13 de junio del 2011 - Por Fanny Rodríguez
…de gracia recibisteis, dad de gracia. Mateos 10:8b
Tengo una estudiante que llamaré Dina. Es muy inteligente, le gusta trabajar y se deleita en las clases de matemáticas tratando diferentes estrategias para resolver problemas, tiene 10 años de edad. Pero tiene algunas fallas serias en su carácter:es agresiva, no sabe resolver conflictos dialogando sino maltratando y no entendía la importancia del respeto a autoridades (“Sométase toda persona a las autoridades…”Romanos 13:1). Quizás no te parezca algo nuevo entre la niñez, pues no es la única estudiante con estos problemas; sin embargo después de 9 meses de estarla guiando en estas áreas, aún se revela a aceptar responsabilidad por sus actos.
La semana pasada vino con su hermana mayor a mi clase, con una nota muy bien redactada para que le permitiera cambiar su horario de recreo y poder practicar para una presentación de talentos. Desafortunadamente el día anterior su comportamiento había sido extremadamente inapropiado y había perdido el recreo. Cuando leí la nota la miré a los ojos y le pregunté si ella pensaba que se merecía ese privilegio; ella pensó y recordó lo del día anterior y me dijo “no”. Entonces le dije, “bueno tal vez necesitas otra oportunidad, si tu comportamiento mejora, es posible que podamos hacer arreglos, pero el día de hoy no puedes ir.” Note el desencanto pero también ella reconoció su error una vez más. Pensé que esta lección le ayudaría y la animaría en la necesidad de desarrollar el auto control del cual hemos hablado centenas de veces durante el año. Desafortunadamente durante el recreo tuvo otra pelea con otra niña y casi la golpea de no ser por intervención de sus compañeras. La verdad me enojé, y le mencioné su petición, de la cual ella se había olvidado y le dije que su mala decisión no le iba permitir compartir con las amigas en la presentación de talentos. Le recordé, cuantas veces hemos hablado de la importancia de ejercer auto control y usar las estrategias de las que tanto hemos hablado. Ella se conmovió y lloró. Me parece que por primera vez entendió el significado de la consecuencia de nuestras acciones y la toma de decisiones equivocadas.
Siempre medito en los conflictos y problemas de mis estudiantes, buscando iluminación divina. Entonces recordé cuántas oportunidades me ha dado el Señor, aún la salvación no la merezco y siendo salva y conociendo su voluntad le fallo y vuelve a perdonarme, hasta que al fin entiendo después de errar por numerosas veces. Su misericordia es infinita y nunca me ha dado lo que me merezco al contrario me ofrece su amor, su perdón y siempre me recibe. Ahora, lo importante es que aprenda las enseñanzas de su Palabra, porque aunque el me perdona tengo que sufrir las consecuencias de mis malas decisiones (“porque la paga del pecado es muerte, pero la dadiva de Dios es vida eterna.” Romanos 6:23)
Mañana le voy a permitir ir a su ensayo, sin más explicaciones ni exhortaciones sino en fe de que todas las conversaciones que hemos tenido se hagan realidad en su vida, pero sobre todo que aprenda del significado de la gracia y la misericordia.
Padre celestial te pido por personas que leerán este relato, y están luchando por debilidades del carácter o quizás pecados que no han podido dejar. En el nombre de Jesús declaro entendimiento de tus principios y de la importancia de obedecer tu Palabra y tus mandatos. Gracias porque es por tu gracia (“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy” 1Corintios 15:10) y por tu amor que puedo reconocer mis debilidades y reclamar la ayuda de tu Espíritu para caminar en integridad delante de ti. Desato auto control, fuerzas para luchar contra todo lo que se oponga a la comunión contigo. Te doy infinitas gracias por tu amor, tu gracia y misericordia y ayúdanos a ser más como Tu extendiendo gracia a aquellos alrededor de nosotros, especialmente nuestras familias. En el glorioso nombre de Nuestro Señor y Salvador Jesús.