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Quisiera que vayan conmigo a la primera carta de Juan, en el capítulo 2, un solo verso voy a leer por ahora, verso 6. Dice así este verso que es corto pero muy impactante: “… El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo…”
Déjenme repetirlo otra vez, “…El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo…”
Es más, yo me atrevería a decir, debe andar como él anda todavía hoy día. Yo te pregunto cómo tu andas? Con los pies, ¿verdad? obviamente. Codeando. Cuántos caminan con un tumbadito medio raro a veces? Cuántos caminas cargados y agobiados por la vida? Cuántos andas exasperados todo el tiempo, ansiosos? Guau que va a hacer el día de mañana. Y todo es así, rápido. Cuántos andamos como él anduvo?
Una vida que refleja Cristo, hay varios puntos que me gustaría compartir con ustedes. Quiero ser bien breve, no me quiero extender mucho, pero deja ver si al menos puedo cubrir 5 de estas cosas. Y lo primero que puedo decir es que esta vida es una vida de fe, es una vida de fe.
Segunda de Corintios, capítulo 5, verso 7 dice que por fe andamos y no por vista. Así que el mero hecho de que si nosotros decimos que permanecemos en Jesús, obviamente Jesús no está aquí en una forma tangible con nosotros ahora, so nosotros tenemos que andar creyendo por fe de que Jesús es real, de que su poder, sus palabras siguen teniendo efectividad todavía en el día de hoy. y andamos por fe. No dependemos necesariamente de que en una forma visible o tangible las cosas se den para entonces nosotros creer, sino que nuestro creer está ahí antes de que las cosas se hagan visibles.
Hebreos, capítulo 11, verso 1, dice precisamente esto, “… qué es la fe? La fe es la certeza de lo que tu esperas, la convicción de lo que no se ve, es una manera loca de vivir pero así es como el Señor lo ha establecido.”
Yo tengo la convicción de que ese hijo, esa hija por el cual tu estás orando va a llegar el día, el momento, la hora de que esa persona va a dar el cambio que Dios quiere que dé. Yo tengo esa convicción.
Yo tengo la convicción de que esa duda que está nublando tu cabeza, tu mente ahora mismo, que no te deja pensar bien, que no te deja procesar bien, que va a llegar el momento, yo tengo la convicción, de que esa duda, esa neblina que te tiene cegado en un momento Dios la va a quitar y tu vas a poder ver claramente qué es lo que el Señor quiere hacer en ti y a través de ti para otros.
Vivimos por fe. No sabes cómo va a llegar el dinero para la próxima semana para pagar tu renta, para comprar leche, para comprar jamón, queso y pan y hacerte el sándwich que tu vas a comer el próximo día? Pero está la convicción de una manera u otra que Dios va a proveer. Tal vez no te lo dé por la mañana, pero por la tarde alguien te va a invitar a comer y vas a comer en una sola comida, vas a comer desayuno, almuerzo y comido, y postre y snack también.
Punto número dos: esta vida, mis hermanos, es una vida de luz y de paz. Andar como Jesús anduvo es una vida de luz y de paz. Yo te pregunto cuando tu llegas a un lugar, qué energía tu trasmites? Cuando tu entras a una casa, cuando tu entras a tu oficina de trabajo, cuando tu te montas en el camión y tienes que guiar con un compañero, con un colega, cuando tu tienes que sentarte delante de alguien y hacer una entrevista y hacer un reporte, cuando tu llegas a tu casa por la tarde y están los nenes todos revolcados y estás pensando que tienes que cocinar, que tienes que lavar los trastes o cosas así, qué energía estamos transmitiendo en esos momentos? Cómo estamos andando? Cómo está nuestro proceder? Estamos contagiando a la gente a nuestro alrededor con una energía negativa, pesimista, o estamos contagiando a la gente a nuestro alrededor con algo más positivo, con algo de Dios aunque hay veces que tal vez no se pueda comunicar en una manera tan directa, pero eso se refleja, eso es algo que se deja ver a través de ti.
