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Mateo capítulo 7, verso 24, dice así: “…Cualquiera pues que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca y descendió la lluvia y vinieron los ríos, soplaron los vientos y golpearon contra aquella casa pero esta casa no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena y descendió la lluvia y vinieron los ríos, soplaron los vientos y dieron con gran ímpetu en contra de aquella casa, y cayó y fue grande su ruina…”
Ustedes que estuvieron el miércoles pasado en el servicio tuvieron como un preview de este mensaje, yo estuve hablando de esto y lo estaba usando como una introducción a un mensaje que es mucho mayor, y hoy voy a tratar de abarcar algunas de esas cosas. Pero yo compartía el miércoles acerca de la importancia para cada uno de nosotros de poder edificar nuestras vidas sobre el fundamento de Cristo Jesús. No hay ningún fundamento más seguro que ese. No hay fundamento que le pueda dar más seguridad y validez a nuestras vidas que saber que estamos edificando, lo voy a decir como un proceso que estamos edificando todavía, no es que ya hemos edificado, pero que estamos edificando nuestras casas sobre un fundamento sólido y seguro.
Y en esta parábola estos dos personajes obviamente nuestra tendencia es mirar más a el hombre prudente, al hombre que supo hacer su casa, el hombre que supo edificar bien sobre la roca. Pero por alguna razón yo me puse a pensar en ambos. Y si ustedes se fijan, mis hermanos, ambos personajes tuvieron un nivel de trabajo y de esfuerzo que hacer para poder construir la casa que estaban haciendo. Están de acuerdo conmigo? Ambos sudaron, ambos tuvieron que invertir, ambos quién sabe si hasta sus manos le sangraron poniendo un pedazo de madera detrás de otro, un pedazo de ladrillo detrás de otro. Ambos tuvieron que esforzarse por lograr alcanzar edificar, esa casa. Pero claro está, uno de ellos escogió un fundamento que no era muy perdurable, y el otro escogió un fundamento que sí iba a ser de larga duración o que iba a tener una casa sólida.
Siempre que nosotros vemos una casa cerca de la playa. O cuántos de ustedes, mejor dicho, le han pensando me gustaría tener una casa frente a la playa? ¿Verdad? Alguien aquí ha pensado en tener una casa frente a la playa? Imagínese, levantarse usted todos los días y en su cuarto, si tiene una ventana, con un vidrio bien grande y usted cuando se levanta lo primero que ve es el océano, las olas del mar. Estoy en la gloria de Dios.
Pero casi siempre el terreno cerca de la playa es un terreno arenoso. A menos que se vaya a Rock Port o a Guster que ahí la orilla de la playa es piedra. So, en ese caso si quiere tener una casa de frente a la playa váyase mejor a Rock Port y no necesariamente a una playa en la Florida donde el terreno es más arenoso.
Por qué digo esto, mis hermanos? Aunque ambos fundamentos puedan parecer que pueden sostener, que pueden aguantar una casa, uno de ellos es más inestable que el otro. Y nosotros en nuestra vida siempre desde que tenemos uso de nuestra razón estamos edificando nuestras vidas en alguna manera u otra. Todos nosotros estamos usando nuestras fuerzas, nuestras energías, nuestros recursos para edificar de acuerdo a lo que nosotros entendemos que nos conviene o lo que más nos atrae o como más nos gustaría de acuerdo a nuestro propios caprichos edificar nuestra vida.
Algunos de nosotros cuando vienen esos vientos de la vida, nuestra casa a veces o se ha agrietado o se ha desnivelado, o en algunas ocasiones se ha caído la casa, porque no la fundamentamos bien. De acuerdo a las experiencias de vida que tuvimos, o la forma en que decidimos edificar esa casa, o las interpretaciones que nosotros pensamos que podíamos hacer de la vida, decidimos edificar en una manera o la otra. Y muchas veces las consecuencias de esas decisiones que tomamos trajeron a nuestras vidas más pena que gloria por así decirlo.
Pero gracias a Dios que ese proceso de edificación no es algo que es definitivo. Okay, pues si ya ese fue el fundamento que escogí, pues, ahí se queda mi vida y tengo que seguir bregando con lo que tengo. No. Qué bueno es saber, mis hermanos, que cuando estamos en el Señor hay una oportunidad para volver a edificar en un fundamento sólido, en un fundamento que sea seguro, en un fundamento que le pueda dar a nuestra vida largo metraje, por así decirlo.
Y yo creo que esta tarde, mis hermanos, es una oportunidad para que al nosotros exponernos al estudio de esta palabra, que nosotros podamos reconsiderar cómo estamos edificando, cómo estamos edificando nuestras vidas. Y yo estoy hablando aquí en general, yo me estoy hablando aún a mí mismo. Si usted lleva años en el Evangelio, años conociendo al Señor, viviendo para el Señor, amén, que Dios le bendiga. Este mensaje es para usted como quiera.
Si usted ha llegado aquí hoy de visita, y nunca ha tocado, como bien decía el pastor Samuel hace unos minutos atrás, si nunca ha tocado un dintel de una iglesia, y hoy es la primera vez que usted se está exponiendo a una dinámica de adoración como esta, abra su corazón y permita que el Señor le hable hoy. Hoy es una oportunidad donde usted puede fundamentar su vida en una base sólida. Hoy es el día donde usted puede continuar edificando su vida sobre una base sólida, segura.
