hispanos, negros, gente muchos de nosotros, que no tenemos gran educación, o gran dinero, pero Dios siempre le gusta usar a los pobres de la tierra, a los esclavos, porque usó a Moisés que era de una raza de esclavos y al pueblo hebreo que era una raza esclavizada, y los usó para derrotar a faraón.

Y Dios quiere usarnos a nosotros. No va a usar a las iglesias liberales que se han vendido a un Evangelio que no es Evangelio racionalista, y que han comprometido la verdad de Dios. Y no está usando a la gente rica ni está usando a una congregación distinguida.

Como dice el Apóstol Pablo, no sois muchos de vosotros ni muy distinguidos ni muy ricos, ni muy reconocidos, porque a los pobres y los débiles de la tierra, Dios los ha usado para avergonzar a los sabios y a los grandes. Y no es porque seamos mejores que nadie, simplemente porque somos quizás los peores, y los más pequeños.

Pero estamos aquí en las fauces mismas y en las entrañas mismas del faraón. Y yo creo que Dios está levantándose un pueblo aquí en este lugar, y está preparándonos para hacer grandes cosas y liberarnos. Y por eso Dios llamó a Moisés y Dios, en el versículo 7 del capítulo 3 dice:

“…Dijo luego Jehová, “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores, pues he conocido sus angustias y he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del Cananeo, del heteo, del Amorreo, del fereseo, del heveo y del jebuseo. Ven por tanto ahora, y te enviaré a faraón… - dice el versículo 10 - … para saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel….”

La reacción de Moisés, ya voy a arropar esto lo más pronto que pueda. La reacción de Moisés es la que quizás nosotros sintamos.

“…Quién soy yo, dijo Moisés, para que vaya a faraón y saque de Egipto a los hijos de Israel…”
Quizás tu te sientes, yo me siento descalificado, ciertamente yo no me siento como que una misión tan exaltada nos toque a nosotros. Y quizás tu te sientas, qué puedo yo hacer en mi vecindario, en mi familia, en mi ciudad para que Dios me use a mí?

Mira, Dios quiere usarte y todo lo que se requiere es que tu le creas al Señor y que consagres tu vida a él, y que tu camines delante del Señor, y que tu te abandones a los planes de Dios, y que tu creas que Dios te ha llamado para un gran propósito y que tu tomes en serio el llamado de Dios, que dejes de jugar a evangélico y te tornes en un guerrero de Dios y que clames al Señor, y te levantes un poquito más temprano y consagres de vez en cuando unas horas, una mañana a ayunar y orar, y buscar el rostro de Dios y decirle, Señor, qué tu quieres que yo haga en la economía de tu reino? Cómo tu quieres usarme? Qué tu quieres que yo haga para avanzar tus propósitos? Úsame a mí. Ilumíname a mí, capacítame a mí, dame tu poder a mí. Yo tengo ambición de hacer algo para ti, Señor, y estoy dispuesto a pagar el precio.

No te sientas inadecuado, la tarea es grande, pero mire cómo le contesta el Señor a Moisés, cuando dice quién soy yo? Dice,

“…Ven por tanto ahora y te enviaré a faraón para que saques de Egipto, los hijos de Israel... –entonces dice más adelante - … y él respondió, Ve, porque yo estaré contigo y esto te será por señal de que yo te he enviado. Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo serviréis a Dios sobre este monte…”

Hay mucha tela que cortar. Yo no creo que Dios nos va a hacer las cosas fáciles. Nosotros sabremos en última instancia que estamos en la voluntad perfecta de Dios cuando veamos su poder manifestado, cuando veamos lo que Dios nos ha llamado a hacer actualizado. Y un día, nosotros yo sé, que vamos a pararnos sobre esta congregación y vamos a ver la gloria que Dios habrá manifestado, los milagros que él habrá hecho, las señales que él habrá hecho descender, las vidas, las miles de vidas sanadas y salvadas para Cristo, portentos y prodigios que él habrá hecho. Y nosotros diremos, grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros. Y entenderemos que esto no era un juego. Esto no era una quimera, esto no era un sueño quijótico, sino que era un verdadero llamado de Dios.

