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El miércoles pasado comencé esta breve serie que la titulé 'La jornada al pesebre'. Y en el día de hoy me crucé con este pasaje en Primera de Tesalonicenses capítulo 2 y el tema que me gustaría compartir hoy es hallando consuelo durante la jornada. Una de las cosas que yo me puse a reflexiona en esta época en la cual nos estamos adentrando, es que la paciencia es una de esas virtudes más olvidadas en esta época que nos toca vivir.
A medida que nos acercamos al día de la navidad puede ser un buen recordatorio para nosotros de que esta capacidad de esperar debe ser la postura que domine en cada uno de nosotros como creyentes, esa capacidad de esperar, debe ser algo que nos defina a nosotros.
En el libro de Eclesiastés nosotros aprendemos que hay un tiempo para todo, ¿verdad? hay un tiempo para tirar la piedra y un tiempo para no tirarla. Eso creo que yo lo añadí ahí, no lo dice así. Hay un tiempo para edificar y un tiempo para destruir. Hay un tiempo para abrazar y un tiempo para abstenerse de abrazar. Hay un tiempo para llorar y hay un tiempo para reír. Y a esa lista yo le añado esta dimensión de que hay tiempo de ser paciente como también hay tiempo de tomar acción y moverse. Hay tiempo cuando uno tiene que estar quieto y esperar, como dice ese salmo, ‘estad quietos y conoced que yo soy Dios’.
Como también hay momentos en los cuales en la acción conocemos otra dimensión de Dios. Este pasaje de Primera de Tesalonicenses, capítulo 2 que les quiero leer, vi una dinámica muy interesante en el Apóstol Pablo. Comenzando en el verso 17 miren cómo dice:
“…Pero nosotros, hermanos, separados de ustedes por un poco de tiempo de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver su rostro, por lo cual quisimos ir a ustedes, yo, Pablo, ciertamente una y otra vez pero Satanás nos lo estorbó. Porque cuál es nuestra esperanza o gozo o corona de que yo me gloríe? Acaso no lo son ustedes delante de nuestro Señor Jesucristo en su venida, ustedes son nuestra gloria y gozo. Por lo cual, miren esta expresión, − ahora voy al capítulo 3, verso 1 – por lo cual, no pudiendo soportarlo más, acordamos quedarnos en Atenas y enviamos a Timoteo, nuestro hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el Evangelio de Cristo para confirmarlos y exhortarlos respecto a vuestra fe, a fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones, − tribulaciones que Pablo estaba viviendo – porque vosotros mismos sabéis, que para eso nosotros no estamos puestos porque también estando con ustedes os predecíamos que íbamos a pasar tribulaciones como ha acontecido y saben. Por lo cual, una vez más miren cómo dice Pablo, por lo cual yo también no pudiendo soportar más envié para informarme de vuestra fe…”
Esa frase ‘no pudiendo soportar más’, qué interesante ver a este Apóstol, uno de los héroes de nuestra fe cristiano, una de las personas que más ha infundido sobre nuestros principios doctrinales que nosotros tenemos hoy, nuestros principios de fe. En este momento él está mostrando un sentido de impaciencia, no pudiéndolo soportar más. Y yo llegué a un punto donde quise reflexionar esta dinámica de cómo yo puedo discernir cuándo es tiempo de esperar, cuándo es tiempo de yo ser paciente y cuándo es tiempo de yo poder tomar acción, cuándo es tiempo de yo moverme y hacer algo. Cuándo yo debo esperar a que Dios sea el que intervenga y cuándo debo ser yo el que me mueva de alguna manera para estimular la mano de Dios y algo ocurra.
Miren cómo dije, estimular la mano de Dios, no que le tuerza el brazo a Dios, porque hay veces que tendemos a hacer la segunda parte. El profundo deseo de Pablo era el saber cómo sus hijos espirituales en Tesalónica estaban perseverando en su vida de fe.
Miren el contexto en que Pablo está escribiendo esto. Pablo está experimentando las tribulaciones que vienen con su ministerio, las oposiciones que él está recibiendo, pero a pesar de eso, él está pensando de sus hijos espirituales. Saben que Tesalónica fue la primera iglesia que Pablo fundó? Fue la primera iglesia que Pablo fundó, so, son sus hijos espirituales, los más allegados a su corazón, por así decirlo. Y en medio de todas las circunstancias que él ha estado experimentando, su único deseo era saber cómo estaban ellos, era poder verlos.
Aunque las circunstancias que él estaba experimentando se lo estaban impidiendo, con todo el deseo de él era poder estar allá, con ellos. Él estaba en un momento donde tenía que esperar, él tenía que esperar a ver cuál iba a ser su veredicto final, si lo iban a dejar en la cárcel, si lo iban a dejar ir, si se iba a tener que defender delante de alguien o si iba a tener que poderse a merced de alguien.