Y dondequiera que tu vas, dondequiera que tu entras, dondequiera que tu hablas, esa vida de luz, esa vida de paz, se manifiesta, se deja ver. Tu transmites esa paz. Mire cómo dice la Escritura en Primera de Juan, capítulo 1, versículo 7 dice:
“…Si andamos en luz como él está en la luz, tendremos comunión unos con otros…”
Mira esto qué bello. Si tu andas en luz como él está en la luz, tendremos comunión, en otras palabras, tendremos paz unos con otros. Saben, yo les tengo que decir, este punto a mí me tocó mucho el corazón. Como pastor uno de los privilegios, diría yo, que uno vive como pastor es tener sesiones de consejería con personas. Yo creo que a través de la consejería nosotros tenemos como una silla de primera fila a las vidas de personas que no todos tienen. Y uno puede conocer una serie de historias y hay consejería, mis hermanos, que no terminan muy bien por la complejidad de las cosas, pero cuando uno como pastor se encuentra en una consejería y uno ve el resultado de bien que sale de eso, no tan solamente por la intervención que uno hace, sino porque uno mismo ve en una forma tangible como el espíritu del Señor está tocando a todas las personas que están involucradas, uno lo más que puede decir, Señor, gloria a ti porque tu eres el que está obrando aquí en esta situación.
Yo me sentí inspirado a compartir esta prédica de hoy por una sesión de consejería que tuve ayer, anoche. Una consejería que, mis hermanos, yo les digo que cuando entré a ella yo me dije, aquí se hace o se deshace esto. Pero cuando entré, desde que empecé a orar yo sentí en mi espíritu, Señor, tu te vas a encargar de esta situación. Y a lo largo que esa conversación se iba desarrollando, yo pude ver cómo Dios fue interviniendo en cada una de las personas que estaban involucradas. Y yo me dije, gracias, Señor, porque esto es la iglesia.
La iglesia son personas imperfectas pero que estamos haciendo todo lo posible por andar en luz. Y cuando reconocemos que esto no es como yo puedo poner mi ego por encima del de otro, sino que reconozco que tengo que doblegarme en momentos para que otra persona pueda también tener su lugar, y para dejar que entonces el Señor pueda trabajar con nosotros para poder ser parte del cuerpo que pueda funcionar en una manera más eficiente, como Dios quiere que funcione su cuerpo, que es la iglesia, miren, no hay nada más bello que ver eso.
No hay nada más bello que ver una mano diciéndole al pie, mira, te necesito, no te puedo cortar. No hay nada más bello que ver una oreja diciéndole al ojo, mira, guíame porque no veo por dónde voy, yo te puedo decir lo que estoy oyendo pero tu estás viendo. Así que me voy a dejar llevar por lo que tu dices.
Nosotros en la iglesia, mis hermanos, miren, yo les digo esto, nuestra iglesia no es perfecta pero estamos luchando por serlo, y parte de esa lucha todos nosotros, en las distintas maneras que nosotros interactuamos con la vida de la iglesia, tenemos que siempre luchar y aspirar para que nuestra iglesia sea una iglesia donde la luz del Señor se deje ver y donde la paz de Dios se deje ver y se deje sentir y que la podamos vivir. Que todos nosotros seamos agente de paz y agentes de luz y no agentes de contienda.
No podemos dejar que la contienda gane en la dinámica de la vida del cuerpo de Cristo. Si usted se encuentra con alguien que de repente lo empieza a jalar a usted para un ladito, y le empieza a hablar, mira, fulanito, fulanita esta, tienes que tener cuidado con esta persona porque es así, porque es asá, ojo al pillo. Mucho cuidado! Mucho cuidado! Esas dinámicas se dan en la iglesia, en cualquier iglesia. Y la de nosotros está exenta de eso. Así que si usted se enfrenta a alguien que está… consumiendo a otra persona, stop. Aquí no más. Es su responsabilidad, es mí responsabilidad. Usted tiene que cuidar por el bienestar de la iglesia.
