Servir con gozo

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Mateo, capítulo 20, versos del 20 al 28. Lea así la palabra del Señor en esta mañana: “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo, “¿Qué quieres?” Ella le dijo, “Ordena que en tu reino se sienten dos hijos míos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.” Entonces Jesús respondiendo dijo, “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis saber beber del vaso que yo he de beber y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?” y ellos le dijeron, “Podemos.” Él les dijo, “A la verdad de mi vaso beberéis y con el bautismo en que yo soy bautizado seréis bautizados, pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda no es mío darlo, sino aquello para quienes está preparado por mi Padre.” Cuando los 10 oyeron esto se enojaron contra los dos hermanos. Entonces Jesús llamándolos dijo, “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas y los que son grandes ejercen sobre ella potestad, más entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor y el que quiera ser el primero entre otros será vuestro siervo, como el Hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.”

Dios bendiga su palabra en esta mañana. El contexto de este pasaje es la parábola que comienza en el verso 1 y dice que este dueño de finca contrata a unos empleados. Y es interesante que los contrata a diferentes horas del día y a todos les ofrece el mismo pago. A uno lo contrató de madrugada, antes de salir el sol ya están trabajando en la finca. A otro lo contrató a las 9 de la mañana. A otros contrató a mediodía. Y algunos en la tarde y finalmente contrató a unos a los 5 de la tarde y el día de trabajo judía termina a las 6 de la tarde.

So, al final del día de trabajo viene el capataz a pagarles a las personas lo que han trabajado. Y él le paga a los que trabajaron una hora lo mismo que van a cobrar los que empezaron por la tarde, los que llegaron al mediodía, los que llegaron a las 9 de la mañana y los que están desde antes que el sol salga. Y eso creó un problema. Cómo es posible, de ahí entra nuestra naturaleza humana, que algunos que han trabajado por muchos años, que le han dedicado al Señor muchos años, a congregación León de Judá – vamos a traerlo ahora a la casa – sientan el recelo de aquellos que llegaron hace un año, estén sirviendo y haciendo las cosas y trabajo que hacen los que vinieron desde Cambridge, por ejemplo.

El mensaje de Jesús y la pregunta de esta mujer, Salomé es la tía de Jesús. Juan y Santiago son primos de Jesús, son las personas que han trabajado y están con Jesús desde el principio. Ellos lo conocen desde su juventud, la tía es la hermana de María, cierta autoridad, cierto poder, cierto prestigio, cierta conexión, cierta relación. Una muy buena pregunta, muy mala la intención.

Nosotros podemos tener muy buenas preguntas, hasta muy buenas intenciones por motivos completamente erróneos. So, cuando estuchan los 10 que esta madre se postra y le dice a Jesús, ordena, ella no le dice, envía la palabra de fe, ella no le dice, tu crees que mis hijos pueden estar…, ella no le dice, me puedes hacer un favor? Ella no le dice, he estado orando para que… Ella dice, ordena. Ella le dice a Jesús, ordena. Porque hay una relación, hay una comunicación, hay un network, pero en el servicio al Señor del Evangelio no sirve la relación ni sirve el network. Comienza con un corazón rendido y listo para servir. Y a nosotros no nos gusta servir, ¿o nos gusta servir?

¿Cuántos aquí nacieron para ser puente? Nadie. Dios quiere que seamos puente para llevar la gente sobre nuestros lomos al otro lugar. Es triste escuchar en esta parábola, historia, que ellos están pidiendo algo de lo cual ellos no tienen la más mínima idea. Jesús les pregunta a ellos, en el verso 22, primero le dice, “no sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?”

Ellos no pensaron. Ellos no analizaron, ellos no procesaron esta pregunta. Sí, estamos ready para pasar y tomar tu copa y estamos ready para ser bautizados con tu bautismo. Jesús no está hablando de la copa de la santa cena, Jesús no está hablando del bautismo que tuvo con Juan, Jesús está hablando de la copa eterna de sufrimiento y fidelidad. ¿Estamos listos para tomar esa copa hasta el final? ¿Estamos listos para ser bautizados en un bautismo de sufrimiento que no nos reconoce lo que vamos a hacer? Porque el Evangelio no es comparado a lo secular, no nos tienen que reconocer, estamos llamados a servir. Estamos llamados a ser crucificados 24 horas, 7 días a la semana. Estamos llamados a decirle al mundo, “Yo no quiero tu gloria, yo he venido para servir, aunque no me reconozcan, aunque nadie se de cuenta, yo estoy aquí para servir en tu reino, en lo que sea, con lo que tu quieras.”

