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Filipenses capítulo 1. Estamos meditando, partiendo de la carta a los Filipenses, y Dios nos ha puesto en estas semanas a hablar acerca del llamado de Dios a la santidad, el llamado de Dios a la consagración, a la entrega de nuestras vidas, a la santificación de nuestras vidas, yo espero que tú estés recibiendo esto como una Palabra directamente para tu vida, y aún si tú eres nuevo en la fé, nuevo en esta Iglesia, Dios está llamando a ti, Dios está llamando a nuestra congregación, como decía una de las hermanas que estaba orando aquí, Dios está llamando esta Iglesia a limpiarnos, a prepararnos, a ser vasijas adecuadas para que su unción pueda caber en nosotros, nosotros tenemos ambición de hacer cosas grandes para el Señor, de redimir vidas para Cristo, jóvenes, gente deambulante, todo esto pero se requiere un conductor adecuado para la Gloria de Dios en una ciudad como esta.
Estamos en un tiempo difícil de la humanidad, y la unción de Dios si va a hacer la diferencia, tiene que manifestarse en una forma sin precedentes, en una medida a la escala de los milagros e intervenciones que vemos en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento, como que nos hemos acostumbrado a bajar nuestras expectativas, y vemos los milagros de la vida como metáforas, eso es todo, como puntos de partida poéticos, que podemos usar para hablar de un Dios de misericordia, de poder, de amor, pero no creemos que Él todavía es capaz de sanar al cojo, de darle vista al ciego, de sanar al sordo, de rescatar al endemoniado, de multiplicar los panes y los peces, de hacer esos milagros poderosos que vemos en Elías y en otros grandes hombres y mujeres de Dios, creemos que estas cosas ya pasaron y tenemos que acostumbrarnos a cosas diferentes, yo creo que no, todavía lo mejor está por delante.
Yo decía hace un rato que el vino último en los esquemas de la Biblia siempre es mejor que el vino primero, y yo creo así mismo que en estos últimos tiempos de la humanidad, el último derramamiento del Espíritu Santo antes de que Cristo venga, va a ser un derramamiento como nunca antes lo hemos visto. Diga amén aunque sea para dar un poquito de ánimo aquí, ¿ok?, ¿están ahí, están despiertos, amén?, o lo dieron todo ya en la alabanza y la oración, ese es el problema a veces, no, vamos a seguir ahi hasta que esto ya termine.
Entonces hermanos, si queremos ver ese nivel de intervención de Dios en esta ciudad y esta nación, nosotros tenemos que ser vasijas santas, tenemos que ser conductores adecuados de la Gloria de Dios, el nivel, si nosotros quisiéramos acostumbrarnos, bueno ya Dios hizo lo que tenía que hacer con nosotros, ahora simplemente nos vamos allí cruising, metemos el automático y vamos a 65 millas por hora y eso es todo, no, yo quiero que esto despegue, warped speed, que se vaya a otra dimensión de nivel espiritual, y para eso necesitamos darle al Señor más de nosotros mismos, tenemos que vivir al rojo vivo, y Dios me está hablando, me está convenciendo, He is convicting me, como se dice en inglés, para que la Gloria de Dios se manifieste en nuestras vias Él requiere un pueblo santo, un pueblo limpio, un pueblo clamando a Él, y pagando el precio hermanos, este es el llamado de Dios para nuestras vidas.
Si tú eres nuevo en la fé, si estás apenas comenzando a dar tus primeros pasos, yo te animo a comenzar bien. Hay muchos cristianos que se han pasado caminando 20, 30 años, en el desierto como dice Hebreos, y no han entrado en la Tierra Prometida todavía, porque no se han entregado, no se han consagrado, no han entendido el llamado total del Señor para ellos, tú tienes la oportunidad que estás apenas comenzando en los caminos del Señor y estás visitando esta congregación a entrar fuerte y ser uno de esos que llegue a la Tierra Prometida con poco tiempo de dar vueltas alrededor entregando tu vida.