Y en medio de todas esas cosas lo que él encuentra en sí es, yo tengo que saber, como diría yo en buen puertorriqueño, tengo que saber de mi gente. Me hace falta mi gente, necesito saber cómo ellos están. Porque ellos también estaban experimentando sus tribulaciones. La iglesia en Tesalónica también estaba teniendo sus retos, otras doctrinas, otras enseñanzas que estaba surgiendo alrededor de ellos y de alguna manera u otra estaban tratando de opacar la fe de los creyentes allí.
Y Pablo tenía esta urgencia de poderlos animar, de exhortarlos a ellos, de que ellos pudieran perseverar en lo que ellos habían creído. Cuando nosotros esperamos, yo les pregunto, cuando nosotros esperamos, cuáles son las razones por nuestro desespero? Me explico? En medio de nuestra espera, nos desesperamos, me siguen? O hay alguien aquí que es súper paciente? Si hay alguien aquí que sea súper paciente, yo quiero sacar una cita con usted para que usted me de consejería a mí, por favor.
Pero en medio de nuestra espera nos desesperamos, nos ponemos ansiosos. Y por eso es que yo pregunto, cuáles son las razones detrás de esa ansiedad, detrás de ese desespero? Es un capricho lo que está motivando esa ansiedad? No, porque yo quiero tener lo que yo quiero y es ahora. Ya que vivimos en la época del ahora, del ATM, de metas la tarjeta y te sale el dinero rápido y te da la opción si quieres el recibo o no, como vivimos en ese tipo de época, esa virtud de nosotros poder esperar como que cada vez más va bajando esa tolerancia en la espera va bajando y nos ansiamos y queremos las cosas así rápido.
Cuál es la motivación detrás de esa ansiedad, detrás de ese desespero? Es un capricho egoísta? O tal vez como Pablo, es un deseo genuino de ver el bienestar de alguien, de otra persona? Pablo fácilmente él pudo haber dicho, estoy escribiendo a los tesalonicenses, estoy loco por salir de esta cárcel, no soporto más, ya que me lleve Dios, no aguanto más. Fácilmente él pudo haber dicho eso. En vano me he entregado al ministerio, olvídate, no, no, no. ya estas cárceles aquí con los malos olores y todo lo que hay me tiene mal.
Él se pudo haber quejado así, en una manera egoísta, pero no, ese no fue el caso. En medio de su situación tan apretada, él lo que estaba era deseando bien para otros. En medio de su espera el desespero que surgió fue, yo necesito saber cómo está el bienestar de mis hermanos. Así que yo pregunto, pregúntese usted, aquellos de nosotros que estemos en un tiempo de espera, cuáles son las motivaciones que pueden causar esa ansiedad, ese desespero?
Fíjense en este caso Pablo me da a entender a mí que it’s okay desesperarse, pero desesperarse por lo que es correcto, no por lo que uno quiera. Es un desespero que lo que está buscando es el bienestar de las otras personas. Hay una diferencia bien grande en uno desesperarse y ansiarse por lo que uno quiere ver y desesperarse y ansiarse por ver otra persona estar bien en su vida, estar bien con Dios.
Son dos panoramas muy diferentes. Y yo creo, mis hermanos, fielmente, que esta época en la cual nos encontramos nos puede ayudar a pensar en eso. Cada uno de nosotros, mis hermanos, en nuestra relación con Dios el algún momento u otro estamos esperando a que él haga algo que él opera algo en nuestras vidas. Y yo creo y entiendo, que es totalmente normal el pensar así, queremos que Dios nos bendiga, seguro que sí, yo quiero que Dios me bendiga, yo quiero ver más en mi vida de lo que yo he visto.
Y tal eso podrá sonar como un deseo caprichoso o egoísta pero no lo es. Es un deseo bíblico. Es un principio bíblico, el yo ver esa vida abundante que Dios tiene para mí. Cuando el mismo Jesús dice, las cosas que yo he hecho, ustedes también las harán. Todo lo que pidan al Padre en mi nombre, él lo hará en favor de ustedes. Esas promesas que el Señor nos da me da a entender a mí que lo que yo he visto hasta el día de hoy en mi vida es nada comparado con todo lo que él puede hacer y va a hacer en mi vida. Y yo tengo que buscar eso, me tengo que desesperar por eso, por ver lo que Dios va a hacer en mi vida.
Pero el punto que yo entiendo que Pablo está trayendo aquí, mis hermanos, con este pensar, con este sentir, es que tenemos que tener cuidado, mis hermanos, que ese deseo por ver la mano de Dios en nosotros no vaya a opacar el verdadero deseo de Dios que es que esa bendición que él traiga a nuestras vidas pueda ser de edificación a la vida de otros.
