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¿Cuántos aquí conocen a Jesucristo como su Señor y salvador? Levante su mano. Levántela bien alto. Si usted tiene que pensar ahí ya quedó frito. Amén. Uno tiene que saber que sabe que sabe que Jesucristo es nuestro Señor, nuestro salvador, nuestro rey.
Y quiero hablar acerca de una mujer que no conocía a Jesús y que tuvo el privilegio de que él mismo se presentó a ella. Él se acercó a ella y le habló de su persona y ella tuvo un encuentro directo con el Señor Jesucristo, precioso. Se encuentra en Juan, capítulo 4. Es la historia de la mujer samaritana. Samaritana porque vivía en una aldea de Samaria y la palabra comienza en el versículo 1 del capítulo 4 cuando el Señor llega a esa aldea de Samaria, esa aldea se llamaba Sicar, era una ciudad, un pueblo Sicar pero era parte de una regió mayor de Samaria. Vamos a comenzar en el versículo 4 donde dice que el Señor para poder ir a Galilea, viniendo de Judea, le era necesario pasar por Samaria. Y eso es muy significativo a la luz de lo que veremos más adelante.
Le era necesario para ir a Galilea pasar por Samaria y entonces cuando iba de camino pasando por Samaria llegó a Sicar. Y esa aldea, ciudad, estaba junto a una heredad que Jacob había dado siglos atrás a su hijo José. Y estaba allí ese pozo, que se llamaba el pozo de Jacob, es decir, había una historia muy interesante con respecto a ese lugar específicamente, el pozo de Jacob.
Y yo creo que es interesante ese lugar porque José, Jacob, ese pozo, hablaba acerca de la historia de Israel, hablaba del judaísmo, hablaba de los patriarcas. Ese pozo era significativo de cosas muy importantes que habían pasado en Israel y el Señor Jesucristo que representa como algo nuevo, algo diferente, es como la continuación de la historia pero es también la superación de la historia hebrea.
Pero en ese pozo se encuentran como dos mundos, el mundo hebreo, la religión judaica, la religión que fundó Moisés, dirigido por Dios, el mundo de los mandamientos, las prescripciones del Antiguo Testamento. Ese mundo y otro mundo que es el mundo que Jesucristo encarna, la nueva dispensación por así decirlo, que él inicia. Una forma nueva de relacionarse con Dios y con el Padre. Esos dos mundos, aunque hay continuidad entre ellos, pero también hay conflicto, pero el Señor se encuentra ahí en ese momento.
Yo creo que Dios que es un Dios simbólico y tremendamente intencional en sus cosas, quería que allí se diera un diálogo, en ese lugar que nos recordaba de dos mundos, el mundo que Jesús abría y el mundo que representaba el pozo de Jacob. Y esta mujer samaritana estaba como en un limbo, porque no era ni una cosa ni la otra, no era ni chicha ni limonada, como dicen los guatemaltecos. Era algo diferente. Ella estaba como en un limbo porque no era judía, tampoco era cristiana, ni tampoco era verdaderamente gentil porque los samaritanos se identificaban un poco con el judaísmo también.
Los samaritanos eran una religión como rara, combinada, todavía existen algunos samaritanos, de hecho, en el área de Palestina. Ellos venían de naciones paganas, tribus paganas que se habían quedado en Canaán y había muchos de ellos aceptado el judaísmo, algunos se habían casado con judíos pero tenían una religión híbrida, era una mezcla de religión. No eran judíos y los judíos los veían como gente impura, gente desechable, había controversias serias, ellos despreciaban a los samaritanos porque los veían como impostores. Ellos pensaban como que esta gente pretende que son judíos, que son parte de nosotros, que son igual que nosotros, reclaman a Abraham como su padre, pero no son verdaderamente judíos. Tenían una mezcla de idolatría y otras cosas.
Entonces, los judíos no querían saber nada de los samaritanos y por eso trataban de ir… si tenían que pasar por Samaria hacían una vuelta rara, daban una vuelta larguísima para evitar contaminarse con los benditos samaritanos. Por eso dice que al Señor le era necesario pasar por Samaria, pero él no pasó alrededor de Samaria sino que pasó por ella, y ahí hay un significado.
Entonces llega a esta ciudad y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces, Jesús cansado del camino – me recuerda ese coro, cansado del camino – se sentó junto al pozo. Y era como la hora sexta, más o menos, era mediodía. Imagínese ese sol picante del Medio Oriente al mediodía, era como la hora sexta. Y vino una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo, “Dame de beber,” pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. Y la mujer samaritana extrañada le dijo al Señor, “Oye, ¿cómo tu siendo judío me pides a mí de beber que soy mujer samaritana?” Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí, recuerdan lo que les dije hace un momento.
Esa mujer pudo identificar a Jesús como judíos, quizás por su acento, quizás por su apariencia, quizás porque era una aldea y todo el mundo se conocía y este hombre evidentemente tenía un estilo que parecía que era judío. Y entonces ella se extraña de que un judío le pida a ella de beber.