Entra a un Evangelio demandante, un Evangelio heróico, un Evangelio épico por así decirlo, ¿amén?, entra a la fé con un sentido de llamado y compromiso que Dios tiene para tu vida, este es el tiempo, no bajemos la guardia, no decaigamos en esto que Dios está haciendo, y por eso estamos emitiendo este llamado en este tiempo que Dios está haciendo algo especial en nuestra Iglesia, un llamado a la santidad, un llamado a la consagración, un llamado a examinarnos nosotros mismos, hay un coro que dice examinemos nuestros caminos, ¿no?, y veamos qué es lo que Dios quiere de nosotros, cada uno tiene que examinar, Señor, ¿qué áreas te puedo entregar?.
Entonces estamos ahí, ese llamado a la santidad, quiero fortalecer eso, mirando en la epístola a los Filipenses el capítulo 1, que estamos usando como punto de partida para estas meditaciones, el domingo pasado nos concentramos en esa presión, siervos de Jesucristo, Pablo y Timoteo, siervos, dulos de Jesucristo, quiere decir los hijos de Dios somos siervos, somos usando una palabra menos políticamente correcta somos esclavos de Jesucristo, esa es la expresión que Pablo usó, los apóstoles se veían a sí mismos como esclavos de Jesucristo, su nivel de concentración, de consagración, de entrega a los reclamos de Jesús, era tan grande, que ellos se consideraban que su condición era la de un esclavo, que no tenía vida propia, no tenía autoridad, no tenía autonomía, no podía decidir lo que iba a hacer, su dinero no era de ellos, tiempo, pertenencia, vida, destino, era todo de Dios, y la Biblia como vimos nos llama a nosotros también a adoptar un estilo de vida de siervos de Jesucristo y siervos unos de los otros.
Entonces esa condición de siervos impone sobre nosotros también una condición de santidad, una condición de ser santos, y por eso dice aquí Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos. Fíjese que él se refiere a toda la congregación de cristianos que se encontraban en esa ciudad de Filipos, él los llama santos. Y le decía a los hermanos esta mañana, es como si yo me fuera de viaje un tiempo y les enviara una carta, diciéndoles, hermano Roberto Miranda, siervo de Jesucristo, a todos los santos que están en la congregación de Judá, o a todos los santos que están en la ciudad de Boston.
La Biblia nos dice una y otra vez que nosotros por definición, el hecho de ser cristianos, de ser seguidores de Jesucristo, ya eso nos adjudica una condición de santos. Mire otro pasaje, Pablo repetía eso una y otra vez, vayamos a primera de Corintios capítulo 3, vamos a leer unos cuantos versículos de la Biblia para apuntalar lo que estamos diciendo, porque yo quiero que como un avión que está dando vueltas sobre un territorio, podamos ver todos los diferentes aspectos de la santidad, y que podamos tener una idea de la complejidad de este llamado de Dios a la santidad.
Yo espero que al finalizar esta serie de mensajes, nosotros tengamos una buena idea de lo que implica este llamado a la santidad. Allí en primera de Corintios capítulo 1 versículo 2, el apóstol Pablo también toma esta idea de santidad y santificación, y aquí dice él: "Pablo llamado a ser apóstol de Jesucristo por la Voluntad de Dios y el hermano Sóstenes, a la Iglesia de Dios que está en Corinto", era una ciudad del imperio greco-romano, Corinto, "a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús", vea la idea ahí de nuevo, toda la Iglesia que está ahí en Corinto, él los llama también a los santificados en Cristo Jesús, y entonces añade: "llamados a ser santos, con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro, gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre y de el Señor Jesucristo."
Entonces ven ustedes de nuevo aquí esta idea, ¿no?, es interesante que Pablo usa aquí una expresión diferente, dice, a los santificados. Yo decía a los hermanos esta mañana que parecería que hay una pequeña contradicción en la expresión de Pablo, porque él está diciendo a todos los que han sido santificados, pero también dice llamados a ser santos, uno se pregunta bueno, si son santificados, ¿por qué entonces son dizque llamados a ser santos como si fuera algo a lo que aspirar, a lo que apuntar?, si es un hecho, ¿para qué apuntar a ello?. Pero precisamente allí vemos un poco de lo que es la complejidad de este tema de la santidad, implicado en esa expresión de Pablo.