Ahora, vamos al meollo de las cosas. Cuando Jesús dice, “cualquiera pues que oye estas palabras y las hace” a qué palabra se refiere Jesús? Imagínense ustedes, a qué palabra se refiere Jesús? Jesús está hablando acerca de todo el mensaje que él acaba de predicar en el Sermón del monte. Esta parábola es la conclusión del Sermón del monte. Cuántos están familiarizados con el Sermón del monte?
Yo les recomiendo algo. En el día de hoy yo voy a, como quien dice, a resumir algunos puntos principales de este mensaje, no lo voy a leer completo porque sino no terminamos hoy, o salimos más tarde de lo usual, pero sí quiero apuntar sobre algunos puntos que son muy importantes para identificar el Sermón del monte, y que esto nos pueda ayudar a nosotros a entender por qué Jesús usó esa parábola para cerrar ese mensaje.
Así que si pueden vayan conmigo al capítulo 5 de Mateo. En el capítulo 5 de Mateo Jesús comienza a dar lo que se conoce como su sermón maestro, la base de todo su ministerio. El verso 1 dice:
“…Viendo la multitud Jesús decidió subir al monte y sentándose vinieron a él sus discípulos y abriendo su boca comenzó a enseñarles diciendo…”
Entendamos esto, mis hermanos, Jesús obviamente la fama de Jesús estaba regando como pólvora encendida. Todos los milagros que Jesús estaba haciendo, la sabiduría que había en Jesús, cada vez que él abría su boca y que exponía una enseñanza, que estaba llegando al corazón de la gente, a la necesidad de la gente, eso es algo que estaba ya subiendo la reputación de Jesús por encima de cualquier otro de los fariseos, por ende, había mucha gente que lo estaba siguiendo a él. Dondequiera que él iba, había una multitud ahí. Y en este momento que Jesús está, me imagino, tal vez caminando de un lugar a otro y ve que toda esta multitud lo sigue a él, decidió subir un monte y allí se sentó en la cima de esa loma, digamos, y la gente comenzó a aglomerarse alrededor de él, a aglomerarse cada cual en distintos lugares, para escuchar a este maestro hablar.
Y algo que a mí me cautiva la atención, mis hermanos, de este mensaje, de ese sermón de Jesús, es que así Jesús estaba hablando a las multitudes pero más específicamente su mensaje estaba yendo dirigido a sus discípulos. Me explico por qué.
Jesús estaba compartiendo unos secretos del Reino que no todo el mundo iba a entender, solamente aquellas personas que habían tomado una decisión de seguir a Jesús como sus discípulos. Así que por un lado, sí, Jesús le está hablando a multitudes, pero más específicamente le está hablando a aquellos que decidieron seguirle a él, que cuando él los llamó y dijeron, si, Señor, te vamos a seguir dondequiera que tu vayas, que dejaron todo por seguir al Maestro.
Jesús está aprovechando esta oportunidad para enseñarles a ellos secretos del Reino de Dios que ellos mismos lo iban a tener que enseñar después a otros. Jesús aprovechaba cualquier oportunidad para enseñarles a sus discípulos. Pero más que eso, Jesús lo que estaba queriendo enseñar, mis hermanos, era un concepto de una vida de justicia, de una vida de santidad.
Si ustedes entienden bien todo lo que hemos escuchado de santidad, mis hermanos, no es cuestión de uno ser un santurrón y andar ahí todo derecho y no matar ni una hormiga tan siquiera. La santidad es más que eso. La santidad tiene que ver mucho con una actitud, común carácter, con una perspectiva, con un sentido de gozo, una actitud positiva que nos define a nosotros porque no estamos viviendo bajo los términos de este mundo, sino que estamos viviendo bajo los términos de Dios y de su Reino. Ahí es donde estamos dirigiéndonos.
Y aquí Jesús cuando él empieza a hablar en el Sermón del monte, él está hablando acerca de actitudes que definen una vida santa, como también las motivaciones que están detrás de esas actitudes. Así que vamos por ahí. Lo primeros versos, él empieza hablando acerca de las bienaventuranzas. Conocen las bienaventuranzas? Comienza diciendo,
“…Bienaventurados los pobres en espíritu porque ellos verán el Reino de Dios…”
Un momento. Ven acá. Por qué él empieza hablando de los pobres en espíritu? Por qué no empieza a hablar acerca de los que lo tienen todo? Los que están felices, los que tienen sus casas bien hechas y empieza a hablar de los pobres de espíritu? Cuál es la intención?
“…Bienaventurados los que lloran…”
Espérate, el panorama se sigue poniendo más morboso, qué es esto?
“…Bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios…”
Podrán sonar como palabras que tal vez uno no está acostumbrado a oír, pero Jesús estaba llegando a algo? Lo que vemos ahí en esa palabra, mis hermanos, es lo que Jesús está hablando es la condición del corazón. Cuando él dice bienaventurados los pobres en espíritu, uno rápidamente oye la palabra pobre y rápido uno piensa, cuánto dinero en mis bolsillos? Y por algo Jesús dijo, bienaventurados los pobres en espíritu. Pobre en espíritu es una persona que tiene una necesidad bien grande y aquí es donde Jesús planta la primera estaca, por así decirlo, aquí hay una verdad que yo les quiero enseñar.