Y entonces el Señor le responde y le dice, “Ja, si tu conocieras el don de Dios y quién es el que te dice dame de beber, tu le pedirías a él y él te daría agua viva.” Y la mujer le dijo, “Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es hondo, ¿de dónde pues tienes el agua viva? ¿Acaso eres tu mayor que nuestro padre Jacob que nos dio este pozo del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?” respondió Jesús y le dijo, “Cualquiera que bebiere de esta agua volverá a tener sed, más el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás. Sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” Y la mujer le dijo, “Señor, dame de esa agua para que no tenga yo sed ni venga aquí a sacarla.” Jesús le dijo, “Ve, llama a tu marido, y ven acá.”
Aquí la cosa se pone un poquito apretada. La música cambia, hasta ahora es una música romántica, suave, melodiosa y de momento hay un acorde como desafinante. Y entonces la mujer le dice, “No tengo marido.” Jesús le dijo, “Bien has dicho, no tengo marido, porque 5 maridos has tenido y el que ahora tienes no es tu marido, esto has dicho con verdad.” Y la mujer le dijo, “Señor, me parece que tu eres profeta, nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que debe ser en Jerusalén donde se debe adorar.” Jesús le dijo, “Mujer, créeme que la hora viene y ahora es cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es espíritu y los que le adoran en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” Le dijo la mujer, “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo, cuando él venga nos declarará todas las cosas.” Y Jesús le dijo, “Yo soy el que habla contigo.” Amén.
Qué lindo, ¿verdad? Me gustaría ver esa película algún día. Cuando llegue al cielo le voy a decir, “Señor, ¿dónde está el video de cuando tu te encontraste con la mujer samaritana y esto y lo otro.” Va a ser bien interesante.
Vemos aquí hay varios elementos que se encuentran en este pasaje. Uno de ellos es la importancia de un alma, el valor de un alma para el Señor. Y lo importante que es nosotros tener ojos para ver, oídos para oír, un corazón para discernir los momentos que Dios pone en nuestro camino para testificarle a alguien acerca de Jesucristo.
Otra cosa que yo creo que ningún alma carece de importancia para Dios. No importa cuán pobre sea el ropaje que tiene alrededor de él o de ella. Puede ser una persona deambulante en la esquina de Albany Street con Massachusetts Avenue, puede ser alguien que te toca el vidrio para que lo bajes para que le des una peseta en una esquina de aquí de la ciudad. Puede ser un borracho o una persona homosexual o quien sea, puede ser un vecino que no te cae bien, esa alma es importante para Dios, no importa cuál sea el ropaje externo que tiene.
Hay un alma allí eterna, infinitamente valiosa, independiente de su ropaje exterior. Esa alma tiene un destino eterno, esa alma tiene el sello y la imagen de Dios en ella. Esa alma tiene valor infinito para Dios y nosotros no podemos desperdiciar una oportunidad para plantar una semilla de buena voluntad, preparar el camino para que otro venga más tarde quizás y continúe elaborando sobre esa semilla de simpatía que nosotros pusimos, por medio de una conversación afable, una palabra discreta acerca del Señor.
Pero todos somos sembradores y estamos siempre sembrando para que otros vengan y cosechen. Pero discerniendo que Dios nos da oportunidades siempre para predicarles a otros acerca del Evangelio.
Entonces, el Señor veía la importancia. Dondequiera que él iba él aprovechaba oportunidades, él nunca desperdició una oportunidad para evangelizar. Y la razón de ser de la iglesia de Jesucristo es traer a otros al conocimiento del Señor. La iglesia hace muchas cosas, hace obras de caridad, hace obra social, tiene tiempos de compañerismo, muchas cosas que hacemos pero el llamado principal es id a las naciones y predicad el Evangelio a toda criatura.
Y eso es lo que nosotros tenemos que hacer. El Señor hacía eso. El Señor predicó a multitudes pero también predicó a individuos, y alguno de los momentos que más revelan el corazón de él y su belleza interior son los momentos en que él se encuentra con un pecador, sea Saqueo, Bartimeo, la mujer con el flujo de sangre, esta mujer samaritana, Levi, Pedro, esos momentos individuales en que vemos que el Señor se preocupaba por un alma.
Si usted no se preocupa por un alma hay algo erróneo en su vida. Un niño es un alma, un niño de 3 años tiene un alma perfectamente desarrollada, un alma adulta, es más, un alma eterna está ahí adentro. El ropaje del niño no devalúa la divinidad interna que tiene. Por eso es que es tan importante que nosotros le demos valor a cada alma porque Dios nos ha hecho pescadores de hombres.
¿Qué le dijo Cristo a Pedro? Desde hoy serás pescador de hombres. Y eso es lo que tu eres y eso es lo que yo soy. El Señor era un pescador de hombres. Él dijo, “Yo he venido a buscar lo que se había perdido.” Esa era su razón de ser. Y el Señor siempre tomó obstáculos como una oportunidad para ministrarle a otros.