Y usted sabe que usted está cuidando de la iglesia cuando usted ve, okay, Jesús estoy andando cómo tu quieres? Estoy andando cómo tu anduviste? De que si veo contienda de cortarlo y poder resolver esa situación, buscar que haya resolución entre dos partes que están en discordia, y en vez de yo ser una parte que fomenta más discordia, que yo pueda ser una parte que pueda fomentar la paz y la unidad y la integración. Tenemos que reflejar esa luz y esa paz.
Número 3, conectado con la número 2, es una vida de amor. Efesios 5, miren qué lindo, a mí me encanta este pasaje, Efesios 5, versículo 1 y 2. Dice:
“…Sed pues imitadores de Dios como hijos amados y andad en amor –ahí está de nuevo – como Cristo nos amó y se sacrificó por nosotros…”
Tu sabes que tu te tienes que sacrificar por la vida de otra persona? Tu no estás aquí en esta iglesia como un consumidor, tu no estás aquí para venir y deja ver cómo la iglesia me puede ayudar. Esa es la mentalidad de una persona que no ha entendido bien la dinámica de lo que es ser parte del cuerpo de Cristo. Pero una persona, un cristiano maduro, un cristiano que permanece en el Señor, es una clase de persona que sabe que cuando es parte de una iglesia, está ahí para sacrificarse y para ser de bendición a otros, no tan solamente para sentarse como si fuera… que le pongan un suero, okay, dame la medicina que necesito hoy y vuelvo otra vez el domingo para que me den otra vez el mismo suero de nuevo.
Esos son consumidores en la iglesia, que los hay también, seguro, los hay. Pero aquellos de nosotros que hemos entendido esos misterios de Dios, sabemos que muchas veces nosotros al sacrificarnos, esos deseos personales, por servir en una forma genuina a otros, por fomentar esa unidad, por fomentar esa paz los unos con los otros, ahí tu entonces experimentas una bendición de Dios mucho mayor que si meramente te sientas ahí en la banca a escuchar lo que dice el pastor todos los domingos. Eso tiene su lugar, no es que estoy, como quien dice, bajando eso de nivel, eso tiene su lugar, en un servicio como esto, mire usted viene, se sienta, recibe palabra del Señor, amén, gloria a Dios. Pero esto es solamente una partecita de lo que es su rol en la vida de una iglesia. Porque con lo que recibe aquí tiene que volver y darlo, impartirlo, vivirlo con otras personas a su alrededor.
Fomentar ese amor entre todos, que si un dominicano no se lleva con un uruguareño, vamos a ver cómo conectamos eso. Si un colombiano no se lleva con un puertorriqueño, cómo conectamos eso. Si un hondureño no se lleva con un mexicano, cómo hacemos esa conexión. Si un costarricense… es que ese es el don de los costarricenses, se llevan bien como todos. Eso es lo que viene por estar en el mismo medio de Centroamérica, te llevas bien con todos. Eres el ombligo que lo agarras todo.
Mis hermanos, yo les digo en esta iglesia yo he aprendido que nuestro trasfondo étnico baja a un segundo o tercer nivel, que en una iglesia como esta nosotros tenemos que entender que nuestra ciudadanía es del cielo y no de aquí. Tu eres de Puerto Rico, ah, qué chévere, de qué pueblo eres? Ah, del mismo era yo, chévere, muy bien. Pero aquí eso es como que… de dónde tu eres? Mejor dicho, para dónde tu vas? Para el cielo. Yo también, nos veremos allá arriba. Allá nos vemos, te acompaño en el camino, dale. Aunque tengas un acento distinto, aunque tu comas pupusa y a mí me gusta el arroz con habichuelas y chuletas, no hay problema, llegamos allí como quién, pero tenemos que fomentar, andar en ese amor, mis hermanos.