Lo que Pablo está diciendo aquí en otras palabras es lo siguiente: cuando tú entras a los caminos del Señor y tú aceptas la obra de Cristo en la cruz del calvario, y tú recibes esa obra como que fue para ti, su crucifixión, su muerte, te ha asignado justicia delante de Dios y te ha hecho un hijo de Dios, cuando tú asientes a ese plan de salvación de Dios por medio de Cristo Jesús, automáticamente, inmediatamente en una forma absoluta, es como que viene sobre ti un rayo, una llama de santificación, y entonces tú eres en una forma definitiva, absoluta, tú eres santo delante de Dios, ¿por qué?, porque todos tus pecados son borrados, dice la Palabra que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas.
Entonces hay un sentido en que sí, cuando tú recibes a Cristo como Señor y Salvador tú eres santificado, se te asigna una condición delante de Dios de una criatura santa, aceptable delante de Dios, la sangre de Cristo te lava, y dice que Él toma tus pecados, los echa al fondo del mar y no se acordará más de ellos. Entonces hay un tipo de santificación, hay una dimensión de la santificación que es instantáneo, definitivo, total, y cuando tú entras en los caminos del Señor, tú caminas en esa ciudadanía nueva, tú eres hijo de Dios, y por definición tú eres agios, apartado de un estilo de vida, tú ahora perteneces a una estirpe santificada y purificada por el Señor. Ahora, ¿cuántos saben que como dice en ese versículo, nueva criatura es, cuántos saben que aún cuando nosotros somos nuevas criaturas, todavía el viejo hombre está peleando dentro de uno, verdad que sí?.
Aquí hay hombres bien antiguos que todavía están vivitos y coleando, estamos, ¿es la verdad, no?. Dios nos estampa con su sello, nos asigna una condición de hijos redimidos, pero entonces se supone que comience un proceso de creciente perfeccionamiento dentro de nosotros. Yo diría que ontológicamente, en nuestro estado absoluto de ser, sí, somos santos delante de Dios, pero en nuestra realidad vivencial, lo que vivimos cada día, nuestras circunstancias, la lucha de la mente, de los apetitos, hay entonces una realidad progresiva que se irá dando dentro de nosotros, en que Dios irá cada día acercándonos más y más y conformándonos a la imagen de Cristo Jesús en efecto. Es como que se da una asignación de una identidad, pero es como que nosotros tenemos que crecer hasta llenar esos zapatos nuevos de nuestra identidad.
Déjenme dar un ejemplo, es como que en el ejército, una persona se gradúa de la escuela de oficial, y cuando termina se le da unas barras de segundo teniente, un oficial del ejército pasa por el entrenamiento de soldado, de oficial, y tiene el día de su comisión y recibe sus barras que se las pone el general o quien sea, y entonces ya es un segundo teniente en el ejército de los Estados Unidos, esa es su condición, su estado, ¿pero sabe qué?, ese jovencito, generalmente son jóvenes, ahora tiene que comenzar un proceso de entrar en su identidad de oficial, él tiene que empezar a hablar ya como un oficial del ejército, tiene que adquirir esa voz de mando, tiene que adquirir ese estilo de hombre de autoridad, hay una actitud que él tiene que ir cultivando a través de los años hasta llenar esos zapatos de oficial, y entonces irá ascendiendo en los diferentes rangos, a llegar a capitán, coronel, a general de diferentes estrellas, va creciendo en autoridad, en experiencia, en mando, en una cantidad de cosas, aunque ya es un oficial del ejército, y así pasa con nosotros también.