Aquí había un obstáculo, Samaria, las hostilidades que había entre samaritanos y judíos, el odio étnico racial, eso que está matando hoy en día a la humanidad. La xenofobia, el miedo al extranjero, es lo que quiere decir literalmente la palabra xenofobia. Ese ver al extranjero como una amenaza. Y muchos lo son, es cierto, en muchos casos es así, pero también muchos otros son una bendición encubierta. Por eso la palabra nos dice que no olvidemos la hospitalidad porque sin saberlo muchos hospedaron ángeles.
El Señor no tenía odios étnicos. El Evangelio no debe caer en esa trampa. Por eso es que yo digo, para mí el mundo es nuestro campo. Somos hispanos, somos latinos, pero Dios nos ha llamado a evangelizar a las naciones. León de Judá tiene un llamado universal. León de Judá tiene un llamado a evangelizar afroamericanos, asiáticos, haitianos, africanos, anglosajones, europeos. Usted nómbrelo. Nosotros no trazamos esas diferencia étnicas y yo nos suplico que como iglesia multi étnica, multi nacional, nos vemos como almas en Cristo Jesús, hermanos todos y que nos apreciemos en nuestra diversidad.
El Señor no trazó esas barreras. Él no subestimó el valor de un alma. Porque todos valemos igualmente delante de él. El Señor está interesado en tu vida, en lo que está pasando, tu drama. Tu crees quizás que estás luchando y sufriendo solo, el Señor está mirando y está buscando una oportunidad de entrar a tu vida, tratar contigo, hacerse rey y Señor y habitante de tu corazón.
Y él ve esta mujer y la lee totalmente, ve su interior, sabe su pasado, sabe su historial, sabe de qué pie cojea, pero también sabe que ahí hay un ser bello que tiene un gran potencial y su computadora le dice, ¿cómo le entro yo a esta alma? ¿Cómo le hablo? Y se le ocurre una idea. Ella viene a buscar agua y él toma eso como una forma de establecer un diálogo.
Él le dice, “Dame de beber,” y en esa expresión él se la está ganando a ella. Es interesante, una de las cosas que yo veo aquí primeramente es que en este momento se mezclan la divinidad y la humanidad de Jesús, el misterio de la encarnación. Jesús sintió hambre, Jesús sintió sed, Jesús sintió cansancio, dice que él estaba cansado del camino. Uno pensaría como que Jesús tenía vitaminas inagotables dentro de su cuerpo, nunca se cansaba. No, el Señor era humano, su cuerpo era un cuerpo biológico. Ese es el misterio de la encarnación. Él era perfecto Dios y perfecto hombre. Y él dice que se hizo partícipe de nuestras debilidades para conocer en su ser lo que le pasa a un ser humano. Él fue tentado como nosotros, pero sin pecado. Él se sintió solo, él se sintió abatido, se sintió ansioso inclusive cuando contempló la cruz como un futuro inmediato. Él se sintió ansioso acerca de lo que le esperaba.
El Señor sintió lo que nosotros sentimos y sintió hambre, sintió sed, sintió cansancio también. Pero él tomó eso como una oportunidad para hablarle a ella. Esa humanidad que Jesús experimentó en su ser le permite identificarse con nosotros. Si él hubiera sido un Dios lejano, flotando en su universo, no hubiera podido acercarse a esta mujer y decirle, “Dame de beber.”
Y con esa palabra él inicia toda una cadena de simbolismos alrededor del agua y alrededor de la necesidad del ser humano de agua. Y vamos a ver eso más adelante. Él siente sed y conoce a esta mujer y entonces inicia su rescate desde ese momento.
Nosotros tenemos que aprovechar así las oportunidades en nuestros vecinos alrededor para iniciar algo. Yo tengo un vecino cerca que un día le estoy pidiendo al Señor, permite que este hombre venga a la iglesia. Es norteamericano, un tipo blue collar, trabajador áspero, y pero con un corazón tierno. Y a él le gusta comer así que yo de vez en cuando le llevo un bizcocho, le llevo una tenera de pan, quizás le estoy haciendo daño porque lo estoy engordando más, pero es una forma de ganarlo. Y yo le estoy pidiendo que me ayude a aprovechar esos momentos de saludarlo. Siempre que me voy para la iglesia, eso no falla, él siempre está sentado en su porch mirando y hasta que yo no le toco esa bocina yo creo que no se siente contento los domingos por la mañana. Bye, pero yo le digo, take care, man. See you later. Porque quiero que él vea un pastor, él sabe que yo soy ministro y que me vea como una persona simpática y accesible, no como que soy mejor que él. Yo creo que él se siente culpable de que todos los domingos me ve venir a la iglesia y él está sentado allí en su asiento. Y yo quiero que se sienta culpable, está bien, a ver si un día reacciona.
