12 de abril del 2010 - Por Gloria Marroquín
Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.
1 Samuel 17:37
Nos dice el relato que todos tenían desanimo, Saúl y sus soldados tenían temor y huían de aquel filisteo llamado Goliat, el cual, revestido de una impresionante armadura, les amenazaba infundiéndoles miedo con sus palabras y su presencia, mientras desafiaba a todo el ejército de Israel.
Ante esta visión el temor invadió sus corazones, mientras decían miren como sale y nos provoca, pero cuando David lo escuchó dijo: que harán al hombre que le venciere y quitara la afrenta de Israel, porque quien es éste hombre para que provoque a Dios y David se ofreció para pelear, pero Saúl quiso desanimarlo, diciéndole “No podrás ir contra él, no tienes experiencia, y él en cambio tiene más habilidades de guerra que tú”, pero David en lugar de meditar en el desanimo y el fracaso, hizo un recuento de las obras de Dios en su vida.
Ni leones ni osos me arrebataron mis corderos cuando yo era pastor, yo salía y los hería, los libraba de su boca y si me atacaban los mataba. Y así hare con este filisteo, porque si en el pasado Jehová me ha librado de leones y osos, también ahora me librará. Luego intentó usar la armadura que Saúl le dio, pero David no la usó. En cambio con cinco piedras y su honda venció al filisteo haciendo caso omiso de su burla y prepotencia.
Así como ese filisteo, así vienen a nuestra vida, amenazas, crisis y ataques pueden no llamarse Goliat, pero en cambio puede ser una enfermedad, un problema en el trabajo, en el hogar, con el esposo, con un hijo, un accidente, problemas con amigo, una traición cualquier otra cosa. Y tal vez encontremos Saules que nos dirán: no eres capaz, no podrás, no tiene caso entrar en esta batalla, y nos dirán que estamos perdidos.
Cuando viene un gigante a tratar de amenazarnos y a robarnos la paz, nos preguntaremos como puedo responder elegiremos hacerlo, será nuestra opción como hizo el ejército de Israel, viendo la apariencia y temiendo las palabras, las amenazas, viendo nuestra pequeñez y lo inmenso del problema, dejando entrar el temor en nuestras vidas. O podemos responder como David, él hizo un recuento de las obras que Dios había hecho en su vida en el pasado, su Padre Celestial lo había cuidado, lo había respaldado, le había dado fuerzas, lo había guardado, le había provisto lo necesario para vencer y por último selló sus recuerdo con una confesión positiva, dijo él no me dejara solo él estará conmigo hasta el final y desde antes de empezar la batalla, David, habló victoria, confesó ganancia, triunfó y de antemano dio la honra y honor, a quien le daría un futuro de gloria “Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, … y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.” “Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla…” Y así fue.
Amado Dios; te damos las gracias porque vemos el pasado y podemos contar las innumerables bendiciones que hemos recibido, cuántas veces hemos sentido temor e incertidumbre y hemos llegado a puerto seguro por pura misericordia, has suplido nuestras necesidades con abundancia, hemos visto milagros en nuestras vidas y en nuestra familia, gracias Señor por la convicción de tu victoria en cada circunstancia de nuestra vida en el nombre de Jesús. Amén.