Cuando Dios nos santifica, nos asigna una identidad, hijos de Dios, redimidos por Cristo Jesús, destinados a la vida eterna, pero entonces mientras estamos aquí en la Tierra, va a haber un proceso de creciente santificación, somos llamados a ser santos en el sentido de que somos llamados a cada día purificarnos más y más hasta llegar a ser como Cristo Jesús. Entonces hay una condición instantánea, definitiva, pero también hay un proceso de entrar más y más, en lo que yo soy, mis relaciones humanas, mis apetitos, mi carne, mi mente, mis emociones, mis hábitos, todo eso vaya conformando más y más a lo que yo soy delante de los ojos de Dios, ¿me explico?. Y eso es a lo que nosotros llamamos cuando Dios nos llama a una creciente santidad, cuando entramos a los caminos de Dios, entendamos todos.
Y yo creo que eso es lo que pasa con tantos pueblos, iglesias de Dios, que no hemos sabido manejar la complejidad de la santidad, entonces caemos en la simplificación excesiva, y no entendemos la tensión que hay, esa tensión dinámica, de que ok, Dios nos llama a la santidad, y tenemos que aspirar a ella, pero va a ser un proceso paulatino, un proceso gradual, hasta que lleguemos a la plenitud de la imagen de Cristo Jesús. Entonces yo les invito a ustedes, me invito a mí mismo, en este tiempo de la Iglesia, a concebir ese llamado de Dios, de ir entregándole al Señor todo lo que Él nos pida para llegar a ser ese pueblo escogido de Dios.
Yo sé que hay cosas en ti como las hay en mí, que podemos identificar, que tenemos que pedirle al Señor que vaya trabajando en nosotros. Yo creo que mucha gente le tiene miedo a la santidad, o el llamado a la santidad, porque ven su condición actual, ven lo difícil de romper ciertos hábitos, y ciertas condiciones de vida que tienen, que se sientes atemorizados, y por eso nunca abren su mente a la idea de que no, yo puedo llegar a ser un hombre, una mujer de Dios que verdaderamente refleje el carácter de Jesús, y debo comenzar esa jornada, y comenzar a entregarle al Señor todas las piezas de mi ser, todo lo que Él quiere que yo le entregue, hasta llegar a ser formados según el Señor Jesucristo.
La vida cristiana es una jornada maravillosa donde cada día le vamos dando piezas de nuestro ser, y Dios va haciendo cosas preciosas, según Él nos pide, nos va dando así mismo. Alguien ha dicho que el rastro que deja un cristiano en la vida es como el rastro de un conejo herido en la nieve, que va dejando gotitas de sangre según va caminando, y sabe que, así mismo es con nosotros, si verdaderamente hemos aceptado el llamado de Dios a la vida cristiana auténtica, eso quiere decir que nuestra vida va a ser una creciente crucifixión, áreas de nuestra vida van a tener que quedarse atrás. Dios nos llama a dos cosas, nos llama a gran gozo, gran victoria, gran sublimidad, gran alegría de ser siervos de Dios, momentos en que vemos manifestada la Gloria de Dios en nuestras vidas, cosas que Dios va haciendo en nuestras familias, en nuestros trabajos, financieramente, Dios nos bendice de muchas maneras, pero también hay momentos en que Dios dice ven, sabes que, te voy a traer a mi escuela de santidad, te voy a pasar por un tiempo de crucifixión, de pruebas, de mostrarte quién tú verdaderamente eres para que me busques más y llegues a ser como mi Hijo Jesucristo.
Entonces va a haber en tu vida, situaciones, dificultades y momentos que Dios estará permitiendo que tú entres en ellos, pero sabes para que va a ser, para que a través de esas experiencias tú llegues a ser más como Jesús, y que al Él depurarte y sacarte cosas dentro de ti, tú puedas entonces ser más feliz y más capaz de vivir la vida plena que Dios quiere que tú vivas. Por eso el apóstol Pablo habla también de esto que, despojándonos de todo peso que nos asedia, para que podamos correr con ligereza la carrera de la fé.