Tu lo puedes tener todo en tu vida. Puedes tener tremenda cuenta de banco. Puedes tener el carro de último modelo. Puedes tener tu mejor traje Dolce & Gabbana, tus gafas, tu perfume, tu casa, lo que tu quieras, puedes tu tener todo lo que tu corazón ha anhelado, pero si tu corazón no está centrado en el Señor, eres pobre de espíritu. Así fue como lo dijo el Señor.
Más vale lo que está en tu interior, que las posesiones materiales que tu tengas. Más vale cómo está tu espíritu delante de Dios que la reputación que tu puedas tener delante de otras personas. Jesús al decir esto, lo que está queriendo decir, mis hermanos, es que nuestras vidas no pueden comenzar a cambiar hasta que uno mismo no reconozca, mi vida es nada, mi vida es pobre, mis estudios, mi dinero, mi recursos me habrán llevado tan lejos, pero no me pueden llevar tan lejos como tu me puedes llevar a mí, Dios, y por eso es que yo reconozco que yo soy pobre en espíritu y te necesito a ti, Señor, por encima de cualquier otra cosa.
Ahí es donde Jesús empieza a apretar a la gente. Ahí es donde Jesús empieza a marcar una diferencia. Ahí es donde Jesús nos empieza a decir, tu quieres llevar una vida de santidad genuina? Empieza por reconocer que tu eres nada sin mí. Al yo reconocer eso, al yo hacerlo tal vez a través de mis lágrimas, llorando, hay una promesa que él tiene para cada uno de nosotros. Porque de ustedes será el Reino de los cielos, porque tu recibirás consolación, recibirás la tierra por heredad, porque tu serás saciado, si tienes hambre y sed de justicia, serás saciado, serás saciada. Si tu extiendes misericordia a ti también te darán misericordia.
Miren cómo Jesús empieza a cambiarle el paradigma a la gente, su forma de ver la vida. Si tu empiezas a considerarte como menos, como dice el refrán, menos es más. Si tu reconoces que tu eres nada sin él, la gracia de Dios va a empezar a abundar sobre ti, la bendición de Dios va a empezar a abundar sobre ti.
Dile a la persona al lado tuyo, bienaventurado eres. Pero díselo con sentido. Oiga, hago un paréntesis. Nunca perdamos el valor de esa palabra que usted le acaba de decir a la persona que está al lado suyo. Casi siempre saludamos bien trivialmente, Dios te bendiga, tanto tiempo, ay, Dios te bendiga, hey, cómo estás? Pero estamos verdaderamente entendiendo lo que estamos diciendo? La bendición de Dios significa lo que Jesús estaba diciendo, una vida abundante, una vida llena, una vida plena. Así que cada vez que usted le dice a alguien, Dios te bendiga, usted está deseando el cielo mismo sobre la vida de esa persona. Usted está deseando la riqueza de la gloria de Dios sobre la vida de esa persona. Así que cuando Jesús te dice a ti, bienaventurado eres, preste atención porque hay algo que él está comunicando ahí.
Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios, y aún más aquí Jesús lo pone más intenso. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Miren, este es otro verso. Bienaventurados sois cuando por causa mía los vituperen y los persigan y digan toda clase de mal en contra de ustedes, mintiendo, gozaos y alegraos entonces, porque su galardón es grande en los cielos.
Si tu te consideras una persona que por tu decir que eres cristiano o cristiana, por tu decir que tu amas a Dios, por tu tal vez en tu coffee break en tu trabajo, te escondes en un clóset y decides orar, y tus compañeros se mofan de ti por eso, cuando se mofen, ríete, alégrate. Me pongo a pensar lo contrario ahora, guau, si no me dicen nada, me debería preocupar entonces? Porque si no me dicen nada es porque no estoy reflejando algo que debo reflejar.
Así que si me dicen algo, por lo que yo estoy reflejando, pues, entonces debo decir, gracias Señor, porque estoy reflejando lo que tengo que reflejar. No estoy siendo igual que ellos sino que estoy siendo como tu quieres que yo sea. Así que, mis hermanos y hermanas, ante la persecución, tranquilos, gozaos en el Señor, porque él es el que tiene su galardón.
Pero el mensaje continúa. Él nos da un llamado que nosotros tenemos que hacer la diferencia. El vivir en santidad significa que tenemos que ser diferentes. Por algo Jesús entonces continúa diciendo, que ustedes son la sal y la luz del mundo. Cuando somos así, el mismo Jesús en otro momento él dijo, ustedes están en el mundo pero no son del mundo. Y hay veces que algunos de nosotros creyentes, me gustó cuando el pastor Greg dijo esto esta mañana, hay veces que nosotros los creyentes queremos identificarnos tanto con el mundo que parece como que estamos y somos del mundo, porque no marcamos una diferencia.