Tenemos que andar en ese amor. No dejemos, mis hermanos, nunca, nunca permitas que sus diferencias con otras personas estorben lo que Dios quiere hacer. Eso es uno de los errores más grandes que puede dividir cualquier iglesia, el fomentar ese sentido de intimidación a veces, porque hay veces que llega eso, es como que intimidamos y como que amedrentamos a la gente, mira, si tu no haces esto, pues yo no voy a hacer esto, o si tu no haces esto, pues me voy de aquí. Hey, no, cómo vamos a vivir así en la iglesia? Es como estar caminando en cáscara de huevo. Déjenme tener cuidado para que fulanito no se ofenda.
Mire, se me olvidó decir esto, en el punto anterior que mencioné. Cómo se me va a olvidar esto, Omar, por favor. Dice, el punto que estaba hablando de una vida que refleja luz y paz. Dice, si andamos en luz como él está en la luz tenemos comunión unos con otros y después miren cómo dice, y la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.
Sabe lo que significa eso? Que si en esa relación de comunión, de estar en comunión en otros, si llega el momento donde yo fallo en contra de usted, sabe lo que está ahí? La sangre de Cristo para perdonarme esa falta, para perdonar tu falta y que nosotros podamos seguir trabajando y viviendo en comunión como él desea. Está el mejor ingrediente de todos, la sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado.
Si yo, con mi carácter, con mi conducta te ofendí, mira, no me des la patada, sino declara la sangre de Cristo sobre mi vida para que ese carácter mío siga siendo transformado y que yo pueda caminar como él caminó también.
El cuarto punto, andar como el anduvo, es una vida que refleja estabilidad, es una vida definida. No estamos jugando dos bases a la misma vez. No estoy ni frío ni caliente, o estoy frío o estoy caliente. No tibio. Por qué será que lo tibio no gusta? Yo me como la comida a veces tibia. Me doy baños de agua tibia.
El punto que les quiero decir, miren cómo dice Efesios, capítulo 4.
“… Les ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuiste llamados…”
Esta palabra a mí me encanta, vocación. Cuántos de ustedes han escuchado esa palabra? Vocación. Vocación muchas veces se puede entender como llamado, también. Pero llamado muchas veces la gente lo limita a lo que es el llamado de pastor, el llamado evangelístico, el llamado misionero. Pero vocación, mis hermanos, es una palabra mucho más abarcadora, porque si tu eres enfermero o enfermera, en esa vocación Dios te puede usar para bendecir a alguien. Si tu eres peluquera y esa es tu vocación en esa silla, cortándole tu el pelo, jalándole los pelos a alguien para alisarle un pelo todo rizo, Dios te puede usar para quién sabe si desenredar par de meollos que tenga esa persona en su vida también.
Y esa es tu vocación. No necesariamente tienes que estar parado en el altar, sino que cortando el pelo tu puedes bendecir a esa persona. Y que tu puedas vivir, que tu puedas andar a la luz de esa vocación, cuando está hablando aquí de tu vocación, es el mero hecho de vivir a la luz del llamado que tenemos al Señor en nuestras vidas y que tenemos que hacer una diferencia en todo lo que hacemos. Esa es la vocación en la cual andamos. Y poder estar estables, definidos en ello, que eso sea lo que nos define. Tal vez este punto lo voy a tener que elaborar un poquito más.
Punto 5, se cae de la mata, es una vida espiritual. Tenemos que entender, mis hermanos, que cuando nosotros andamos en el espíritu hay que alimentar ese espíritu y no satisfacer los deseos de la carne. Eso es lo que dice Gálatas, capítulo 5 verso 16:
“…Andad en el espíritu y no satisfagan los deseos de la carne…” que hoy día los deseos de la carne, en cualquier lado están siendo estimulados desde que usted se levanta hasta que usted se acuesta, y aún cuando duerme todo lo que usted ha visto en el día su mente lo sigue procesando. Y está ahí esa vocecita diciendo, feed me, aliméntame, date este gocecito, no te va a hacer nada. Una vocecita por ahí adentro que te está diciendo, come un poquito más de ese chicharrón, no te va a hacer daño. Tu te metes la mano en el bolsillo y está esa vocecita que te dice, no te apures, ponlo, ponlo ahí en el número 23 negro. Tu verás.