Pero yo estoy tirando la carnada, un día yo lo quiero invitar a la iglesia. No me voy a sentir cómodo hasta que yo no lo vea un día aquí venir a la iglesia. Mientras tanto voy sembrando allí semillitas en su corazón. Pero hay que aprovechar oportunidades, nuestros vecinos, la gente alrededor, tenemos que salir de la reserva natural de esta nación. Si usted tiene alguien alrededor arriésguese y hágale unas galletitas de chocolate o lo que sea y acérquese de alguna manera o si usted ve que algo le gusta, pues use eso como un punto de partida.
El Señor usó el agua. Él usó la simpatía, él se ganó a esa mujer porque él se hizo frágil en ese momento. Cuando usted se hace frágil ante una persona, eso provoca muchas veces simpatía de parte de la persona. Él le dijo, ‘¿me podrías dar un vaso de agua, un poco de agua?’ Porque ella va a tomar agua, va a coger agua en ese momento. Le pide un favor, se hace frágil, se hace sencillo.
Yo creo que una de las cosas que la gente aprecia cuando ve a un evangélico sencillo de corazón y frágil. Nosotros hacemos creerle a la gente que somos unos gigantes espirituales, no tenemos problemas, somos perfectos, andamos con nuestra Biblia de 7 libras debajo del brazo, dondequiera mirando hacia arriba como que… A la gente le gusta cuando tu le dices, “Mira, yo soy un pecador como cualquier otro pero perdonado por Cristo Jesús.” Yo tengo las mismas luchas que tu tienes pero yo me encomiendo a mi Dios y él me sana, me perdona.
A la gente le gusta la gente accesible, la gente que se ríe, la gente que no se toma tan en serio. Nosotros los evangélicos nos tomamos muy en serio y eso es un problema porque entonces la gente se siente como que, qué va, yo no puedo alcanzar esa gloria en la cual habita esa persona. No nos han visto en nuestros pantaloncillos viendo televisión en la noche, el juego de pelota o gritándole a la mujer, o gritándole a los hijos. A la gente le gusta ver un ser humano de 3 dimensiones. Seamos sencillos con la gente, seamos amistosos y dejemos ver a la gente nuestra humanidad.
El Señor no tiene pretensiones en ese momento y se acerca, quiere una relación de amistad con esta mujer. Y la mujer se sorprende, de momento se maravilla de que un judío y que parece que es un hombre educado, serio, le pide agua, un acto tan íntimo, beber de un receptáculo que ella le va proveer. Un judío cualquiera hubiera dicho, no, eso te va a hacer impuro, esta mujer es una mujer pecadora, es una samaritana. No sabían el resto del historial de ella. Si esta mujer te da de beber tu ritualmente te vas a hacer impuro. Y ella se extraña de que este hombre judío, varón, le pida de beber.
Y el Señor, de nuevo, rompe esa barrera. Ella quizás se siente como rechazada y el Señor una de las cosas que yo creo que quiere traer a nuestros corazones es esa paz de que no somos rechazados. Dios no nos rechaza. Dios no tiene enemistad con nosotros. Dios quiere más bien compañerismo. Aún esta humanidad hoy en día tan separada de Dios, tan rebelde como lo es, yo creo que Dios quiere reconciliación con la humanidad. Dios no quiere destruir al hombre todavía.
Un día se hará inevitable, pero yo creo que todavía Dios quiere reconciliación con su criatura y muchos de nosotros estamos pidiendo, Señor, manda fuego, cantamos, manda fuego, Señor, manda fuego. Pero el Señor dice, hey, yo no he venido a destruir las almas, yo he venido a salvar las almas. Amemos nuestra ciudad, amemos la gente alrededor de ella. El Señor no quiere barreras, al contrario, el Señor quiere reconciliarse con nosotros.
Y ella le dice, pero cómo tu siendo judío me pides a mí, que soy samaritana, que te de de beber. Y ahí el ve otra entrada. Es como que él va a diferentes capas de intimidad. Él la quiere llevar a esa confesión final que escuchamos, yo soy el que habla contigo. Pero la lleva a través de un proceso psicológico de descenso en términos de profundidad.
Y la pregunta que ella le hace le abre a él la oportunidad de decir algo de quien él es. Y le pica la curiosidad a ella. Ella dice, cómo tu siendo judío, en otras palabras, ya ella está aludiendo a su identidad. Pero ella solamente ve al judío, ve al hombre, ve a la persona que le está pidiendo de beber en una forma prácticamente cotidiana. Entonces, el Señor le dice, ah, si tu supieras quién es el que te dice dame de beber, no solamente tu le darías de beber, no, tu le pedirías que él agua, y él te daría agua viva.
