25 de enero del 2010 - por Marina Miranda
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante… “ Hebreos 12:1
Hace poco vi un documental sobre las tortugas verde marinas las cuales nadan miles de millas atraves del mar. Durante el viaje acumulan algas en su concha las cuales las hacen nadar más lentamente. Año tras año durante su trayectoria, estas llegan a un área en el mar, no más grande que el tamaño de una sala, un “spa marino,” un santuario, donde las tortugas permiten estaciadas que unos pequeños pececitos le coman toda el alga acumulada en su concha hasta dejar esta reluciente. Luego las tortugas siguen su trayectoria con su concha limpia y liviana.
Unos días después mientras tenía mi devocional en la mañana, recordé esta escena de la tortuga siendo limpiada por los pececitos. Ahí en mi sala, un santuario personal, yo también permitía ser limpiada por la palabra de Dios. Al presentarme ante Dios con mis cargas, algunas impuestas por el peso de malas actitudes, resentimiento, y otros tipos de pecados, era alivianada. Al finalizar mi tiempo devocional, yo también me sentía que había visitado un “spa espiritual” y lista para continuar con mi trayectoria diaria.
Amiga o hermana, busca ese tiempo bajo el cuidado especial del maestro que con tanto amor nos ministra y alienta para poder enfrentar los retos del diario vivir y alivianar nuestra carga.
Oración: Señor gracias por limpiarnos y llevar nuestras cargas. Amén