Esa muchacha, chequéala de arriba abajo para que tu veas. Ese varón que bien formado, mi hermano déjame saludarte. No satisfagamos los deseos de la carne. Oye, tenemos que tener cuidado con eso, cuando te pasa ese pensamientos por la cabeza, Señor, llevo cautivo todo pensamiento a tu obediencia. Te pido que tu espíritu me llene, Señor, por favor. Bendice a la hermana pero ayúdame tu a mí Señor.
Se puede, seguro que sí. Pero mira, tu sabes cómo se puede, mis hermanos, esto es un hábito. Alimentar los deseos de la carne son hábitos que nosotros estamos desarrollando a lo largo de toda la vida. Cuando el espíritu de Dios entra en nosotros empieza a pelear ahí adentro. Es la idea de desarrollar un hábito totalmente nuevo para que entonces la dinámica del espíritu domine por encima de la dinámica de la carne. Hábitos que uno tiene que hacer, hábitos con sus ojos, hábitos con sus palabras, hábitos con sus pensamientos, hábitos con su forma de actuar. Son cosas que uno tiene que arreglar.
Yo cuando era joven, yo era un coqueto, yo era un flirt y lo reconozco, a mi me gusta flirtear con las muchachas cuando yo era joven. Yo les tiraba mis piropos y eso fue un hábito con el cual yo crecí y cuando yo empecé que entrar en la seriedad de mi llamado, yo entendí que el Señor me dijo, ten cuidado, si tu no corriges eso, eso te puede meter en problemas. Tal vez tu quieras bendecir una hermanita, pero con tu conducta la hermanita se va a creer que tu te estás tirando otra jugada, y tienes que tener cuidado. Y yo tuve que hacer… yo tengo que hacer el esfuerzo todavía de cuidarme en cómo yo procedo, en cómo yo saludo.
Si hay veces que usted me ve que yo titubeo, que no sé si darle la mano o darle un abrazo, esa es mi mente procesando, debo tener cuidado de cómo hago. El espíritu hablando y mi propia mente procesando también. Precisamente por eso, porque quiero cuidar cualquier cosa que pueda ser malentendida por otro o por mí. Y tener cuidado con eso.
Punto número 6, es una vida de diligencia. Efesios capítulo 5, versos 15 al 17, esta es la idea que dice:
“…Mirad pues con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios aprovechando bien el tiempo, buscando entender la voluntad de Dios…”
Los días son malos, hay que buscar entender la voluntad de Dios, en cada cosa que tu haces, en cada movida que tu haces, en cada conversación que tu tienes, en cada decisión que tu tomas, sea comprar la leche de 1% o whole milk, aún en esas cosas, sé diligente, busca entender la voluntad de Dios, aprovecha el tiempo.
Con ese colega tuyo del trabajo que estás loco por decirle, mira, acepta a Cristo y tu vida cambia, pero las dinámicas no lo han permitido así. Sé diligente, mide el tiempo, aprovecha bien el tiempo, aprovecha la oportunidad.
Es más, si tienes que orar, Señor, que pase algo por favor para yo poder, como quien dice, meter la cuchara aquí. Seamos diligentes. Esa idea de diligencia también tiene que ver con la idea de estar alertas, Señor, que tu estás haciendo, qué tu estás haciendo en la vida de esta persona? Qué tu estás haciendo en mí?
