9 de mayo del 2011 - Por Miriam Carrasquillo
"... Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuan grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y como ha tenido misericordia de ti" Marcos 5:19
Recientemente mientras conversaba con una amiga que hacía años no conversaba, me trajo a la memoria numerosos milagros de sanidad que Dios ha hecho entre los míos. De los cuales me deleito en testificar, para exaltar las maravillas de mi Dios, y para que su nombre sea eternamente glorificado.
Mientras platicábamos me preguntaba por mis familiares que habían estado enfermos. A medida que se interesaba por cada uno individualmente, le fui respondiendo: me preguntó por mi hijo, el cual tuvo dos operaciones cuando niño - y ella pensaba que sufriría de esta condición toda su vida. Le contesté que mi Dios hizo una obra preciosa en él, y nunca ha tenido problema alguno al respecto. Me preguntó por mi hermana a la que le habían dado varios años de vida, le contesté que mi Dios hizo un milagro poderosísimo, y la sanó por completo. Me preguntó también por mi anciana abuelita, a la que ella creía ya fallecida por su edad, y por su condición de salud: le dio cáncer (Dios la sanó), un derrame cerebral (Dios la curó) - Grande, y misericordioso es mi Dios. Más grande que los cielos es su misericordia (Salmo 108:4). A medida que platicábamos mi corazón se llenaba de un gozo profundo, y todo mi ser adoraba al Señor.
Todos nosotros de una forma u otra hemos experimentado la misericordia, y el gran amor de Dios en nuestras vidas. Meditemos por un momento en ello... traigamos a la memoria aquellos milagros (grandes y pequeños) que el Señor ha hecho entre nosotros. Animémosno a testificar. Digámosle al mundo cuan grande es nuestro Dios, y cuan grande es su misericordia. Imitemos a los antiguos en esto. Ellos contaban fervientemente los maravillas que Dios hacia en sus vidas, pasando sus historias de generación en generación, glorificando siempre el nombre de Dios con sus testimonios. Lo hizo Moisés plasmando en el pentateuco las grandezas que Dios hizo con su pueblo. No quedándose en silencio, pregonó en sus escritos, como Dios los condujo hasta la tierra prometida, dándoles a conocer su poder, y su gran amor para con ellos. Cristo les encargó a sus discípulos que pregonaran por todo el mundo, testificando, y anunciando las maravillas de Dios (Marcos 16:15). También le mandó a un hombre que había liberado de un espíritu inmundo (Marcos 5:19), que fuera, y le contara a los suyos lo que le había sucedido.
Todos nosotros como sus discípulos que somos, debemos hacer lo mismo. Deleitémosno en proclamar las grandezas de Dios cada vez que se nos brinde la oportunidad. Esforcémonos, y seamos valientes (Josué 1:6). Demos testimonio de todas las cosas que él hace en medio nuestro. Proclamemos sus maravillas, y su gran amor, para que el mundo entero conozca lo real que es Jehová Dios, nuestro Dios.
Salmo 9:11 - Cantad a Jehová, que habita en Sion; publicad entre los pueblos sus obras.
Salmo 9:1 - Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas.