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Quiero hablarles un poquito sobre la gloria de Dios. Voy a estar hablando del texto de Romanos 8, comenzando con el verso 16.
Pero antes de eso le voy a hacer una historia. Resulta, y viene al caso, que cuando yo tenía 3 años más o menos ahí, me iban a inscribir en el colegio, en el kindergarten. Cuántos de ustedes están comenzando las clases? Cuántos tienen los hijos en kindergarten? Han llevado hijos al kindergarten, saben todos. Okay, bien. Pues, a mi me llevan al kindergarten, yo nací en la República Dominicana y me inscribieron a este colegio, La Milagrosa, un colegio católico, y eso era un acontecimiento. Me compraron mi uniformito, con mi camisita amarilla clara, mis pantaloncitos marroncitos, hasta me compraron la cosita amarilla que son duras de bolitas, que son de rosita, y una luncherita que era de vaquero, pero me combinaba porque era marrón con amarilla.
Entonces, yo estaba que no podía conmigo. Y el día antes de yo ir a la escuela, yo me quería quedar con el uniforme puesto, yo no quería, no quería. La cosa es que me levanté, mi mamá me llevó al colegio, que eran unas cuadras después de la casa y vamos caminando y yo estoy muy campante, muy contenta con todo, y solo hago ver el colegio, y veo las monjitas muy amables, un colegio típico, bien bonito, con rosales y todo lo demás. Inmediatamente yo veo la reja y las monjitas, qué hice? Comencé a llorar que eso no hubo quién me callara. Agarra a mi mamá de la blusa, me agarraba de la pierna. Las monjitas que parece que tenían dedos de diente de tiburón porque me ponían la mano y eso era… yo no podía.
La cosa es que mi mamá no me pudo dejar en el colegio. Al otro día vinieron y trajeron a mi abuela, que mi abuela, yo siempre la he amado muchísimo y ella me ha amado a mí, a ver si mi abuela me convencía. Qué pasa? No funcionó. Me quedé yo ahí en el colegio y la abuela se quedó jugando conmigo y cuando llegó a la casa dijo, “Yo no vuelvo, esas sillitas son muy incómodas. Yo para allá no vuelvo a quedarme con ella.” Y me volví una niña bom básicamente. No fui a primero, no fui a kindergarten ni nada, yo me la pasaba como una borrachita, con una botella viendo televisión y en ropa interior, todo el día en la casa.
Pero qué pasa? Por qué yo estoy diciendo esta historia? Muchas veces nosotros venimos al Evangelio y nos comportamos así. Queremos quedarnos en kindergarten, venimos con todas las expectativas, el Señor me salvó, soy nuevo, ah, qué emoción! Entramos en lo que yo llamo, fase primer amor, estamos ah, el Señor, ah, victorioso, ah qué emoción! Y cuando vemos la dinámica real del Evangelio entramos en la fase, en lo que yo digo, pataleta.
Entonces, comenzamos la fase berrinche pataleta. Ah, pero a mí no me dijeron que yo iba a ser feliz, y qué fue lo que pasó con esto? Yo no entiendo qué esto? Y dejamos que todas esas cosas nos roben todo lo que hemos recibido. Del gozo ni se diga, se nos va como espuma y la paz, nos volvemos lo peor del mundo.
Entonces, nosotros tenemos que tener eso en cuenta. Tenemos que entender que cuando venimos al Evangelio, que cuando venimos a lo que es del Señor, no es solamente un camino de rosas y de olor fragante, sino que como dice el pastor muchas veces, tenemos que pagar el precio.
Y muchas veces a mí no me gusta pagar el precio. Yo me he comenzado a convertir en una cuponera, so yo no pago nada. Yo no pago ningún precio, yo compro papel de baño con cupón, yo compro jabón de baño con cupón, todo con un cupón. No me gusta pagar el precio y mucho menos en mi vida espiritual, no me gusta pagar el precio. Entonces tengo que disciplinarme en muchas cosas.
Pero yo quiero ahora recordarles de por qué es importante pagar el precio, por qué es importante nosotros pelear para mantenernos en ese renglón, en esa atmósfera de primer amor con el Señor, no importando los embates que vengan en la vida. Que si cantamos que él merece toda la gloria, como decía el pastor Andrés, él lo merece en lo bueno y lo merece en lo malo. Y tenemos que cultivar un sentido de persistencia espiritual en el Señor.
Yo quiero leerles Romanos 8:16 comenzando hasta el verso 19, para comenzar y calentar los motores. Y dice:
“…El espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si hijos también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, y si es que padecemos juntamente con él para que juntamente con él seamos glorificados… – y este verso es muy importante que pongan atención − … pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse…”
Amén. “…Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios…”
Hermanos, esto es cosa seria. Cierren los ojos en este momento y piense de dónde lo sacó el Señor, piense la cosa más horrible que usted pueda creer que el Señor no le hubiese perdonado, que usted mismo tal vez no se ha perdonado todavía, piense eso, piense de dónde lo sacó el Señor. Ahora, vuelve y mire el verso 18, “pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera…”
Imagínese usted, el Señor me sacó a mí de un tejemaneje medio raro. Y viene y me promete que me va a dar tremenda gloria porque nosotros qué hacemos? Reflejamos su gloria. Y el pagar el precio, hermanos, nos ayuda a movernos de nivel a nivel, de gloria en gloria. So, el pagar el precio no es solamente para obedecer, el pagar el precio es para darle gloria a Dios, porque le damos gloria a él y él en su misericordia la devuelve. No entiendo eso, pero la devuelve y nosotros también reflejamos esa gloria de Dios.
Yo no sé usted, pero ese privilegio yo todavía no lo entiendo. Yo no entiendo cómo Dios puede agarrar a una persona inmunda, pecadora, que no duró un momento sin meter las dos patas bien en el lodo, y él viene y me dice, “Yo te voy a limpiar, yo te voy a sanar, yo te voy a cubrir, yo te voy a dar palabra, yo te voy a dar denuedo, yo te voy a dar sabiduría, yo te voy a dar gloria de mi gloria. Tu vas a reflejar mi gloria.”
Para mí eso es como que no, el Señor está loco, tiene que estar loco porque cómo el ser más excelso del universo, el que tiene toda la gloria, todo conocimiento, que todo lo sabe, que todo lo hizo, que es el más grande de todos viene y dice que va a compartir su gloria conmigo. Y eso no es con el que se viste bien, eso no es con el que huele bien, eso no es con el que tiene una cuenta de banco más gorda que yo, eso no es con ningún de tipo de persona específica. Eso es con quién? Con todo el mundo, porque la palabra dice que todos los que vinieron a él, a los que aceptan a Cristo como su Señor y salvador, qué hace? Los hace aceptos, los hace hijos de él.
Imagínese usted con algo tan simple como recibir un regalo de la salvación y la gracia, yo ya tengo una tarjeta de gloria. Por gracia tengo una tarjeta de gloria donde yo puedo ir, claro, tengo que pasar las pruebas y ahí es donde queremos abarcar un poquito más. Porque hay qué? Pagar el precio. Ahí no hay cupones, hay que pagar el precio.
Hay una hermana con la que yo he desarrollado una muy linda amistad y yo le pedí a ella si podía dar este ejemplo, so no estoy chismeando ni nada por el estilo, pero la hermana… yo he estado conversando con ella porque ella estaba pasando por una prueba y nosotros sabemos… quiénes de ustedes han pasado por pruebas? Quién no ha pasado por pruebas? Quién está pasando por una prueba en este momento?
Es como dicen en inglés que hay dos cosas seguras, la muerte y los taxes. En la vida cristiana las pruebas no crea que se va a deshacer de ellas porque es lo que nos lleva a poder ir de gloria en gloria. Si usted no pasa el examen, qué va a pasar? No va a pasar de curso, se va quedar ahí. So, yo le dije a ella, “Hermana, tu no te puedes quedar en kindergarten por eso es que tu estás con esa prueba.” Y aquí viene la historia de kindergarten y la pataleta.
So, le digo, “Lo que pasa es que el Señor te está moviendo y te está haciendo una guerrera más adepta para que tu puedas entender dónde es que él te está llevando.” Porque ella estaba pasando… la room mate se le fue, la compañera de casa de fue, entonces estaba buscando personas… usted sabe que uno cuando trabaja duro y todo lo demás, no tiene mucho dinero para pagar alquiler aquí en Boston, porque es muy caro. Viene el día 1 de agosto, no hay room mate, viene el 15 de agosto no hay room mate. Pone anuncios aquí, pone anuncios allá en el internet, dice que va a venir del país de donde ella es, porque tiene una visa segura, que va a venir en unas cuantas semanas, que le consiga trabajo. Va ella, habla, busca el trabajo, el muchacho tiene trabajo, de una vez así, qué pasa? Cuando vuelve dice que no puede venir porque la visa no se la pueden dar. Se le fue ahí, so viene otro embate.
Y viene otra persona de otra señora que va a venir, que sí que muy buena, muy sierva de Dios, pero luego sale que tiene un hijo que desafortunadamente está preso. Cuando el hijo salga, dónde se va a acomodar? En el apartamento, entonces ella dice, “No, porque es para dos mujeres, no quiero…” So, otro… entonces, la prueba iba como que se abría una puerta y se cerraba la otra, se abría una puerta y se cerraba la otra. Al final ella consiguió una compañera de cuarto, hace unos cuantos días, y fue por medio de la iglesia. Pasó eso bien providencialmente, de Dios, fue de Dios, donde la persona llegó. La hermana consiguió todo lo que necesitaba y todo así, bien, una persona cristiana que necesitaba todo eso.