Y ahí de nuevo entra una serie de elementos que son importantes. Pero fíjese que el Señor comienza a apuntar hacia su persona. De aquí en adelante las cosas van a girar alrededor de quién él es. Y yo le digo que mis hermanos y te digo a ti también eso, que no nos enmarañemos en asuntos de teología y todas estas cosas. Presentémosle a la gente una persona, que es Cristo Jesús. El cristianismo primeramente no es un sistema de leyes, no es un sistema de creencias teológicas, es una relación con un personaje que se llama Cristo Jesús, una relación personal.
La Biblia dice que el Señor toca a la puerta y llama y si alguien escucha su voz y abre la puerta, ¿quién entra? No entra el judaísmo, no entra el cristianismo, no entran los mandamientos, yo entraré a él y cenaré con él y él o ella conmigo. Es una relación con un individuo. En todo momento es así.
La Biblia dice, “porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna.” El Señor siempre está aludiendo a sí mismo. Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino es por mí. Es una relación personal. Y eso es algo que uno tiene que enfatizarle a la gente continuamente.
La gente dice, bueno, yo soy católico, yo hago esto, no hago lo otro, no hago esto, no hago lo otro, yo voy a la iglesia, yo no necesito… y nosotros tenemos que decirle, mira, no es a la iglesia que tu vas, no es que tu seas católico, no es que tu te persignes todos los días o que des diezmos a la iglesia, es ¿conoces tu a Jesucristo como tu Señor, como tu salvador, como tu consejero, como tu dueño, como el que te guía, el que te habla, el que te sana, el que te provee, con quien tu te comunicas todos los días? ¿Conoces tu a Jesús? ¿Mora él en tu corazón? ¿Lo has recibido, lo has reconocido como tu Señor y salvador? Diríjalo hacia la persona de Jesús y anímelo a estrechar manos y hacer un pacto con Jesucristo.
De ahí procede todo lo demás. Es bueno venir a la iglesia, claro que sí. Es bueno tener una relación con una comunidad, es más, no se puede ser un cristiano fidedigno sin tener una relación con el cuerpo de Jesucristo. Yo no creo que hay cristianos de corn flake, viendo la televisión los domingos mientras se come un plato de corn flakes creyendo que están teniendo iglesia. No. la Biblia dice, no dejemos de congregarnos como algunos tienen de costumbre. Venga a su iglesia. No sea tan sofisticado que usted crea no, yo en mi casa yo me encuentro con Dios. Sí, pero hay algo que Dios ha dicho, que vengamos al templo y que adoremos al Señor. Hay algo cuando el cuerpo de Cristo se une místicamente y adora al Señor juntos, eso tiene su lugar, tiene su belleza.
Pero habiendo dicho eso, les digo que si la iglesia es un sustituto para tu relación personal con Cristo, entonces tu estás equivocado. El cristiano tiene que orar en su casa, tiene que adorar en su casa, tiene que leer la Biblia en su casa, tiene que tener una relación personal con Jesucristo. No es un switch que tu prendes cuando pasaste por la puerta de la iglesia, pup, ahora eres cristiano. Cuando saliste lo apagas otra vez y ahora eres un ciudadano común. Alguna gente tiene esa idea. No. usted es cristiano 24 horas al día, porque Cristo no se queda aquí y usted se va… no, usted va con Jesús todos los días de su vida.
La Biblia dice, “yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” Somos cristianos en la iglesia, fuera de la iglesia, en la calle, en el trabajo, en la carretera, donde sea, es una persona, es una relación. Y el Señor la está llevando a ese entendimiento porque ella está metida en sus tradiciones y sus cosas.
Entonces él le dice, “Si tu supieras, tu le pedirías a él y él te daría.” Y entonces aquí comienza una serie de diferentes simbolismos que son tan importantes que él encarna y que nosotros tenemos que entender. Lo primero que yo veo, todo esto alrededor del agua.
Primero, él le dice, hay una diferencia entre agua viva y agua muerta. Y él le dice, “y él te daría agua viva,” ¿por qué? Porque el pozo donde esta mujer estaba tomando agua es eso, es un pozo, viene por las filtraciones de agua subterráneas que van filtrándose y corriendo por gravedad a través de la tierra, llegan a un lugar y un pozo colecta esa agua, pero es un agua muerta. Esa agua no salta, no tiene corriente, porque es simplemente un depósito. Un pozo es una olla grande de agua sentado, que siempre tiene agua porque el agua está corriendo por debajo y se está filtrando y está llenándolo, pero es agua muerta, es agua estancada hasta cierto punto.
Y el Señor juega con esa imagen y le dice, “si tu supieras, él te daría agua viva.”¿Qué quiere decir eso? él te daría gozo, abundancia, te daría el Espíritu Santo, te daría alegría. Dice, “el que cree en mí ríos de agua viva correrán de su interior.” El Señor siempre identifica su persona y su entrada a una vida con agua viva, agua que salta. Yo creo que el cristianismo tiene que ser gozo, tiene que ser alegría, tiene que ser optimismo, esperanza, expectativa.
