4 de octubre del 2010 - Por Myrza Marilys Lassús
“Porque juicio y misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”. Santiago 2:13
Una mañana escuché en la radio, “Dios mira con ojos de misericordia al fornicario y al adúltero y al cristiano que juzga a su hermano, no tiene paciencia”. Mientras yo escuchaba, yo pensaba en esas palabras. Me llevaron a momentos donde yo, siendo cristiana, tuve la ignorancia de juzgar a mis hermanos. Cuantas veces pensé cosas de mi hermano sin saber su pasado, sus luchas, sus sueños, sus victorias y derrotas. Y pienso ahora y digo, ¿Como me atrevo a juzgar? Yo no soy quien, soy pecadora. Solo hay uno justo y solo uno puede juzgar, Dios.
Mi deber y responsabilidad no es dar juicio contra mi hermano. Si no es de dar palabra de aliento, de esperanza, de ánimo, de verdad. Cada vez que juzgamos a nuestro hermano, sobre nosotros cae el juicio de Dios. Tantas veces que nos preguntamos, ¿Qué haría Jesús en este momento? Seamos como nuestro Señor, misericordiosos y perdonadores. Pensemos en esos momentos que necesitábamos amor en vez de juicio.
Miqueas 7:18-19 – “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”.
Dios de amor y de misericordia, llena nuestros corazones y nuestras mentes de tu santa justicia. Que seamos instrumentos de paz y unidad. Que podamos impartir tu verdad con sabiduría y amor. Ayúdanos a ser como tú. Gracias por tu gracia y misericordia. Amén.