Ahora bien, nosotros estábamos hablando y yo le decía, “Es que tu no te puedes quedar en kindergarten, por eso es que el Señor te está moviendo de prueba en prueba, porque si no pasas el examen entonces qué va a pasar? No te vas a graduar, te vas a quedar ahí en kindergarten, como yo, viendo televisión sola.
Entonces, qué pasa? El Señor quiere que nosotros nos enfoquemos en esto que está aquí. Que sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas le vienen a bien. Eso mismo le dice en ese verso, sí o no? todas las cosas te vienen a bien. Tu has sido llamado, tu has sido redimido, te han dado todas las armas para que tu puedas agarrar esa prueba que te aflige en este momento y decirle, “Sabes qué? Yo me voy a parar en los principios de las promesas del Señor. Yo voy a declarar que él es Rey. Yo voy a declarar que él tiene la llave de toda puerta que necesita ser abierta porque mi prueba no es más grande que el Dios que yo tengo, el Dios que está en mí es mucho más grande que la prueba.
Entonces, usted agarra y se pone medio [inaudible] con la prueba y le dice, “No, conmigo no prueba.” Y usted se planta. Yo estaba hablando con esta hermana, yo le dije, “Mire, yo tengo un privilegio grande y es que yo trabajo aquí en la iglesia. So, cuando yo estoy pasando por alguna prueba aquí yo sé que las cámaras muchas veces me han visto moqueando aquí en la iglesia, llorando y pidiéndole al Señor que me socorra, que me dé socorro de la prueba. Pero hermanos, hay muchas veces en que se nos olvida eso. Se nos olvida que en medio de la prueba es donde nosotros podemos glorificar más a nuestro Dios.
Aquí hay muchas familias que están pasando por muchas pruebas, muchas pruebas que nosotros lloramos con los que lloran, nos reímos con los que ríen, pero hay muchas pruebas en estos momentos difíciles. Yo pienso en la hermana Patty, por ejemplo, que su hijo lo acaban de asesinar. O en la familia de la hermana Edna donde están en una situación que oramos por su hijo el domingo pasado. Muchas personas que están pasando por pruebas duras.
Pero, hermanos, la gloria de esa prueba es súper, súper grande. En realidad no tiene nada con la gloria de la prueba de dónde usted va a pagar el alquiler. Me entiende lo que le digo? Usted tiene que asumir su prueba, sus retos en el Señor, y decir, Sabes qué? No, yo me voy a parar firme y ya sea que sea de vida o ya sea que sea de muerte, yo voy a glorificar al Señor, porque él se glorifica de muchísimas formas.
Las veces en que yo he creído que he estado en déficit es cuando yo he estado en más, porque el Señor sabe cómo recompensar muchas cosas y si le somos fieles y nos paramos en su palabra, y en sus principios, nosotros podemos decirle a la prueba, “Mi Dios es más grande que tu. Mi Dios tiene más poder que tu.”
Pero tenemos que cultivar ese deseo de glorificar al Señor, por nuestra prueba. No que él nos saque de todo lo que estamos pasando, sino que sepamos que nuestro Dios en medio del plus o en medio del menos, él se va a glorificar porque él es soberano. Es un Dios soberano. Y además es un Dios justo, pero también misericordioso para con sus hijos.
Y hay muchas cosas que se pueden hacer en esto. Tenía aquí dos o tres cosas para compartirles. No vivamos más en el kindergarten espiritual, quién dice no más kindergarten? No más kindergarten espiritual. Por lo menos muévase a primaria. Y si está en primaria, bueno, muévase a secundaria, porque vamos a ir de gloria en gloria como dice aquí en Corintios, dice Segunda de Corintios 3:18:
“… Por tanto nosotros todos mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria, en la misma imagen como por el espíritu…”
Usted es un recipiente sagrado de la gloria de Dios. Nosotros tenemos que asumir nuestra identidad, no porque tenemos un ego del tamaño de Texas. No. no. sino porque somos redimidos, porque hemos sido sacados del polvo para reflejar la gloria del ser más excelso que hay en la vida, más excelso que hay en el universo.
Imagínese, piense en eso, hermanos. De donde le ha sacado? Qué le ha dado? De qué le ha librado? Y qué le ha prometido el Señor? le ha prometido salud. Le ha prometido provisión. Le ha prometido que su descendencia no va a pasar ningún tipo de trabajo porque él ha dicho que el justo y su descendencia no van a sufrir.
Y si el Señor es justo, si el Señor no es hombre para mentir, si no se arrepiente de sus promesas, por qué entonces nosotros no asumimos nuestra identidad en el Señor? sabiendo que somos polvo, sabiendo que no somos nada pero que él nos hace y reflejamos la gloria de Dios.
Y podemos reflejar la gloria de Dios a nuestro vecino cuando nos pisa un callo o empuja la basura con el carro. Pero al mismo tiempo podemos reflejarle la gloria de Dios a las personas que están ahí, indigentes, que están drogadictos, que necesitan escuchar de Jesús, que necesitan escuchar que ellos también fueron creados a imagen y semejanza de ese Dios que nosotros también reflejamos.
Y eso es lo que tenemos que hacer, hermanos. Tenemos que pagar ese precio, de nosotros salirnos de nuestro confort, de nuestra zona de comodidad. Yo aquí no estoy nada cómoda, pero qué pasa? Si el Señor por alguna razón u otra hace una semana me dio esta imagen de cómo venimos los miércoles cargados, cómo venimos buscando refugio, de cómo venimos buscando una palabra del Señor, y luego dos semanas escuché otra cosa que yo sé que es del Señor, y luego el pastor Roberto sin hablar con él viene y me dice esto, yo digo, “Esto es del Señor, yo no puedo, aunque me sienta incómoda decir que no.” por qué? Porque yo tengo que pagar el precio. Y porque yo estoy llamada a reflejar la gloria de Dios. Cómo? Matando la carne que me dice, no, y diciéndole, ¿Sabes qué? Sí, porque me Dios me ha dicho que sí. Y si él me dice que sí no hay nadie que me diga que no, o no?
Dice el verso que la creación misma espera la manifestación de los hijos de Dios. No solamente lo que están allí en la esquina de [inaudible] esperan la manifestación de los hijos de Dios, dice que todo el universo espera la manifestación de los hijos de Dios y que espera su redención. Cuanto más nosotros que hemos ya sido redimidos. Ya espiritualmente nosotros estamos redimidos. Ahora que nuestro cuerpo es medio lento y tiene que llegar a donde estamos, es diferente. Pero el mismo universo espera por la manifestación de los hijos de Dios. Todo el mundo está a la expectativa, los planetas, las estrellas, los animales, los árboles, para que usted se manifieste, para que usted diga, yo soy hijo de Dios y yo voy a reflejar la gloria de Dios.
Refleje la gloria de Dios en su caminar, en su hablar, en su orar, en cómo intercede por alguien, en cómo le habla a un inconverso, en cómo le habla a su hermano cristiano, refleje la gloria de Dios. Reflejemos la gloria de Dios, ya sea que lleve 30 años en el Evangelio o 30 días, o 30 horas, no importa, refleje la gloria de Dios.
Porque hemos sido llamados a manifestar eso a todo el universo. Hemos llamado a dar la luz que tenemos, a ser sal y eso no se puede ocultar, hermanos, no se puede ocultar porque es lo más grande que nosotros tenemos. El privilegio más grande que nosotros tenemos es llamarnos hijos de Dios, reflejar la gloria de Dios.
No solo cantar aquí, Señor, te damos gloria, tu eres toda la gloria, tu tienes todo la gloria, no. refléjela a las 2:30 de la tarde el martes, refléjela el jueves a 8:30 de la mañana al salir de la casa, con su esposa, con su esposo, con su hermano, con su compañero de trabajo. Reflejemos la gloria de Dios. Reflejemos la gloria porque no hay regalo más grande que ser eso, que ser hijos de Dios y reflejar su gloria, hermanos.
Amén o no amén? Mi llamado y mi reto es que como mi hermana querida de esta historia, cuando usted en medio de una prueba usted diga, no, no, yo no me voy a quedar en kindergarten, yo me voy a mover, yo voy a reflejar la gloria de Dios. Porque usted es un receptáculo de la gloria de Dios y es un recipiente de la gloria de Dios y eso es lo más importante. No es ser mamá, no es ser papá, no es ser pastor, no es ser nada, es ser hijo del Rey de Reyes y Señor de Señores, del Dios del universo. Eso es lo que estamos llamados a ser.
Entonces, cuando tenga alguna prueba, cuando tenga algún momento donde usted diga, no, no, ya yo tiendo la toalla, ya no puedo más, recuerde la gloria venidera que el Señor tiene para usted, que va incrementando de gloria en gloria y diga, yo no me quedo más en kindergarten. No se quede más en kindergarten y refleje la gloria del Rey de Reyes y Señor de Señores. Asuma su identidad. Asumamos nuestra identidad. No hay nadie que sea igual que un hijo de Dios, nadie, porque somos privilegiados de ser nada y ser llevados a la gloria del más glorioso de todos los Dioses.
No se quede en kindergarten. Refleje la gloria de Dios. Dios le bendiga.