Pero el llamado de Jesús es uno totalmente distinto. Sí, estás en el mundo, tienes que vivir con tus pies en la tierra, pero aún con que tienes tus pies en la tierra, tienes que marcar una diferencia, tu tienes que dejar que mi luz brille a través de ti. El sofrito que tu usas tiene que marcar la diferencia. Si el término no te hace sentido, pues usa el término sofrito. Tu eres el sofrito del mundo. Y ese sofrito está ahí para darle un sabor distinto al mundo.
Otra parte del llamado de Jesús es a nosotros poder vivir justamente, a vivir en justicia. Y la justicia muchas veces se mide por cómo nosotros cumplimos la ley. Al menos en los términos del mundo. Pero cuando estamos hablando de Jesús, Jesús mismo está diciendo que él no vino para no cumplir la ley, él estaba cumpliendo la ley. Hay muchas leyes del Antiguo Testamento, tanto leyes de rituales de dieta, como rituales de limpieza, como celebraciones de días específicos que se hacían ley, todas esas cosas Jesús las estaba cumpliendo en su persona.
A Jesús lo criticaban a cada rato de que no, tu no estás cumpliendo la ley. Tu sanas en el día de reposo, estás rompiendo la ley. Tus discípulos recogen espigas en el día de reposo. Estás rompiendo la ley. Pero siempre que le decían algo, Jesús se las pateaba para atrás. Esto es lo que yo estoy queriendo hacer. Ah, no te limpias las manos cuando hay que comer, y Jesús, como muchos de nosotros, llegamos, nos sentamos a la mesa y empezamos a comer rápido.
Muchos rituales que se celebraban en el templo, sacrificar cabritos, bueyes, palomas, sea lo que sea, esos rituales estaban dando un mensaje y el mensaje era que no hay perdón de pecado sin derramamiento de sangre, y qué era lo que Jesús estaba haciendo? Qué fue lo que Jesús hizo en la cruz? Él cumplió con todas y cada unas de esas leyes.
Tu quieres derramamiento de sangre? Aquí estoy. Ya no hace falta más una paloma, ya no hace falta más un cabrito, o una vaca, o un buey, yo voy a reemplazar todas esas cosas. Él vino a cumplir la ley, él vino a darle un sentido totalmente nuevo a la ley. Él se convirtió en nuestra ley.
Jesús continuó elaborando su mensaje y empieza ya a apuntar a cosas más de adentro, del carácter de la gente. Y aquí es donde él empieza a hablar acerca de algo con lo que muchos de nosotros tal vez tenemos problemas a veces, no siempre. Jesús dice en el verso 21:
“…Oíste que fue dicho de los antiguos, no matarás y cualquiera que matare será culpable de juicio, pero yo les digo que cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de juicio…”
El problema de la ira. Dígame usted, usted se ha enojado con alguien? Déjenme llevarlo bien atrás, hace un par de años atrás, usted experimentó un coraje, un enojo bien grande con alguien? Tal vez hace dos meses atrás? Es más, quién sabe esta mañana cuántos se enojaron con alguien? Si me dejo llevar por eso, todos ustedes son dignos de un buen juicio ahora mismo, todos nosotros somos dignos.
Mira que interesante Jesús estaba poniendo la barra más alta todavía. Porque ya no estaba hablando acerca de un delito mortal de tu quitarle la vida a alguien, está hablando de cosas más esenciales que van al corazón de la gente. Si tu enojas, con ese enojo, tu cometes algo que está mal, tu vas a sufrir juicio por eso.
Ahora, yo tengo que aclarar, mis hermanos, porque en la Biblia también en Efesios, el Apóstol Pablo nos dice, mira, airaos, la ira es un sentimiento que está en nosotros. Cada uno de nosotros experimenta ira, enojo, yo hasta me atrevo a decir que el enojo es un sentimiento que está en Dios también. Dios también se enoja. En la Biblia en muchas ocasiones nosotros vimos que Jesús se enojó en contra de su pueblo.
Pero la diferencia está en que no cometamos pecados basados en ese coraje. Airaos pero no pequéis, es lo que está diciendo. No dejes que el sol se esconda bajo ese enojo. Es más, Jesús lo lleva aún más adelante. Miren cómo dice el verso 23.
“…Por tanto, si tu traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo en contra tuya, − la cesta de las ofrendas está por ahí? No se la llevaron?
Imagínese, la cesta de las ofrendas está pasando por ahí, por la fila suya, y usted bien cotidianamente, como siempre, tira su dinero, su sobrecito, y lo que Jesús está diciendo ahí es que si esa ofrenda se está acercando a ti y antes de tu poner tu ofrenda en esa cesta te recuerdas que tienes un problema con la persona que está 3 filas detrás de ti, o quién sabe si la persona que está al lado tuyo, lo que está diciendo es, deja que tu ofrenda sea más genuina. Agárrala, no la eches, dale un abrazo a la persona que está al lado tuyo, pídele perdón, te dije algo que no te tenía que decir esta mañana, hice algo que no tenía que haber hecho, perdóname, y ya entonces tu vas a decir, ya la cesta se fue y ya está 4 filas más atrás, pues, no doy la ofrenda. No, no, no. Él dice, después que le pidas perdón, levántate, ve a la fila de atrás, encuentra la cesta y entonces tírala. No crean que se van a escabullir tan rápido.