La semana pasada un hermano aquí en la iglesia sale y me pregunta, Omar, qué tu sientes que el espíritu te está llevando a hacer en estos días? Cómo tu ves que el espíritu te está llamando a tu enfocar tus energías? Y esa pregunta me cogió por desapercibido y yo le tuve que responder, no sé. No significa que estoy siendo descuidado, pero la cosa fue que la pregunta me tomó por desapercibido. Y en el momento no supe qué responder. Si él me pregunta ahora, yo sé que le voy a responder. Porque me hizo pensar, esa pregunta me hizo pensar en ese pasaje, estoy andando con diligencia, estoy andando alerta, Señor, a lo que tu me estás diciendo? Cuáles son las señales que tu me estás mandando? Cuáles son las formas en que tu estás inquietando mi espíritu para yo vivir, para yo hablar, para yo proceder con la gente? Qué tu te tienes entre manos? yo quiero conocer tu voluntad, Señor.
Yo no puedo andar por ahí como un necio y viendo una mera rutina diaria. Yo tengo que andar sabiamente buscando entender la voluntad de Dios para cada día, aunque sea en cosas sencillas, aunque sea en una llamada de teléfono que yo le haga a alguien. Yo tengo que entender la voluntad de Dios en eso.
Así que, mis hermanos, cómo estás andando? Cómo estás andando tu? Estamos andando a la luz de lo que Cristo quiere para nuestras vidas? En esos 6 puntos que yo mencioné estás 3 y 3? 4 y 2? 5 y 1? O ninguno? Cómo estás andando? Cómo estoy andando?
Yo sé, mis hermanos, que si queremos permanecer en él, como bien dice ese pasaje con el cual empecé en Primera Juan capítulo 2, verso 2, el que dice que permanece en él debe andar como él anduvo. Si usted lee los versos anteriores, todo esto se enfoca en nosotros permanecer en ese mandamiento que Jesús nos dio de amarnos unos a otros. Si yo vivo en amor como él mandó, yo puedo decir que estoy permaneciendo en él y que estoy caminando como él anduvo.
Porque Jesús anduvo en amor, aún las confrontaciones que Jesús hacía, Jesús las hacía inspirado por amor, el amor de Dios que lo conmovía, como quien dice, a metérsele por dentro a la gente y decir, oye, mira, despierta. Recapacita. Aún en el momento cuando Jesús se vio más bravo que hizo un látigo y empezó a meterle cantazos a los mercaderes y los sacó de la iglesia, ese gesto tan brusco de Jesús, fue inspirado por amor, el amor por la casa del Señor.
Ahora, no estoy diciendo que usted empieza a coger látigos y le empiece a dar a la gente a su alrededor. No. cuidado. Eso se lo dejo a Jesús nada más. Nadie está vendiendo palomas aquí.
Pero mis hermanos, yo creo que este mensaje es más bien para traernos un sentido de estar alertas, o sea, cómo yo estoy caminando, mis hermanos, en todo lo que usted hace, en todas sus interacciones con distintas personas a su alrededor, con tu esposo, con tu esposa, cómo estás andando? Qué tu le estás reflejando a tu esposo o tu esposa? Aquí dentro de la iglesia, si eres un líder, una líder, tu en tu ministerio, qué energía estás transmitiendo a otros líderes en otros ministerios? Qué estás fomentando? Estás fomentando una atmósfera de paz? Estás fomentando un ambiente de trabajo, de servicio, de ministerio, de comunión donde las diferencias se pueden echar a un lado y que podemos trabajar juntos? O estás tirándole piedras al otro lado?
Estás demandando muchas señales y te estás olvidando de que, no, tengo que ejercitar mi fe aunque yo no vea señales, yo tengo que creer que eso va a suceder, y tengo que seguir agarrándome, esforzándome, manteniendo mi esperanza en esas cosas que estoy esperando, que llegará el momento en que las veré y cuando las vez algo nuevo va a surgir que mi fe va a seguir ahí inspirada, moviéndose, siguiendo adelante.