Muchas veces nosotros venimos a los caminos del Señor, y hay una cantidad de imperfecciones, que son como libras que tenemos encima, y cuando tratamos de correr nos agotamos, cuando tratamos de correr la carrera de la fé nos sentimos agotados, el diablo nos da duro, caemos una y otra vez, impedimentos, cosas que suceden, y Pablo dice no, aligérate, quítate esas cosas de encima, ¿cuáles son esas cosas?. Todo lo que tú sabes que no agrada al Señor, todo aquéllo que impide que tú llegues a ser como Cristo. Cuando nosotros le entregamos al Señor todas esas cosas, entonces la vida cristiana se torna en algo glorioso, algo lindo, algo agradable, y entonces podemos verdaderamente participar de todas las bendiciones que Dios tiene para nosotros.
Como nunca en la historia, Dios nos está llamando a ser un pueblo de santidad. Usted sabe, cuando Dios llamó a los hebreos a ser un pueblo santo, le estaba hablando a una nación que estaba rodeada de impureza, de pecado, de maldad. Las naciones que estaban alrededor de Israel eran naciones entregadas a los dioses paganos, dioses de sensualidad, dioses de violencia, dioses de la tierra, dioses de muerte y de oscuridad, y gente que practicaba todo tipo de excesos morales, inimaginables, y entonces cuando Dios llama a ese pueblo de Israel a ser un pueblo santo para Él, eso quiere decir que tenía que ser un pueblo diferente, un pueblo apartado, un pueblo apartado de esa impureza del mundo en que vivían, para que ellos ejemplificaran la santidad de ese Dios a quien ellos servían.
La santidad siempre se vive en contraste con un mundo que está encaminado en otra dirección, y cuando Dios nos llama a ser santos quiere decir que Dios quiere que nos apartemos de la inmundicia que caracteriza al mundo en que vivimos, y Él quiere que nosotros seamos diferentes en ese sentido, y que ejemplifiquemos su Santidad.
Hay un pasaje que estoy tratando, vamos a Filipenses 2:15, y lo voy a dejar por aquí más o menos porque después voy a retomar algo de esto la semana que viene, pero sí quiero, hay algo que estoy pensando que es importante que nosotros recordemos. Ustedes recordarán que hace dos semanas yo hablaba acerca de este versículo, el versículo 12 dice: "ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena Voluntad." Entonces Pablo continúa desarrollando ese pensamiento y dice aquí: "Haced todo sin murmuraciones ni contiendas" y aquí está lo que quiero resaltar "para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo."
Tú sabes que en este tiempo de la historia de la humanidad, el llamado a la santidad del pueblo de Dios, se hace más urgente, más crítico que nunca antes en la historia, porque estamos en un tiempo en que la humanidad se ha lanzado, se ha zambullido en el pecado. Y entonces Dios nos dice lo mismo que les decía a los hermanos de Filipos, de que nosotros tenemos que ser irreprensibles. Eso no quiere decir que tienes que ser perfecto, entiéndeme, aunque es bueno apuntar hacia la perfección, pero ser irreprensible quiere decir que en todo lo posible, tu comportamiento, tu forma de vivir es tal que la gente no encuentra por dónde tirarte una pedrada, por dónde acusarte, porque tu caminar es un caminar correcto delante de Dios y delante de los hombres, podrás tener tus fallas, tus cosas, pero hay un nivel de integridad que Dios espera de nosotros, de manera que el mundo no pueda reprendernos, no pueda criticarnos.
Nosotros hoy en día le damos tanto derecho al mundo de tirarnos piedra por donde quiera, porque el pueblo de Dios no está viviendo al nivel que Dios quiere, entonces hay tanto escándalo en el pueblo de Dios, en el pastorado, en el mundo evangelístico, en la televisión, el estilo de vida de tantos cristianos no difiere mucho en muchos casos del mundo allá afuera, entonces somos reprensibles mas bien, pero la Palabra de Dios dice irreprensibles. El apóstol Pablo, hay otro pasaje donde dice que, vivamos de tal manera que cuando quieran decir algo malo de nosotros no puedan, y si nos atacan sea porque estamos sirviendo al Señor como a Daniel que lo metieron en el horno de fuego porque estaba sirviendo a Dios y haciendo la Voluntad del Señor, no porque estaba haciendo algo malo, si vamos a ser perseguidos que nos persigan por ser buenos delante de Dios y hacer la Voluntad del Señor.