Me siguen por dónde voy? Cuando Dios te bendice a ti esa bendición no es para que se quede contigo. Esa bendición es para que pueda llegar a otra persona a tu alrededor, otra persona que tal vez necesita la misma porción o una porción más grande de lo que tu has recibido. Y ese tiene que ser el deseo que nos conmueva a nosotros. Como decía Pablo, no soportándolo más tuve que hacer algo al respecto. Me cansé de mi tiempo de espera y tuve que tomar algún tipo de acción.
Imagínense qué mejor regalo le podemos dar a alguien en esta época que el mero hecho de saber que tu estás desesperado o desesperada por ver el bienestar de esa persona realizarse. No que le traigas un collar nuevo de Kate Jewellers o algo así, aunque yo sé que para las mujeres eso es…
Pero piénselo, mi hermano, piénselo. Que mejor regalo le podemos dar a alguien que dejarle saber en una manera genuina mi deseo de mi corazón es ver que la obra y las promesas de Dios se realicen en tu vida más que nunca en este tiempo. Cómo sería la dinámica de nuestras vidas, la dinámica de nuestro proceder si verdaderamente pusiéramos el bienestar de otros al frente del nuestro? Qué diferencia sería?
De nuevo, no es que tu te tires como alfombra donde se puedan limpiar los zapatos encima de ti. No es eso. Pero que sí podamos buscar ese bienestar que así como te desesperas por ver la mano de Dios en tu vida, ese mismo desespero te impulse y te mueva aún más a ver la mano de Dios moviéndose a tu alrededor.
Yo creo que en esa jornada de camino al pesebre, mis hermanos, piensen en esto, en esa jornada de camino al pesebre, que todos queremos encontrarnos con el Señor, todos venimos, Señor, queremos encontrarnos contigo. Yo quiero mi porción, quiero mi maná de hoy. Todos estamos pensando en una manera bien individualista, pero en esa jornada ponte a pensar también en esa persona que está contigo al lado, que tal vez va pensando en lo mismo, pero que tu puedes bendecir a esa persona al desear el bienestar de esa persona.
Más vale dar que recibir. A medida que nos acercamos a este día de navidad, pensemos en eso y hallemos consuelo, mis hermanos, en esa verdad. Cuando usted busca el bienestar de otra persona, mire, Dios se va a encargar de lo que usted necesita esté en su lugar también. Dios no deja desamparado a ninguno de sus justos. Dios nunca deja desamparados a los suyos y mucho menos cuando los suyos están buscando que esas bendiciones de Dios lleguen verdaderamente al corazón de otros que también lo necesitan.
Así que los dejo con eso por el día de hoy. Quiero ser fiel al tiempo. Vamos a ponernos de pie, mis hermanos, vamos a cerrar con una oración.
Amado Dios, una vez más te damos las gracias. Gracias Señor por tu palabra, gracias por la forma en que tu nos animas, nos inspiras, nos encuentras en distintos momentos del caminar de la vida, Señor. Gracias por los favores que tu nos ofreces en cada momento, Señor. Pero así mismo, Padre, habiendo reflexionado en esta porción de la Escritura, Jesús, yo te pido, Padre, que por favor en esta jornada en la cual nos encontramos nosotros de llegar a encontrarnos con ese Rey, que tu espíritu traiga esa convicción a nuestro corazón Dios, de cómo nosotros podemos ser conductos de tu bendición a otras personas a nuestro alrededor.
Que en medio del afán, en medio del ajetreo que esta temporada pueda traer, Señor, que podamos encontrar tiempo para sentir ese afán por orar y por buscar el bienestar de otras personas a nuestro alrededor. Y que al hacer eso podamos hallar consuelo, reposo para nuestras propias vidas, sabiendo que estamos viviendo a la luz de los principios de tu espíritu, Señor, de tu palabra, de tu Reino.
Te pido que esta palabra, Señor, lo corta, breve que haya sido, Jesús, que algo haya podido llegar al corazón de mis hermanos y hermanas, y que esta palabra pueda seguir haciendo eco en nuestras mentes y en nuestros corazones para poder vivir a la luz del deseo de tu corazón y no tan solamente el nuestro, sino el tuyo, Señor.
Llévanos con bien hacia nuestros hogares, Señor, protégenos en el camino, que al nosotros llegar a nuestras camas a descansar, Señor, que tu permitas que nuestros cuerpos puedan renovar sus energías, que tu nos hables en nuestros sueños, Señor. Y que en el día de mañana, si así tu lo permites, Dios, podamos levantarnos con nuevas fuerzas y energías para echarle mano a todo lo que el día de mañana pueda traer.
Danos tu bendición, Señor. Danos tu paz e inspíranos, Señor, a vivir a la luz de aquellas cosas que tu tienes para con nosotros. Te pedimos todo esto en el nombre de tu Hijo amado Jesús. Amén, Señor, gracias, Dios. Hermanos, Dios les bendiga, Dios les guarde. Adelante en el Señor. Salúdense unos a otros. Nos estaremos viendo en la próxima, bendiciones.