Uno de los grupos de salsa secular que más ha durado en el mundo es el Gran Combo de Puerto Rico. Yo tuve la oportunidad hace muchos años, cuando estaba en mi teens, de trabajar un part time para la compañía Goya en Puerto Rico y uno de los supervisores tocaba trompeta con el Gran Combo y nos hicimos amigos. Y yo le pregunté, “¿Cómo ustedes funcionan que han durado tanto porque tiene que haber un secreto?” y él me dijo, “Bueno, nosotros operamos como una cooperativa, cada músico y cantante gana la misma cantidad de dinero.” Oh! “No hay diferencia entre un pianista, un conguero o el que carga los instrumentos. Todos cobramos igual, porque todos hacemos el mismo trabajo. El dinero que sobra lo estamos invirtiendo para un plan de pensiones para este grupo.” Una mentalidad de ecualidad. Una mentalidad de servicio. Una mentalidad de entrega.

Usted sabe lo interesante de Juan y Santiago, que ellos pidieron estar a la derecha y a la izquierda, es que Santiago es el primero de los 12 que muere y Juan es el último que muere de los 12. ¿Cuántos aquí quisieran estar a la derecha o la izquierda de nuestro Señor? Levanten la mano. Quiero ver esas manos de gente valiente. ¿Sabe quien tuvo ese privilegio? Los dos ladrones, estuvieron uno a la derecha y uno a la izquierda.

¿Qué quiero decir con eso? que para estar a la derecha y la izquierda de Jesús hay que estar dispuesto a ser crucificado. Y ese es un concepto que no nos gusta hablar mucho. ¿Cuál es el motivo o la razón que dirige y controla mis intensiones para trabajar en el Reino de Dios como pastor de León de Judá? Es una pregunta para los pastores. ¿Qué motiva, cuál es la razón? Que no solamente es algo abstracto sino que controla mis intensiones para yo trabajar en la iglesia que es parte del reino de León de Judá.

¿Estoy pensando en ser pastor de León de Judá porque me ofrece la plataforma de estar en la iglesia más grande hispana de New England y poder conseguir otra iglesia? Es una pregunta que nos hacemos los pastores. ¿Estoy en esta iglesia para que la gente sepa que el trabajo que yo hago lo están viendo por internet y donde se pare Roberto ahí también yo estoy parado, y si a él lo conocen también me conocen a mí? ¿Es ese mi motivo por el cual yo estoy trabajando en la iglesia congregación León de Judá? ¿Ese es el motivo que me lleva a mí a trabajar en el reino de los cielos? ¿Esa es la forma en que yo soy crucificado juntamente con Jesucristo? Es para que pensemos nosotros los pastores y nos hagamos esa pregunta.

Hermano diácono, hermana diaconiza, ¿cuál es el motivo, cuál es la razón por la que yo quiero ser un diácono y trabajo en el cuerpo de diáconos? ¿Por qué quiero que sepan que yo soy parte de ese cuerpo que junto con el pastor principal administramos la iglesia? ¿Cuál es la intensión dentro de mi corazón, la que no ve el pastor, la que no ve la iglesia, la que no conoce la familia, por la cual yo vengo un martes al mes a sentarme en una mesa a discutir los negocios del reino? ¿Qué es lo que a mí me motiva, qué es la energía? ¿He sido llamado para servir o estoy buscando la fama y que la gente sepa que yo soy diácono o yo soy una diaconiza?

Maestros, y ayudantes de discipulados que enseñan domingo y viernes, que tienen unas clases, unas personas que llegan nuevas a la iglesia, que están en un proceso de aprendizaje y de caminar, ¿cuál es el propósito, cuál es la razón que hay dentro de mi corazón, no en mi mente, en mi corazón – como dice la escritura, sobre toda cosa guardada guarda tu corazón – qué me motiva a mí a venir cada viernes o cada domingo y enseñarle a mis alumnos las verdades y principios del reino? ¿Lo hago para que sepan que yo sé mucho? ¿Lo hago para que sepan que yo ya he pasado la prueba? ¿Lo hago para que sepan lo mucho que yo puedo enseñar, lo mucho que yo puedo hacer, o yo lo hago pensando que esas personas que Dios me ha puesto en mis manos viernes y domingos, Dios me las ha puesto porque son gente adulta y si yo afecto a la gente adulta, ellos van a afectar a su familia, afectando a su familia afectan a los niños, afectando a los niños afectamos la iglesia, afectamos el reino de los cielos. ¿has pensado en esa idea?