De paso esa otra palabra sencillos, la palabra sencillos en el griego original, lo que quiere decir es sin mezcla, puros, es como, cuando el oro ha sido purificado que no tiene otros metales adentro, el vino que no tiene agua, esa es una de las expresiones que se traduce para esa palabra, sencillo, no hay mezcla en ellos si no que es un elemento, un especimen puro. Entonces lo que Pablo está diciendo es que seamos irreprensibles ante el mundo y que seamos puros, que no haya mezcla. ¿En cuántos de nosotros todavía está el mundo y todavía Dios peleando dentro de nosotros?, tenemos un pie en el mundo, tenemos otro pie en el Reino de Dios, nuestros afectos están en el mundo y están en los caminos del Señor, y una de las cosas que Dios habla es que nosotros tenemos que morir al mundo, esa idea como Pablo dice ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí.
Entonces Dios quiere que se de en nosotros un proceso de muerte pero muerte para vida, es un proceso de morir a los afectos y a los apetitos del mundo, y el apóstol Pablo dice, o Juan, dice que la amistad con el mundo es enemistad con Dios, el Señor Jesucristo dijo también no podemos servir a dos señores, porque amamos a uno más o amamos al otro más, tenemos que decidir a quién vamos a servir, a quién vamos a entregar nuestros corazones, nuestros afectos, el Señor dice entrégate completamente, ¿por qué?, porque vivimos en una generación maligna y perversa, wow, es difícil. A muchos evangélicos hoy en día no les gusta hablar en esos términos porque piensan como que uno está criticando a la gente demasiado.
Ahora, tenemos que amar a esa generación, porque necesitan de Dios, no podemos tampoco despreciarlos, oh, nosotros somos mejores que ellos, no, hay que amarlos y tenerles misericordia aún cuando aborrecemos las cosas que hacen. Déjeme decirle un ejemplo y con esto ya termino, esta semana creo que fue el jueves, sí el jueves, yo tuve que ir a una reunión de líderes de aquí de Massachussets, convocado por la Iglesia católica, que de paso qué triste que, yo amo a mis hermanos católicos, y la verdad que hay muchas cosas, yo no le tiro piedras a la Iglesica Católica francamente, yo respeto a la Iglesia Católica, por una parte déjeme decirle a la Iglesia Católica hay que admirarla, porque hoy en día cuando muchas iglesias evangélicas en esta nación han dejado de luchar por ciertos temas sociales importantes, la Iglesia Católica sangrando como está está dando la cara y está encabenzando muchas causas que ya los evangélicos hemos dejado de lado.
Pero qué triste que la Iglesia Católica está afectada por todo este escándalo de la pedofilia entre sus sacerdotes, y claro han perdido por esto una credibilidad tremenda ante la sociedad, entonces están peleando la batalla de la integridad moral ellos mismos no oliendo muy bien y se han abierto a la acusación de hipocresía crasa, de no haber dado atención a este problema serio entre su liderazgo, entre líderes católicos, con la cuestión esa de los abusos de los niños, y haber sabido que eso estaba sucediendo pero no haber pagado el precio de haber sacado esto a la luz y haber disciplinado a esa gente, algo horrible, horrible.
Sin embargo, esto es largo de explicar, pero voy a esto, por eso es que nosotros tenemos que, si vamos a llamar al mundo al arrepentimiento nosotros tenemos una responsabilidad grande de ejemplificar el comportamiento adecuado, alguien por allí ha dicho que no se puede predicar moralidad en calzoncillos, tenemos que limpiar nuestra propia casa primeramente. Pero eso es aparte, ese no es el punto, porque lo que pasó es que estaba allí el Cardenal Shanon que yo creo que es un hombre de Dios que yo respeto, íntegro en muchas maneras, y para discutir un tema, y yo quiero aprovechar para poner eso delante de ustedes, porque uno pensaría que esto es ciencia ficción, hace 3 años usted me hubiera dicho que Massachussets iba a estar bregando con esto y yo hubiera dicho, no, eso no es posible, pero ya uno está curado de espanto, ya uno ha visto tanto con el matrimonio homosexual que ya como que cualquier cosa es posible.