Yo lucho continuamente con el sentir de que Dios me ha llamado, nos ha llamado a algo grandioso y dudo continuamente, les aseguro hermanos, y le digo, Señor, créanme, mientras yo estaba ahí adentro, durante el segundo servicio, mientras yo escuchaba la adoración al principio, yo decía, Señor, si esto no es de ti, esta expectativa que yo tengo de que tu vas a hacer grandes cosas, quítamelo. Yo le pido al Señor más veces que me quite este sentido de expectativa de que Dios va a hacer algo grande, a que me lo mantenga porque yo dudo, dudo, dudo.

Yo siento que lo que Dios me ha dicho es tan grande y tan pesado, que yo digo, eso es una quimera. Muchas veces mientras espero y espero digo, Señor, y yo le digo Señor, yo estoy muy contento de pastorear mi iglesia localmente, si eso es todo lo que tu tienes para mí, quita lo demás. Yo no quiero vivir porque eso me distorsiona mi manera de actuar y de esperar. Distorsiona mi vida. Si no es lo que tu has dicho, quítalo. Yo estoy cómodo simplemente siendo un pastor local y no ambicionando cosas demasiado grandes.

Pero yo creo que cuando Dios nos llama, esa es la respuesta, uno duda. Gedeón dice, “…cómo que tu me llamas, varón esforzado y valiente. Yo soy el más pequeño de mi tribu y mi tribu es la más pequeña de todo Israel…”

Uno siempre duda, Moisés dudó y hay una retahíla de rechazos de la voluntad de Dios. Quién soy yo? Dios dice, mira yo estoy contigo y cuando tu veas mi gloria manifestada, entonces tu vas a saber que era yo quien estaba hablándote.

Y uno tiene que lanzarse en fe, uno tiene que moverse en fe. Yo les aseguro, hermanos, que muchas veces la mitad de las cosas que yo digo, yo mismo no me las creo. Mientras yo las estoy diciendo algo dentro de mí está diciendo, y si no es verdad, si caes en ridículo, si declaras cosas que no se van a cumplir?

Pero en este tiempo yo tengo que declararlas por fe, de boca para afuera y Dios hará su obra en mi corazón. Porque creo que tenemos que declarar las cosas que Dios nos ha dicho, no podemos quedarnos callados. Él es quien sabe lo que hace. Este es el tiempo de gritar y decir las cosas que Dios tiene, aunque nuestra carne no lo crea, aunque nos veamos pequeñitos, pero Dios dice, yo voy a estar contigo. Y la señal que yo te voy a dar es que cuando tu veas lo que tu sentías en tu corazón que yo iba a hacer, realizado, entonces tu vas a saber que no eras tu sino yo quien lo puso en tu espíritu y en tu corazón.

Moisés hace una pregunta, “… si me preguntan cuál es su nombre el que me envié, quién le responderé que me envía? Y respondió Dios a Moisés, yo soy el que soy…”

Nosotros tenemos que anunciarle a los poderes del diablo, a la humanidad allá afuera, el que nos envía es el que yo soy el que soy. Es el Dios, Jehová de los ejércitos, el rey de reyes, el Señor de Señores, el todopoderoso, el omnisciente, el que es todo amor, todo justicia, toda verdad, toda santidad, toda autoridad. Ese es el que nos envía.

Y tenemos que presentarle a la gente un Dios vivo, un Dios soberano, un Dios que es dueño de todo. Y nosotros tenemos que decirles, ese es el que me envía, ese es el Señor que me envía.

Y lo último, en el versículo 19, capítulo 3, Dios le dice a Moisés, aún en el versículo 9 dice:
“… Dile a faraón por tanto nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto para que ofrezcamos sacrificio a Jehová, nuestro Dios….”

Hay mucha gente allá afuera que Dios quiere que lo adoren. Mucha gente que Dios quiere que declaren su señorío, hay mucha gente que Dios quiere convertir en adoradores, sanadores, predicadores, restauradores, consejeros, evangelistas. Están allá afuera y Dios quiere que lo adoren y nosotros tenemos que decirle a faraón, deja a ese pueblo ir para que adoren y sirvan al Señor. Déjalos ir de sus cadenas para que adoren.