Hablábamos uno los miércoles, hace 2 miércoles, de paso les invito a los miércoles que venga, tiempos preciosos. El Apóstol Pablo dice, “regocijaos, otra vez os digo, regocijaos.” Hermano, si usted no tiene momentos en que usted se ríe solo cuando se está bañando, hay un problema en su vida porque el cristiano tiene derecho a gozarse, sí o no? yo creo que nadie debe tener un mejor sentido del humor que un cristiano y mirar hacia el futuro con gran expectativa, y de vez en cuando su corazón y su cuerpo tiemblan de alegría.
No podemos ser como pajaritos cautivos en una jaula que ya no saben cantar. El cristiano tiene que vivir gozoso aunque estemos pasando por tribulaciones y dificultades, hay momentos en que el saber que mi pasaporte está sellado y que me espera una patria celestial, que yo voy a viajar por los planetas sin visa y sin nada, sin documentación, porque mi alma estará libre completamente y que Dios me ha librado del pecado, de la muerte, que tengo el poder de Dios habitando en mí. Eso debe ser un motivo de gozo en mi vida.
Los cristianos tenemos que ser dinámicos, tenemos que ser emprendedores, tenemos que atrevernos a hacer cosas grandes y serias porque tenemos un Dios todopoderoso que están con nosotros. Hay gozo, agua viva. Si usted no siente ese gozo hipnotícese, métase en un cuarto y grite simplemente para aprender a gritar de gozo y de alegría. Ensáyelo y usted verá que un día le sale naturalmente de adentro. Pero el Evangelio tiene que ser gozo, tiene que ser esperanza, tiene que ser alegría, tiene que ser exuberancia. Enseñémosle a nuestros hijos que reír y a gozarse y mostrémosle al mundo un Evangelio de alegría y de esperanza.
El Señor dice, hey, tomarías del agua que yo te voy a dar. Es un agua de exaltación de exuberancia, entusiasmo, gozo, alegría. Yo no creo en iglesias muertas donde todo es un órgano lúgubre del siglo XIX, no, es bueno adorar al Señor como nosotros lo hacemos, levantando manos, saltando, dándole gloria al Señor.
Gozo, abundancia, ríos de agua viva. Yo te daría esa agua de beber. Y entonces continua, la mujer le dice, “Señor, tu no tienes con qué sacar esa agua,” ella está metida… porque la gente que no conoce al Señor y no conoce la Biblia siempre piensa en términos literales, no conoce el simbolismo. Ustedes quizás no saben el privilegio que es ser cristiano y venir a la iglesia. Usted no sabe todo lo que usted está aprendiendo muchas veces cuando viene a la iglesia. Y una de las cosas es que el cristiano aprende a pensar en términos abstractos, en términos filosóficos.
Nosotros aquí venimos y estudiamos ética, filosofía, teología, historia, política, todo eso si usted no lo sabía pues, mire ahora lo sabe y entonces de más dinero al Reino de Dios porque usted está recibiendo mucho. Diezme con más entusiasmo.
Hay muchas cosas bellas que nosotros recibimos del Señor, y su espíritu está siendo enriquecido. Si usted fuera a la escuela ahora, después de 15 años fuera, usted descubriría que su cerebro se ha anchado porque ha estado en las cosas del Señor. Es decir, ella solamente piensa en términos literales.
El gran sabio Nicodemo, cuando el Señor le dice, precisa nacer de nuevo. Le dice, “Señor, cómo es posible de que un hombre entre al vientre de su madre y que nazca de nuevo.” Está pensando en términos literales, tiene el espíritu tosco, la mente tosca.
Yo hablo con gente que son religiosos meramente, y no voy a mencionar religiones ahora mismo, pero usted habla con ellos y son como niños espirituales, no saben discernir, porque no comercian, no trabajan con el simbolismo del Evangelio, de la palabra de Dios.
Y esta mujer le dice, pero cómo es eso de que tu me vas a dar agua a mí y dónde está el utensilio que tu… y dónde vas a conseguir agua viva. Esto es un pozo, ¿dónde está el río de donde tu me vas a dar agua viva? ¿Acaso eres tu mayor que nuestro padre Jacob, que él mismo tuvo que beber de esta agua? Pero él está hablando de un agua diferente. Él está hablando de un agua interna, no agua externa, sino agua interna. Otra controversia, otro conflicto que se da aquí.
Él está hablando de un agua que corre dentro de uno, y por eso le dice más adelante, “Cualquiera que bebiera de esa agua que tu estás sacando, volverá a tener sed, más el que bebiera del agua que yo le daré no tendrá sed jamás.” Entonces él le está hablando de un agua interna, una agua que corre. Él no está hablando de agua física, esa agua que nos refresca, esa agua que está dentro de nosotros.
Sabe que el mundo nos calienta las navajas continuamente. Pero hay un agua que corre dentro de nosotros que la refresca. Hace tiempo se me ocurrió la imagen, ¿usted ha visto esos hombres trabajando en las calles a veces en verano sobre todo, cortando cemento con una navaja eléctrica? Y esas navajas muchas veces alguien les están echando agua, mientras corta el cemento para que no se caliente y se queme el motor o se queme la navaja, le echan agua. Están echando un spray de agua para que la navaja se mantenga fresca mientras corta el cemento.