Esta sociedad, esta generación va cada día pervirtiéndose más y más hasta el punto de que en noviembre, cuando vengan las próximas elecciones y haya ocasión de votar, noviembre 2 creo, no recuerdo cuándo es, bueno, noviembre, hay varias cosas por las cuales el pueblo de Massachussets va a tener que votar, y una de ellas es la propuesta número 2, la propuesta número 2 tiene que ver con el suicidio asistido por médicos, physician assisted suicide, eso quiere decir que en el estado de Massachussets, si Dios no mete su mano, será posible para una persona que está con una enfermedad terminal, pedir que su médico le recete un veneno que él va a poder ir a una farmacia y tomárselo para quitarse la vida con la receta que el médico le ha de proveer legalmente, legítimamente.
Imagínese cuánta gente desesperada, deprimida por una situación de cáncer o lo que sea, que piensa ya mi vida terminó y ya no esperanza para mí, que tenga la opción médica de ir a un médico y decir hey, yo quiero que usted me de la receta para yo suicidarme y terminar mi vida, y confiarle a una persona que está frágil emocionalmente, que ni siquiera se le requiere una evaluación médica psiquiátrica, que está en sus cinco sentidos, no, simplemente que ella quiera decir yo me quiero suicidar, quiero terminar esto, recéteme la medicina, yo voy a ir ahí a Wallgreens, me voy a ir a mi casa, me voy a poner una pijama bien bonita, me voy a beber el veneno y a terminar mi vida.
Mire hasta esto es lo interesante porque nosotros escuchamos esto, porque nosotros escuchamos a una firma muy conocida aquí en Massachussets que está tratando de ayudar en eso, ahora mismo en Massachussets, si se tomara el voto hoy mismo, el 70% de los votantes en Massachussets votaría a favor del suicidio asistido por médicos. Hay solamente como un 30% y pico de personas mayormente cristianos que están dispuestos a votar en contra de esa medida, es decir que la lucha para derrotar esta propuesta número 2 es muy, inclinada, porque hasta ese punto ha llegado esta cultura, esta sociedad como Massachussets, de gente altamente educada, con valores seculares, humanistas, alejados de la Palabra de Dios, que están dispuestos a votar por una aberración, por un escándalo moral como eso.
Y sabe, lo interesante es esto, que los médicos mismos se rehúsan, la asociación médica norteamericana, que hay otras cosas que apoyan, pero eso están en contra de ello, porque ellos reconocen que los médicos están llamados a preservar la vida, no a facilitar la muerte, pero de todas maneras, esta cultura que se ha ido de cabeza a la maldad y al pecado está dispuesta a aceptar esto. Yo les suplico mis hermanos que si usted tiene ocasión de votar en noviembre, vote correctamente, vote moralmente, vote espiritualmente, y asegurémonos de que nosotros nunca demos nuestro voto a una perversidad como lo es la del suicidio asistido o permitido, facilitado por un médico.
Pero mi punto es, por eso es que es tan importante que nosotros entendamos la palabra del apóstol Pablo, dice que tenemos que brillar en medio de una generación maligna y perversa, tenemos que ser irreprensibles, tenemos que ser sencillos en nuestro compromiso con el Señor, porque esta sociedad ¿dónde va a terminar?, en un desliz precipitoso, hacia la muerte, la tiniebla, la oscuridad, y al diablo se le ha dado soltura en este mundo, y sólo aquéllos que hagan un compromiso firme con el Señor van a poder sobrevivir, van a poder mantenerse, se requiere un nivel de pureza excepcional en este tiempo, y nosotros tenemos que entender que ese es el mundo en que nosotros vivimos, y tenemos que ser diferentes, Dios te llama a ti a ser diferente, Dios me llama a mí a ser diferente, Dios nos llama verdaderamente a ser un pueblo santo, agradable a Él.
