1 de marzo 2010 - Por Marina Miranda
“Estimada para Dios es la muerte de sus santos.” Salmo 116:15
Aún como cristianos a veces no tenemos una idea bíblicamente correcta sobre la muerte. En el Jardín del Edén Dios declara que la paga del pecado es muerte. Y es verdad que ésta es una sentencia negativa. Más desde el principio Dios tenía un plan para abrogar la muerte eterna a través de su Hijo Cristo. Jesús declara: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá “(Juan 11:25).
Poco Después de la muerte de mi madre, una mañana mientras tendía la cama, hablaba con Dios. Le decía con dolor: “Señor, yo pensaba que tú ibas a sanar a mi madre.” A los pocos instantes, sentí en mi espíritu que Dios me respondía: “Yo la sané.” Ya ella no siente más dolor; no más pastillas; no más enfermedad. Nunca ha estado más viva.” Aún en medio del dolor sentí esa paz “que sobre pasa todo entendimiento.”
Luchar con la pérdida de un ser querido no es fácil y ciertamente es un proceso que lleva su tiempo. El proceso puede ser más largo para unos que para otros dependiendo de la persona y las circunstancias. A veces la tristeza nos embarga de momento con algún recuerdo y cuando menos lo esperamos surge el llanto y el dolor. Pero también está ese bálsamo sanador que es la palabra de Dios. Traigámosle a Dios nuestro dolor y permitamos que nos hable y nos conforte. Como cristianos no lloramos como el que no tiene esperanza ya que si creemos la palabra de Dios sabemos que un día también nosotros nos reuniremos con ellos.
Oración: Gracias Dios por el precio que pagaste en la cruz para darnos vida eterna. Ayúdanos a valorar el regalo de la vida y tu sacrificio. Amén