Y yo creo que así somos nosotros hasta cierto punto. El mundo nos calienta la navaja, cuando usted trabaja, cuando tiene un problema matrimonial, cuando sus hijos resultan desobedientes o difíciles, cuando los biles no están pagados, su navaja se calienta, pero usted tiene un agua que corre dentro de usted que lo refresca continuamente. Es el agua de saber que Dios está dentro de uno. El Espíritu Santo está dentro de uno.
Cuando yo me siento ansioso y preocupado, ¿a dónde yo voy? Yo voy a mi Padre Celestial. Yo voy a sus promesas y yo recuesto mi pecho sobre él y le digo, Señor, necesito que tu me pases la mano sobre la cabeza. Yo confío en ti, tu eres mi Dios, tu eres mi Señor, tu me has sacado de tantos aprietos, me sacarás de este también. Y eso me tranquiliza. Le echa agua a mi navaja en un sentido, me da tranquilidad, me da paz.
Nosotros tenemos un agua interna que corre dentro de nosotros. No es agua que el mundo da. Es agua viva que nos bendice, nos refresca. El hombre necesita agua externa, necesita ir a una discoteca para sentirse contento y cuando hay una fiesta ¿qué hacen los incrédulos? Licor. A veces usted va a un restorán se sienta al lado de una gente y llegan al restorán, se sientan y todos están tranquilos, callados, medio sombríos, ordenan la primera orden de vino. A los 20 minutos están hablando todos contentos, felices, riéndose, diciendo chistes. ¿Por qué? Porque el licor los ha relajado, les ha abierto la boca. Y van a una fiesta y así mismo, todo el mundo entra sombrío y callado, se toman 3 tragos y olvídese que son unos genios conversacionales. Porque necesitan las cosas externas, pagar las deudas, esto lo otro, tener un buen carro, cosas externas para sentirse contentos.
El cristiano tiene gozo interno, el agua de vida que corre dentro de nosotros. Es un agua permanente, esa agua corre continuamente dentro de nosotros. Él dice, cualquiera que toma de esta agua vuelve a tener sed. Es así ¿verdad que si usted toma agua físicamente y al rato está sediento otra vez? Pero dice, el que cree en mí no tendrá sed jamás.
Yo digo que el cristiano es como los camellos que llevan el agua en la totuma. Yo quisiera encontrar un animal que fuera más elegante pero el único que se me ocurre es el camello. Usted carga agua con usted. Los camellos tienen agua ahí, por eso es que ellos lo almacenan, ¿sabía usted eso? si no lo sabe eso es gratis. Los camellos almacenan agua por eso son animales del desierto. y nosotros somos como los camellos, tenemos agua dentro de nosotros y nos nutrimos de ella continuamente, el agua del Señor.
Nosotros tenemos sed física, pero tenemos agua… inmediatamente que viene la sed podemos apelar a la oración, a la comunión con el Señor y eso calma nuestra sed. Cuando usted se sienta triste, se sienta atribulado, vaya al Señor y traiga su necesidad. Muchos de nuestros hermanos han experimentado este desaliento de la decisión reciente que ha hecho la corte, como decíamos esta mañana, es una oportunidad para que tu descargues tu preocupación delante de Dios y él te de agua. Esa agua que está ahí, él va a abrir la llave adentro y te va a dar tranquilidad y paz. No temas, el Señor está contigo, él es el dueño de la tierra. Todo está abierto delante de él.
Él hace decisiones. Hay veces que el mundo parece cerrado y que no hay solución y el Señor en un instante abre algo y todo se resuelve. Así que pon tu esperanza en el Señor, deja tu carga sobre él. Dice, echa sobre Dios tu carga y él la llevará. Cuando tu te sientas cargado, atribulado, apela al agua que está en tu corazón.
Y lo último, dice ella, Señor, dame de esa agua para que no tenga sed jamás. Hay una cosa, hay algo que nosotros tenemos que hacer para experimentar descanso en nuestras almas siempre, y por eso es que yo digo que no importa cuán generoso sea el Señor, no importa cuán amable él es, y cuán bondadoso y paternal él es, hay algo que él no va a cambiar y es que la verdad es la verdad. Y él no puede comulgar con el pecado.
Mientras tu disimulas tu pecado y tratas de llamar a tu pecado otra cosa y ponerle otra etiqueta en vez de reconocerlo como lo que es y venir delante del Señor y confesar tus pecados delante de él, hasta que tu no arreglas cuentas con Dios él mismo no puede darse el lujo de tener comunión contigo. Y por eso es que yo resisto esta idea de gracia barata, gracia fácil. No, que Dios conoce a esa gente y él sabe sus problemas y los pobre y esto y lo otro. Lo único que Dios quiere es confiesa tu pecado, habla con el Señor, pero no llames pecado, virtud, no pretendas que no hay algo que sí hay.