Ese mensaje que el Señor está trayendo aquí, mis hermanos, es la necesidad de uno poder vivir en paz y en armonía con las personas que tenemos a nuestro alrededor. Y no tan solamente eso, sino que el Señor también nos llama a saber cómo vivir en integridad y en respeto, particularmente cuando estamos hablando de las personas del género opuesto.
Cuando Jesús habla acerca del adulterio, acerca del divorcio, él está enfatizando la importancia que hay de podernos dar el respeto que merecemos cada cual a ese nivel. Me da gracia porque cada vez que yo leo esto y no es que me da gracia en el sentido en que me mofo de esto, pero yo me digo, guau, Señor, tu pusiste la barra aquí bien alta. Porque él dice,
“…Oíste que fue dicho no cometerás adulterio, pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer, − voy a decir también o a un hombre, porque esto es algo que les pasa a ambos, no es de los hombres nada más, consta – para codiciarla o codiciarlo, ya adulteró con él o con ella en su corazón…”
Oye Jesús, ahí sí que tu la pusiste bien dura. Acaso tu no te acuerdas que tu mismo nos hiciste a nosotros, los seres humanos, particularmente a los hombres que los ojos es como lo que más nos excita a nosotros y si pasa una creación de Dios bien bonita por frente a nosotros, lo vamos a mirar. Que te pasó, Jesús?
Y él lo dice, cuidado, por algo fue que yo lo dije. Yo sé muy bien cómo yo te creé. Por algo él lo hizo así, yo sé muy bien cómo te creé. Pero si tu quieres representar los valores de mi reino, por eso es que te estoy poniendo la barra bien alta, para que puedas vivir a la luz de eso. Por fe.
Y asimismo como está hablando de esto, también habla acerca del respeto que se le debe al matrimonio también. El matrimonio es un pacto sagrado, mis hermanos, un pacto sagrado que se tiene que cuidar, se tiene que respetar. Yo tengo que cuidar a mi esposa que estaba cantando aquí, yo lo veía a ella cantando y yo me decía, guau, Señor, mi esposa, regalo más lindo que tu me has dado. No sé si me estás viendo por el internet, Heidi, pero ahí te va un beso.
Pero yo veo eso, mis hermanos, esa voz fue en gran parte lo que me conquistó a mí. Porque yo lo que estaba viendo era un don que estaba en esta mujer y yo me decía, guau, ahí está mi ayuda idónea. Y claro está, mis hermanos, la dinámica matrimonial no es nada fácil. Son dos personas con dos mentalidades diferentes, pero a la misma vez unidos en una sola carne. Y hay que saber cómo trabajar, cómo negociar el uno con el otro, para poder llegar al nivel de integridad y de intimidad que el Señor quiere que tengamos, que nada más de mirarnos a los ojos ya sabemos cómo estamos pensando, sintiendo. Que si yo hago algo que la ofende a ella, o viceversa, que podamos tener el valor de ir, disculparnos, hablarnos el uno al otro, para poder seguir edificando esa relación matrimonial. Que si ella ve que hay alguna mujer que está rondando mucho alrededor mío, ella es como un buitre. Cuidado. Antes cuando ella me decía, cuidado, por qué me va a decir, yo no voy a hacer nada.
Pero cuando escucho bien la voz de mi esposa, ella puede ver algo que yo no veo. Y asimismo yo soy como un león rugiente alrededor de ella. Si yo veo que algún hombre se empieza a comportar con mi esposa en una manera que yo no me siento cómodo, me sale lo de león a mí también. Pero eso es parte de cuidar esa relación matrimonial, de vivir en respeto, en integridad, en armonía el uno con el otro.
Y de ese respeto, entonces, yo transmitirlo también a otras personas a mi alrededor, otras mujeres a mi alrededor. Yo me alegro cuando Pablo le dice a Timoteo, a las mujeres de la iglesia, trátalas como tus hermanas. A las mujeres que son mayores, son tus madres, son tus abuelas. Aquí yo tengo madres, yo no tengo abuelas aquí. Conste. No lo voy a llevar tan allá.
Pero uno aprende a vivir a la luz de esos principios, de esos valores que nos ayudan, mis hermanos, a poder demostrar una vida de santidad, la santidad que el Señor quiere que nosotros demostremos.
Jesús aquí mismo dice, si tu ojo es ocasión de caer…., Señor, por qué me voy a arrancar el ojo si es ella la que se está vistiendo muy provocativa? Ella es la que tiene los pantalones apretados, Señor. No son mis ojos. Jesús dice, si tu ojo es ocasión de caer, mejor que llegues como pirata al cielo que ir con 2020 al infierno.
Pero, mis hermanos, esto es lo que Jesús está queriendo decir. Miren, la integridad que se requiere mis hermanos. Yo les digo, yo estoy haciendo un stop aquí, mis hermanos, porque yo sé que esta es una de las luchas más grandes, tanto para hombres como para mujeres, hoy en día. El mundo en el cual vivimos la sexualidad está por las nubes, a todo el mundo le llega algo.