Aquí está el punch line, aquí está el final. Dios le dice a Moisés:
“… Más yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte…”

Usted ve? Dios sabía que faraón no iba a dejar esa gente que representaba dinero, mano de obra, que facilitaba muchas de las cosas económicas de Egipto. Como aquí en Estados Unidos, esta nación no quería dejar a los esclavos ir porque representaban intereses económicos terribles. Y si esta nación liberaba a cientos de miles de esclavos, ya no tendría mano de obra para sus haciendas y para sus cocinas y para labrar sus tierras y para lavar su ropa. Y era como un adicto desintoxicarse inmediatamente, estaban demasiado adictos y por eso fue que esta nación, desde que declararon la independencia, ellos sabían lo que venía.

En el siglo XVIII ellos sabía que en algún momento, lo que ellos estaban declarando era una contradicción de esos negros que ellos tenían esclavizados. Ellos dijeron que todos los hombres han sido creados por Dios iguales, para perseguir el bienestar y la bendición. Y mientras ellos escribían eso, ellos sabían que había una cantidad de hombres y mujeres, no querían reconocerle su humanidad. Pero sabían que tarde o temprano ellos iban a tener con bregar con esa maldición y esa injusticia. Y como no quisieron soltar a esos pobres de la tierra por su propia voluntad, Dios los sacó con mano fuerte. Murió un millón de norteamericanos en la guerra civil. La guerra más horrorosa que hasta entonces se había dado.

Esta nación tuvo que pagar cada centavo ilegítimo y todavía están pagando con intereses todo lo que le han hecho a los nativos americanos, y a los negros y toda la opresión que han hecho. Porque Dios le cobra aún a su pueblo sus pecados. Tuvieron que dejar ir a esa gente, tuvieron que dejarla ir.

Pero el diablo no suelta sus cautivos, sabe, a menos que no sea por mano fuerte. Mano fuerte de quién? De Dios. La justicia de Dios, la palabra de Dios, la verdad de Dios, el amor y la compasión de Dios. Pero el diablo es un ser… él es el hombre fuerte, él no suelta las cosas a menos que no venga un poder más fuerte que él y lo obligue a soltar las garras sobre las cadenas que él tiene sobre la humanidad. El diablo no va a soltar Boston, no va a soltar Roxbury, no va a soltar el Southend, no va a soltar la juventud, no va a soltar los hospitales, no va a soltar a Harvard University ni a Boston Univerisity ni a Boston College, ni ninguno de esos sitios, no va a soltar el Southend, no va a soltar los centros de gobierno ni de finanzas a menos que no se lo arrebaten, a menos que no lo aten primero, a menos que un pueblo de Dios…

Y cómo ata el pueblo de Dios? Con su boca en la autoridad que Dios le ha dado. Él le dice a Satanás, deja al pueblo de Dios ir porque es necesario que ese pueblo lo adore. Y Dios permite que se de un forcejeo. Dios no lo da suelto. Esta iglesia está en un forcejeo por entrar en su destino y en su llamado, por entrar en lo que Dios tiene para nosotros. Y tiene forcejear con las fuerzas de las tinieblas para que dejen esta ciudad salir y por eso usted y yo tenemos que declarar.

Yo estoy hablando en sentido profético y me asusta lo que estoy diciendo, porque es un compromiso que tenemos. Nosotros tenemos dejarle saber a los poderes de las tinieblas, informarles, tienen que dejar ir las almas que Dios ha destinado, que salgan para adorarlo.

El Señor dice, “…Yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con todas maravillas que haré en él y entonces os dejará ir. Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis no vayáis con las manos vacías, sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huésped alhajas de plata, alhajas de oro y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas y despojaréis a Egipto…”

¿Saben qué? Dios tiene un tiempo de provisión, de bendición para esta iglesia, para nosotros. Los hebreos salieron con gran tesoro, grandes posesiones. Y sabe cómo fue? Dios los hipnotizó y la vecina hebrea fue donde su vecina egipcia y le dijo, quiero oro, quiero plata de la que tu tienes ahí en tu casa, dame algunas alhajas, dame algunas cosas metálicas preciosas. Y la egipcia como en un trance le dijo, está bien, te lo voy a dar. Y le entregó.

La guerra fue una guerra espiritual. Generalmente los ejércitos despojan a sus enemigos después de matarlos y ser matados. Pero en este caso fue gracia lo que imperó. Dios dio gracia. Dios hipnotizó. Todo lo que les robaron a los hebreos esclavizándolos, Egipto tuvo que dárselo de buena gana. Y cuando salieron de Egipto salieron bendecidos, salieron prosperados, salieron con un buen depósito para iniciar su nueva vida.