Él ya casi está listo para entrar en una relación con ella y le dice, bueno, ve y llama a tu marido. ¿Marido? Yo no tengo marido. ¿Qué quiso ella? Encubrir su pecado. Cuando un hombre o una mujer encubren su pecado no puede tener relación con Dios. Entonces dice, sí, dices que no tienes marido, es cierto, porque 5 maridos has tenido y el que tienes ahora ni siquiera estás casada con él, así que es cierto que no tienes maridos pero son 6 los que llevas.
Él va al hígado directo. Porque el Señor es así. Eso es lo que yo veo del Señor, es su gentileza, pero también su integridad y tenemos que tratar de imitar al Señor así. El no es un espagueti que tu lo mueves y se mueve para donde quieras. No, el Señor es una barra de acero poderoso. Él es claro y estricto en sus cosas.
Ella tenía que arreglar eso primeramente. El Señor tenía que abrir eso y yo te pido, mi hermano, mi hermana, siempre en tu relación con Dios sé transparente, siempre sé sincero. La Biblia dice, encubrí mi pecado y mis huesos envejecieron dentro de mí. Cuando tu encubres tu pecado, tu pecado es como una uña que crece hacia adentro y te hinca y no te deja estar en paz con Dios. Confiesa, reconoce.
Si estás en una situación difícil en tu vida, ven ante el Señor, háblale, confiesa, pide perdón y arréglate con él y él estará bien contigo. Así que él le dice, arregla cuentas es lo que le está diciendo. Y ella implícitamente reconoce, le dice, Señor, tienes razón, nadie puede saber eso a menos que no sea profeta, a menos que no sea… y le dice ¿eres el Mesías?
Entonces hay una alusión al Mesías que no vamos a entrar en ella ahora mismo, pero es una última controversia que hay aquí entre religión y este nuevo sistema que se establece que es Cristo Jesús. Porque ella habla acerca de samaritanos y judíos que dónde es el lugar correcto adorar, y el Señor le dice, mira, no se trata de nada de eso. Nosotros somos judíos y sabemos quién es el Dios verdadero, pero aún nosotros estamos donde tenemos que estar, porque llega el día en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Y esos son los que el Padre quiere que le adoren.
No es judíos, no es samaritanos, no son católicos, no son evangélicos, son los que conocen a Jesús como Señor y salvador, los que pueden ponerse a tono con su espíritu cuando tu oras, cuando tu clamas, cuando tu adoras, ¿con quién te estás conectando? Tu tienes que estar conectándote con él solamente.
Tiene que llegar un momento cuando uno está aquí en el santuario en que el santuario desparece, las sillas desaparecen, la gente alrededor desaparece y tu estás solo con Dios, en una zona virtual, el espacio solamente. Yo le pido al Señor, Padre, dame 5 segundos donde desaparezca la congregación y Roberto, el pastor, desaparezca y yo esté solo contigo. De momento desaparezcan la madera del balcón, las sillas, el piso debajo de mí, y yo solamente vea vacío y tu trono recibiendo mi adoración.
Si yo logro conectarme 3 segundos con ese momento yo estoy libre, he adorado, me siento despojado. He logrado lo que quería. Pídele al Señor que te lleve a ese momento de intimidad en tu vida donde tu puedas establecer contacto con Dios directamente dondequiera que tu estés. Ese es tu lugar de adoración. Conéctate con el Padre, no con una religión, no con una iglesia, no con un hombre, conéctate con Cristo Jesús y eso te dará todo lo que tu necesitas.
Estos son los tiempos en que Dios está buscando verdaderos adoradores que lo adoren en espíritu, que lo conozcan a él. El Señor concluye diciendo, “Yo soy el que habla contigo. Yo soy el Mesías, yo soy el verdadero objeto de tu adoración. Yo soy aquel a quien han apuntado todos los profetas. Yo soy superior a Moisés, soy superior a José, soy superior a este pozo. El agua que yo doy es mejor que el agua que él dio.
Y eso es lo que él quiere, que nos conectemos con él y que vivamos en él todos los días de nuestra vida. Inclina tu rostro un momento, inclina tu corazón a él. Ponte en comunión con él en esta mañana, quizás el Señor quiere que tu te conectes con él ahora mismo. Quizás tu has venido a la iglesia y has estado aquí muchos años o meses, pero como la samaritana, no has bebido del agua que él te da y él te está llamando y te está invitando a beber del agua que él te quiere dar y que está dispuesto a darte. Y si no has bebido de esa agua todavía yo quiero invitarte en esta mañana que hagas lo que hizo la mujer samaritana, ella lo aceptó en sus reclamos como Señor, como Mesías y nosotros solamente eso, sino que se fue y trajo a otro que también pudieran beneficiarse de esas buenas nuevas.