Es más, hasta aquel que pensaba que lo único que tenía detrás eran moscas, aún a esas personas, su sexualidad la puede tener por las nubes también. Y uno tiene que aprender a cómo luchar con esas cosas. Ustedes están en el colmado y ven el rack de revistas y es como que, déjenme mirar para los periódicos porque no puedo mirar las revistas. Uno tiene que tener cuidado, y si Jesús lo dice es porque uno tiene que prestarle atención a eso. Por algo él lo menciona.
Todo lo que él está diciendo aquí, por algo es. Él no lo está diciendo para decirnos como que, esto es imposible, olvídate, yo no voy a entrar. Estrecha es la puerta que dirige a la vida, lo dice aquí también, estrecha es la puerta y ancha la puerta que dirige a la perdición. So por dónde vamos a entrar?
Otra cosa que Jesús dice para ayudarnos a vivir en santidad. Ten cuidado con tus juramentos, ten cuidado con tus palabras. Hace unos meses atrás yo estaba con mi hermano Rafael aquí en la recepción, y llegó un caballero, no me acuerdo su nombre, pero esta persona, miren, yo soy bien malo para recordarme de algunas cosas, y los que me conocen bien saben que a mí a veces que se me olvidan las cosas, grave. Pero esta persona cuando vino aquí estábamos hablando entre nosotros tres, y de repente él sale y dice, − “Mira, Omar, te voy a decir algo, un refrán que yo he aprendido. Y el refrán dice, uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice.” Se acuerdan? Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice.
En otras palabras, ten cuidado con estar comprometiéndote demasiado con tu boca que después no puedas cumplir lo que estás diciendo. Miren, yo no sé cuántos de nosotros en algún momento de nuestra vida, por librarnos de algún problema, le dijimos a alguien, ay, te lo juro por mi madre que está viva todavía, que te voy a dar el dinero la semana que viene. Se chavó la mamá.
Estoy hablando bien boricua, perdón. Omar, control. Alguien se puede identificar con eso? Hay veces que por nosotros estando comprometiendo tanto así con nuestra boca, lo que estamos trayendo es desgracia, no tan solamente a nosotros sino a aquellos por los cuales juramos. Y cuando Jesús dice, mira, no jures ni por el cielo, porque es el trono de Dios, no jures por la tierra porque es el estado de sus pies, que tu sí sea sí y tu no sea no. Mira cómo te resuelvo el problema.
¿Saben qué? Esto a mí, como pastor, muchas veces me cuesta, de verdad que me cuesta, decirle que no a alguien, una de las cosas más difíciles. Pastor quiero que venga al quinceañero de mi hija. Pastor, quiero que venga a la dedicación de mi hijo. Pastor, le vamos a celebrar el cumpleaños a mi tatarabuela de 103 años y queremos que usted ore por ella. Pastor, vamos a bautizar mi gatito y quiero que usted está ahí para bautizar el gatito.
Si yo me pongo a decirle que sí a todo eso, mis hermanos, pobre Sebastián, pobre Lucas, porque no van a tener papá que pueda jugar con ellos, de verdad. Hay veces que yo me encuentro en una encrucijada porque la persona que se me está acercando es una persona que yo aprecio tanto, pero cuando yo veo mi semana cómo ha sido, que he estado fuera de la casa, 2, 3, 4 noches, y estoy mirando, sí, que ya llega el sábado, podré estar en casa y estar con mi familia tranquilo y alguien me dice, Pastor Omar, puede venir que vamos a hacer algo bien especial, una comidita y queremos que estés ahí. Me puedes traer el platito de comida el domingo? Yo me lo como con mucho gusto, pero el sábado tengo que compartir un platito de comida con mi familia.
Así como yo doy mi ejemplo, mis hermanos, ustedes también tienen sus propios ejemplos. A ustedes les pasa en distintas maneras. Te invitan aquí, te invitan allá, tu trabajo te piden esto, te piden aquello, lo otro, tu esposa te pida una y otra cosa, tu esposo también, y tu también tienes que aprender a decir, sí, y decir que no. A los hijos hay que aprender a decirle sí y no. Si tu le dices a tu hijo, te voy a recompensar si recoges tu cuarto, más vale que lo recompenses cuando lo termine de recoger el cuarto, porque si le dices que sí le vas a dar algo, y después que él limpia su cuarto, hasta lambe el piso si es posible, viene detrás de ti buscando la paletita que le ibas a dar y tu le dices, te la doy después. Ah, no, vuelvo de nuevo y alboroto el cuarto. No me diste lo que me dijiste que me ibas a dar. Que su sí sea sí y tu no sea no.
Y aquí Jesús es como que Jesús va abundando de una a otra, de una a otra. Cuántos aman a las personas que tienen a su alrededor? Tu puedes venir y saludas a alguien aquí en la iglesia, hermano, cómo estás? Ah, que bien. Se dan un abrazo. Pero que tal cuando tiene que ver con tus enemigos. Que tal cuando Jesús dice ama a tus enemigos, aquellos que te aborrecen, ámalos también.