Esa es la vida que el Señor quiere, que nosotros podamos reflejar. Y no es que te vayas a poner así ahora, como vayas a llegar a un extremo y te pongas ansioso como que, ay, estoy haciendo esto, lo otro, y entonces estás como que… ay,… no, no, mira tu eres quien tu eres y en la forma que tu eres, que tu puedas reflejar a Cristo, que Dios te hable, que Dios te mueva, que Dios te inquiete.
Es más, a través de una conversación de una persona, si una persona de repente te dice algo que te cayó mal, okay, qué vas a hacer con eso? Le vas a poner raya y cruz a esa persona y no vuelvo a hablar con él o con ella? O en la madurez que el Señor te da vas a decir, déjame examinar esto, déjame retener lo bueno, lo malo que me cayó bien mal, déjame dejarlo ahí en el remojo, en standby y después vuelvo y lo visito otra vez a ver qué hay ahí que verdaderamente el Señor me está hablando.
Esa es la dinámica de andar como Jesús anduvo. La vida de Jesús era bien dinámica. Distintas personas a su alrededor y esa misma dinámica él la quiere tener contigo, la quiere tener conmigo, con todos nosotros, quiere tener esa dinámica. Y quiere ver cómo esa vasija va tomando su forma final que él quiere que tenga. Y él está seguro que la obra que él comenzó en ti él la va a terminar. Él está seguro de eso, él ya lo ve.
Nosotros estamos en el proceso. Andemos como Jesús anduvo, mis hermanos, animémonos unos a otros a andar como Jesús anduvo. Vamos a ponernos de pie y vamos a orar.
Señor Jesús, que bella y que hermosa es tu palabra. Qué bello es podernos exponer a esta enseñanza, Señor. Qué bello es poder, Señor, abrir nuestros corazones y dejar que esa palabra penetre bien profundo y redarguya lo que está ahí, Señor. Nadie más que tu conoce nuestro corazón, tu conoces lo engañoso que puede ser el corazón, asimismo lo dice la Escritura, pero Padre, aquí estamos, nos exponemos a ti, Señor. No hay nada que podamos esconder de ti. Tu sabes muy bien las áreas de este mensaje que nosotros tenemos que trabajar y yo te pido, Señor, que por favor, que tu gracia, que tu amor, que tu favor, Señor, repose sobre nosotros. Que nosotros podamos ser pacientes con nosotros mismos como tu también lo eres y que a la misma vez podamos ser intencionales, Señor, en ir trabajando en la dirección que tu quieres que nosotros vayamos, Señor.
Señor, tu te vales de cualquier situación de la vida para enseñarnos, para mostrarnos tu camino, para enseñarnos a cómo andar, a cómo vivir, a cómo pensar, a cómo hablar, cómo proceder. Así, Jesús, yo te suplico que sobre cada uno de mis hermanos y hermanas a medida que nos preparamos para salir de aquí, ir a nuestros hogares, yo te pido que esta palabra siga haciendo eco en nosotros, Señor, y que nosotros podamos seguir creciendo a la luz de ella, Señor, y que podamos reflejar tu vida en la vida de otros, Señor. Entender que personas a nuestro alrededor está en distintas etapas en su vida de fe y tenemos que aprender a cómo lidiar con cada uno de ellos.
Ayúdanos Señor, a poder impartir esa vida de fe, esa vida de amor, esa vida de unidad, esa luz que la podamos reflejar, esa vida de definida, estable, Señor, ese espíritu, esa vida espiritual que se define por ti, Señor, que podamos reflejar todas estas cualidades y muchas más en cada momento, Señor. Que nosotros podamos interactuar con otros a nuestro alrededor. Llévanos con bien hacia nuestros hogares, Señor, llévanos con tu paz y que esta palabra nos siga redarguyendo, Señor, como solamente tu puedes hacerlo. Bendícenos a todos, concédenos tu paz, tu amor en nuestros corazones, por tu Hijo, Jesús, oramos y te damos las gracias. Amén, Señor.
Hermanos, que el Señor les bendiga, que el Señor les guarde, adelante en el Señor. Salúdense unos a otros, quedan despedidos. Bendiciones.