25 de abril del 2011 - Por Betsy Behan
"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, sino que ha resucitado".
Lucas 24:5b-6a
Hace años mi abuela comentaba que antiguamente en los días de semana santa no se hacía ruido en las casas y que las emisoras de radio como también los canales de televisión tenían una programación especial y entre otras cosas decían que si alguien se bañaba en la playa se convertiría en sirena. Hoy, los días de semana santa son muy diferentes. Lo que sigue siendo igual es el sacrificio de Jesús de morir por nosotros.
Aunque han pasado miles de años de ese acontecimiento, su propósito sigue siendo el mismo. El Señor Jesús murió por ti y por mí, por nuestros pecados. El poder de Su sangre, roja como el carmesí, nos limpia de nuestros pecados y fue simplemente por amor. ¡El no sólo murió, sino también resucitó, venciendo a la muerte! ¿Resucitó Jesús en tu vida?
Sabemos que El murió, y resucitó. Ahora bien el asunto no está en saberlo, sino aceptarlo como tal. La determinación de aceptar ese sacrificio, su muerte, el precio que el pagó para que seamos salvos es personal, y espera por cada uno de nosotros. Cuando aceptamos al Señor como nuestro salvador, Su sacrificio se hace vivo, y a la misma vez El resucita en nuestras vidas. Pasamos de muerte a vida; las cosas viejas, y el hombre viejo quedaron en el pasado; somos nueva criatura en Cristo Jesús. ¡Su resurrección se hace viva en nuestras vidas!
¿Resucitó Jesús en tu vida? Te invito a dar el paso más importante de tu vida. No es nada complicado, aceptar al Señor Jesús como tu salvador, es aceptar ese sacrificio, y su resurrección permitiéndole que more, y viva en tu corazón. Si ya diste ese paso sabes lo maravilloso que es tener como guía al Rey de reyes y Señor de señores; ahora bien siempre es bueno renovar nuestros votos al Señor, y esta es una buena ocasión. Cortésmente te invito.
Señor Jesús, reconocemos que somos pecadores, aceptamos el sacrificio de morir por nuestros pecados. Límpianos con Tu sangre, te aceptamos como nuestro salvador y Señor, también renovamos nuestros votos ante ti, te queremos servir en espíritu y verdad. Que Tu resurrección se haga viva en nuestras vidas cada día. ¡Amén!