Vamos a bajar nuestras cabezas ahora, vamos a reafirmar nuestro llamado, y si hay alguien en esta tarde que quiera entregar su vida al Señor Jesucristo, y usted quiere que oremos por usted, mi placer sería presentarlo delante del Señor, usted puede levantar su mano, si usted desea, o pasar aquí al frente, si Dios te ha tocado en alguna manera en esta tarde a través de la adoración o lo que sea, no detengas mucho el tiempo, pasa aquí que queremos orar por ti, si viniste con alguien y te quiere acompañar también lo puede hacer, si no lo has hecho antes ven con un hermano, una hermana, y nos gustaría presentarte delante del Señor, si alguien no ha dado ese paso de fé nos gustaría orar por ti, ven aquí adelante o levanta tu mano donde tú estás y mi placer sería ponerte en las manos del Señor también, ¿ok?.
Mientras tanto ahí en tu corazón yo te suplico, refuerza tu compromiso con Dios, de no ser un cristiano a medias, de no ser un cristiano mezclado con otras cosas, cierra toda brecha en tu vida, aprieta bien la medida de bendición que Dios te ha dado, comprométete con el Señor, estamos en tiempos verdaderamente urgentes, y el tiempo de jugar a evangélico ya pasó, es un tiempo de definición, es un tiempo de creerle al Señor, Su llamado, vamos a cerrar filas y a entregar toda nuestra vida al Señor, y llenar esos lugares débiles, fortalecer las rodillas dice el apóstol Pablo, los brazos caídos levantarlos y fortalecerlos, nuestro compromiso con el Señor, y que nuestro amor cada día por esas almas perdidas sea mayor, y por eso es que necesitamos prepararnos, purificarnos para poder afectar ese mundo.
Yo no le he cedido el mundo al diablo todavía, ¿sabe?, este país todavía hay mucha gente de fé que está orando y clamando, yo no le entrego a Satanás todavía esta nación, ¿sabe?, este es un tiempo cairo, un tiempo clave, y Dios puede brillar en esta nación, y yo creo que una de las cosas por las cuales Dios ha enviado a los latinos a los Estados Unidos no es para robarle dinero al IRS, es para bendecir esta nación espiritualmente con sus oraciones, con su clamor, su espiritualidad al rojo vivo, sus valores espirituales, su ética diferente, una Iglesia que le enseñe a esta nación con un espíritu de humildad lo que Cristo puede hacer posible, nosotros podemos ser esa familia ejemplar.
Padre en el nombre de Jesús, queremos ser visitados por ti, queremos ser tocados por ti, queremos que Tú uses esta Palabra que estamos compartiendo como vehículo para entrar al corazón de Tu pueblo, no nos dejes bajar a un nivel menor que lo que hemos proclamado Señor, afirma fuertemente en nosotros este llamado a la santidad, hazlo real en la vida de esta congregación Padre, llévate todo lo que no sea de ti, todo lo que no te agrade Señor. Gracias por este tiempo precioso, donde hemos podido adorarte con soltura Señor, hemos presentado nuestras peticiones delante de ti, Tú nos has visitado con Tu presencia, y ahora sácanos de aquí habiendo sido ministrados por Tu Palabra. Bendícenos y que esa semilla que ha caído en nuestros corazones no pueda venir a robársela Señor, no pueda venir a violar lo que Tú quieres hacer en nosotros. Bendice este pueblo y sácalo de aquí bajo Tu bendición, Tu compañía, y que nada interfiera Señor con el sentido de Tu Presencia, ni en el camino hacia sus hogares, ni cuando lleguen allí, ni mañana cuando comencemos muestra vida de trabajo normal, que Tu Palabra y Tu Presencia sean tan reales como lo son en este mismo momento, gracias Señor, en el nombre de Jesús oramos, amén y amén. Dios les bendiga mis hermanos, que la Gracia y la paz del Señor sea con todos ustedes, amén.