Y así, yo creo, que Dios tiene despojos para nosotros, hermanos. Si nosotros hacemos la voluntad de Dios, Dios tiene bendición para nosotros, pero primero hay que guerrear. Faraón no va a dejar a sus víctimas salir a menos que no sea con mano fuerte. Primero tiene que haber un drama, primero tiene que haber plagas, primero tiene que haber guerra, primero tiene que haber confrontación, primero tiene que haber clamor, primero tiene que haber declaración de la voluntad de Dios, y al final de esa confrontación viene la bendición, vienen los despojos, vienen las almas libres, y el pueblo de Dios es soltado para que vaya y adore al Señor como Dios quiere que lo adoren.

Vamos a ponernos de pie. Y esa es la palabra de Dios para esta congregación, para ti y para mí. Es el tiempo de la madurez. Es el tiempo de la adultez. Es el tiempo de dejar de jugar a las muñecas. Es el tiempo de poner las muñecas a un lado y coger una espada, coger un mazo, coger un martillo, coger un cañón, coger una daga en el espíritu y comenzar a usar esas armas.
Dice la palabra que las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Toma en tu mano ahora mismo un arma, levanta tu mano y ahí tu tienes un arma. Créelo en el nombre de Jesús. Yo tengo un arma ahora mismo. Yo tengo un arma, me parezco a mi hermano Sanabria, yo tengo un arma, ese es un chiste privado. Tengo un arma en la mano ahora mismo, levántela esa arma. Esa arma Dios la pone en tu mano. Tienes un arma ahí, mi hermano, mi hermana, algunos tienen hasta dos armas. Esta hermana tiene las dos manos levantadas.

Tienes un arma en tu mano. El Señor pone un arma, una palabra, el Señor pone a weapon. Pone una espada, pone un mazo, pone un escudo, pone un proyectil, pone una lanza en tu mano, pueblo de Dios, yo lo entrego en tu mano. Yo entrego armas espirituales, armas luminosas, armas de amor, armas de compasión, armas de misericordia, armas de libertad, armas de prosperidad, armas de lucidez espiritual para que la gente sea liberada.

Yo pongo en el nombre de Jesús en tus manos armas de guerra espiritual. Corazón de guerrero, identidad de militar, confianza de príncipe, actitud de realeza, corazón sacerdotal, pueblo, para que tu entres en el territorio del diablo y le digas a los demonios, déjalo ir, déjalo ir, déjalo ir porque el Señor dice, déjalo ir para que vaya y adore al rey de reyes y al Señor de Señores.

Y le decimos a la ciudad de Boston, Boston eres libre y decimos a Satanás y sus poderes, deja ir a esta ciudad, deja ir esta nación. Deja ir la juventud, deja ir las instituciones para que sean libres y para que vean la verdad y entiendan quién es el verdadero y cuál es el verdadero y único camino en el nombre de Jesús.

Recibe tus armas, pueblo. Yo recibo mi arma en este momento en el nombre de Jesús. Recibo mis piedras y mi honda en el nombre de Jesús para lanzarlos contra la frente misma del gigante, en el nombre de Cristo. Recibe tus armas, pueblo de Dios. Te bendecimos, Señor. Este pueblo lo comisionamos como un pueblo guerreros, lo comisionamos como un pueblo militar y bendigo su boca, su mente, su corazón, su cuerpo.

Y, Padre, cubrimos esta comunidad con la sangre del cordero, porque Satanás es vengativo y cínico. Satanás, tu no tienes parte ni suerte con este pueblo. No tienes poder para hacer daño en él, no tienes poder para hacer estragos ni confundir, ni dividir. Yo declaro salud y protección sobre este pueblo, sus hogares, sus familias, su salud, sus hijos, sus finanzas en el nombre de Jesús.
Y nosotros iremos y saldremos y adoraremos al Señor fuera de Egipto y haremos su voluntad y despojaremos a Egipto para gloria del nombre de Jesús. Gracias, Señor, gracias, Jesús. Recibe tus armas, pueblo, recibe tu comisión, pueblo.