Cuántos tienen enemigos aquí? Estoy haciendo una pregunta genuina. Cuántos tienen enemigos aquí? Déjenme definir enemigo. Enemigo no tan solamente es el que te mete el pie y te hace la zancadilla. Eso se puede definir como un enemigo, pero también aquí un enemigo se puede definir como una persona que no necesariamente comparte los mismos valores que tu tienes, que no vive como tu vives, que se hace diferente a ti de alguna manera u otra, que tal vez tu le pasas por el lado y te mira por encima del hombro, que tu tienes los zapatos de Payless y él tiene zapatos de Bostonian o sea lo que sea. Cuántos pueden decir ahora que sí tienen sus enemigos? No, no, pero no digan amén. No. No me digan amén a eso. Digan que sí los tengo.
Mira, ahí tienes una oportunidad para orar entonces. Eso es lo que Jesús está diciendo. Amarás a tu prójimo, aborrecerás a tus enemigos, pero yo te digo, ama a tus enemigos, bendecid a los que los maldicen, haced por los que los aborrecen, orad por los que los ultrajan y los persiguen para que puedan ser hijos de vuestro Padre que está en los cielos.
En otras palabras, Jesús está diciendo, si tu logras hacer la diferencia a ese nivel, mira, tu te puedes considerar que tienes tu lugar allá en el cielo ya. Los pachangueros ahí en el mundo se saludan los unos a los otros de lo más bien. Qué diferencia hay si tu eres un pachanguero también y te saludas con un pachanguero? Es lo mismo. Si tu eres boricua y saludas a otro boricua es lo mismo. Si tu eres un paisano y saludas a otro paisano es lo mismo.
Ahora, boricua, ve, saluda a un salvadoreño. Aprende lo que significa saludar a un salvadoreño. Aprende que hay algunas palabras que tu dices que para él son ofensivas y tu tienes que aprender a amar a esa persona y tratar a esa persona.
En el trabajo, alguien te metió una zancadilla, ora por esa persona y en vez de tu meterle una zancadilla a el o a ella, dale un vaso de agua, dale un café y no de Dunking Donuts, dáselo de Starbucks, que te cuesta más.
Cuando Jesús empieza a hablar acerca de motivaciones personales, nuestras motivaciones personales tienen que estar bien medidas a la luz de la palabra de Dios también. Él empieza a hablar en el capítulo 6, que cuando tu vas a dar limosna, miren esta ilustración,
“…Cuando tu des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti como hacen los hipócritas en la sinagogas y en las calles para ser alabados por los hombres, de cierto que ya tienen su recompensa…”
Esto es algo literal, mis hermanos, bíblicamente había fariseos en aquel entonces que cuando iban a dar una limosna iba una caravana delante de ellos, con trompetas, con música anunciando que ellos iban por ahí dando limosna. Ellos iban sentados en su asientito y tirando sus limosnas a la gente. Imagínense que yo aquí si voy a dar mi ofrenda, yo le pido al hermano Roberto que traiga el chofar, okay, Roberto, suena el chofar de frente a mí, que yo voy a dar mi ofrenda ahora, para que todo el mundo se entere que yo voy a dar mi ofrenda.
Ustedes se imaginan cuán ridículo sería eso? Cuando tu hagas algo, no lo hagas para ganar el aprecio o el reconocimiento de la gente, sino todo lo que tu haces como dice Jesús, hazlo en secreto para que nadie sepa que tu lo has hecho sino Dios, Dios que está viendo lo que tu haces en secreto, él es el que te va a recompensar a ti.
Lo mismo dice con la oración, ay, cuántos de nosotros nos gusta orar a toda boca? Ah, Señor… fuego de Dios… miren, hay veces que la oración más responde es la oración humilde y sencilla que la hace la persona que está allá en el asiento de ahí atrás, sentadito orando, Señor, Padre, yo no soy nada, pero tu lo eres todo, mi familia está en tus manos, mi vida está en tus manos, mi trabajo está en tus manos, Señor, no sé que más decir, así que gracias. Ahí lo dejó todo. De seguro, que esa oración que se hizo en secreto ahí atrás, el Señor la va a responder.
Es lo que uno hace. El carácter se mide, me gustó esto cuando lo dijo el pastor Greg, el carácter se mide, lo que tu eres, lo que tu haces cuando nadie te ve, cuando nadie está alrededor tuyo, ahí es donde está tu verdadero carácter. Eso es duro. Eso es fuerte. Yo mismo acabo de decir eso y es como que necesito la gracia de Dios definitivamente, la misericordia de Dios la necesito.
Tenemos que aprender a cómo orar, mis hermanos, no podemos estar orando a lo papagayo, al garete, tenemos que hacer oraciones que vayan enfocadas, dirigidas al Señor, oraciones que sean humildes, sencillas, honestas y sobre todas las cosas, oraciones que aprendan a extender perdón con otros. Se han dado cuenta ustedes que en la oración del Padre Nuestro el énfasis de esa oración tiene que ver con el perdón?
Jesús quiere que nosotros aprendamos a cómo perdonar a otros, a vivir en armonía con otros. Lo mismo habla acerca del ayuno. Cuando tu ayunes no vengas con tu cara demacrada diciéndole a todo el mundo, estoy ayunando, estoy más muerto del hambre que un perro sato de la esquina. Nadie tiene que saber eso. Al contrario, cuando tu ayunes, qué es lo que dice Jesús? Báñate bien, aféitate, córtate las uñas, vístete bien, nadie que saberlo. A mí me da gracia porque el pastor Greg siempre que está ayunando, vengo yo y le ofrezco pizza, sin yo saber que él está ayunando. Él me tiene que decir a mí, no Omar, hoy paso porque estoy ayunando. Pero come ahí de frente a mí así vale más el ayuno. Yo como, Greg, por favor. Nadie se tiene que enterar, mis hermanos, es una práctica de entrega, de sujeción a Dios que tu estás haciendo y la estás haciendo tu con Dios y Dios que vea lo que tu estás haciendo en privado, en secreto.
Qué es lo que dice, de nuevo? Él se va a encargar de recompensarte a ti. Cuántos necesitan dinero? Jesús dice, cuidado con el dinero. No podemos servir a dos dioses. O servimos a Dios o servimos a las riquezas. Pero obviamente la idea es servirlo a él.
Sabes por qué? Porque Dios conoce de todas las cosas de las cuales tu tienes necesidad. Dios sabe lo que tu necesitas. Antes de tu pedírselo, él sabe lo que tu necesitas. Él sabe el dilema que tu tienes con tus hijos, con tu esposo, con tu esposa, en tu trabajo. Él sabe el dilema que tu tienes con esa mentalidad depresiva que te sale de vez en cuando. Él sabe muy bien. Él sabe tu situación de inmigrante aquí y por algo él dice, no te enfoques en hacer tesoros aquí en la tierra, sino que busca hacer tus tesoros allá arriba en el cielo donde ni el orín ni la polilla corrompen nada de eso.
Busca primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas esas otras cosas de las cuales tu tienes necesidad, él se va encargar de suplírtelas todas y cada una de ellas. Y en medio de tus necesidades mira, cómo Jesús sigue elaborando su línea, voy terminando ya. En medio de tus necesidades no te pongan a juzgar a otros por lo que ellos tienen que tu no tienes. Cuidado con emitir juicios mal habidos. Capítulo 7. No juzguéis para que no seas juzgado, porque la misma medida que tu uses para medir a otros, esa misma medida la van a usar para medirte a ti.
Mira, aquella se cree la más santurrona de la iglesia, la favorita del pastor Roberto Miranda. Ten cuidado porque en alguna manera, eso que tu acabas de juzgar ahí, te va a tornar a ti, en alguna manera u otra, tal vez no te van a decir que eres el favorito de Roberto Miranda, pero sí te van a decir que eres el favorito de Mari Ulloa. Los que no conoces a Mari Ulloa, él es uno de los pilares de esta iglesia también. Tenemos que tener cuidado en medio de esa ansiedad, de ese afán que podamos tener, tenemos que tener cuidado de no estar juzgándonos unos a otros.
Sino, mis hermanos, tenemos que reconocer que todo lo que nosotros necesitamos se encuentra en Dios. Si tu pasas tu vida en la roca que es Cristo, tu vida va a dar fruto de acuerdo a ese fundamento. Esa es otra de las cosas que Jesús está diciendo aquí. Después de decir eso, por su fruto los conoceréis, ahí es donde él termina diciendo, okay, después de haberle dicho todo esto, después de haber compartido todas estas palabras con ustedes, si ustedes las escuchan y no me hacen caso, si les entra por una oreja y les sale por la otra, te voy a comparar con un hombre insensato, con una mujer insensata, que cuando se va por ahí va y sigue edificando su vida en tierra movediza y después se queja por qué su vida se sigue hundiendo, se siguen hundiendo y va de mal en peor, y es porque no le está haciendo caso a las palabras que yo le acabo de decir, no yo, Jesús, y no las está poniendo en práctica, no está haciendo un esfuerzo por apropiarse de esas verdades y vivir a la luz de ellas.
Ahora, si después de yo haber compartido este mensaje con ustedes, y ustedes escuchan estas palabras y salen de ahí por esa puerta, con una intencionalidad, con una mentalidad de decir, Señor, hoy es, yo voy a hacer un esfuerzo hoy. Hoy es el día que voy a empezar a cambiar el fundamento de mi vida, me voy a arrancar de la arena y me voy a empezar a plantar en la roca.
Yo no sé cuántos de ustedes han visto este programa de televisión de Big Movers, cuántos han visto ese programa? Que son compañías que se encargan a mover, por ejemplo, una casa entera, la levantan desde la fundación, la transportan a otro lado y la siembran en otro lado y la ponen en una fundación nueva. Por eso es lo que estaba pensando en la iglesia, porque la iglesia es ese tipo de compañía. Es el tipo de compañía que se encarga de cogerte toda tu casa, levantarla por completo y transportarla a la fundación que es Cristo, que es la roca firme.
Eso es la iglesia. Eso es este lugar. Eso es la iglesia. Esta tarde, mis hermanos, es una oportunidad para tu poder decir, mira, yo quiero fundar mi vida en la roca que es Cristo. En este lado de mi mundo hay mucho viento, hay muchas corrientes, mucha agua, mucha lluvia y hay veces que yo veo al otro que está con un sol bien rico, bien chévere, y por qué yo estoy acá sufriendo tanto y tanto y tanto. Mi casa se me sigue cayendo. Mira, contacta a esa compañía que se llama iglesia, y ellos te van a ayudar a levantar tu casa y ponerla en el fundamento correcto.