Yo he venido para servir, aunque no me den certificado, aunque nunca la iglesia mi nombre como maestro de discipulado, yo he venido este viernes para asegurarme que mis alumnos entiendan que el principio del Evangelio es servir. Yo he venido para ser crucificado, yo he venido para levantarme en gloria con el Señor, para decirle al mundo, si yo logro que mi clase de discipulado sea estable, sea firme, sea ecuánime, imagínate iglesia, un maestro decidido a servir con una clase decidida a servir hacen una familia decidida a servir, hacen una iglesia decidida a servir, no importa qué pase.

El pastor Gregory me preguntó una vez, “Isaías, cómo te sientes en trabajar en esta iglesia? Porque como entiendo que como trabajaste secularmente es fuerte.” Yo le dije, “Gregory, piensa en esto, piensa en un niño que por primera vez llega a Disneyworld, ¿Cómo se siente ese niño? Contento. Alegre. Puede correr todo el día por los parques, y yo pasé por eso, yo como niño. Cuando fui por primera vez a Disneyworld Isaías, el del medio, cuando entró a Disneyworld él corrió donde Pluto y le cogió la lengua a Pluto y comenzó a lamer la lengua. Estaba contento, estaba alegre, porque estaba donde quería estar, haciendo lo que quería hacer. So, yo haciendo la obra del Señor, estoy alegre, porque he sido llamado para servir.”

Los otros días alguien me preguntó, “Pastor, ¿cómo usted balancea su vida de ministerio, su vida secular, y su vida de familia?” fácil, esto es fácil. Imagínate que salgo de mi trabajo temprano, entro a trabajar a las 5 de la mañana, so me levanto a las 3 de la mañana, salgo 1:30 de la tarde, esa es mi rutina de todos los días. Sigo para el gimnasio porque tengo que sacar ese estrés de todo el día, sabiendo… y muchas veces cuando uno va al gimnasio uno apaga su celular, yo estoy con el celular prendido junto conmigo, esperando esa llamado. La cosa es que la llamada siempre viene después que he salido del gimnasio, que voy en mi carro para mi casa pensando lo que voy a comer, estaciono mi carro, ring, ring, el celular. Alguien está en el hospital.

Entro a mi casa y no puedo comer. Voy para el hospital. 8, 9, 10, 11 de la noche la mayoría de los días. salgo del hospital – acuérdense me tengo que levantar a las 3 de la mañana – llego a mi casa, saludo a la familia, al que esté despierto hablo con él, el que no se quedó sin verme, y me acuesto pues tengo que trabajar al otro día. Y no digo esto por bitterness, digo esto porque estoy contento de que yo le dije al Señor, voy a tomar de tu copa. Quiero tu bautismo, hasta que tu vengas en gloria o me llames a la eternidad. Yo he venido para servir.

Una de las cosas funny del Señor y mi vida, y quiero decir esto de parte de este servidor, agosto 20, 2014 es un miércoles, vengo de mi casa, no tengo que trabajar, vengo de mi casa para la reunión del consejo pastoral y durante el camino, son como las 9 de la mañana, Gregory manda un texto que necesita un pastor que lo acompañe porque hay una hermana que está en Boston Medical Center que va a partir con el Señor y le van a desconectar de las máquinas. So, yo le contesto, sí, Gregory, yo voy a ir para allá.

Estaciono mi carro, voy a Boston Medical Center, estoy con Gregory y la familia bien grande, serví tanto que es la primera vez que yo canto, yo canté en el hospital. Gregory ministró y yo canté. Es fácil cantar sin música porque no me tienen que seguir. Y ministré, estuvimos ahí cerca de 3 a 4 horas. Salimos del hospital, llegamos a la iglesia y casi yo sentándome en mi silla, me llama Gregory, que ha llegado al hospital, alguien a intensivo y necesitan un pastor, pero él no podía porque tenía un appointment, so ¿quién fue? Isaías.

So, estoy con esta familia en intensivo, agosto 20, como hasta las 3 de la tarde. So, ese día fue desde 9 de la mañana hasta 3 de la tarde con dos casos. Salgo de ahí, vengo a la iglesia, digo Gregory, “me voy a ir porque ya estoy un poquito cansado, me voy para la casa a descansar.” Voy de camino para mi casa y me llama mi hermana de Florida, y me dice, “¿Estás en la casa?” Y le digo, “No, estoy manejando.” “Oh, cuando llegues a la casa llámame.” “Okay.” Ya sabía que algo ha pasado. Estoy pensando en el hijo de ella, un familiar, no sé qué. Cuando llego a la casa ella me llama y me dice que nuestro papá murió y murió hoy, a la misma hora que yo estaba ministrando en el hospital, mi papá está muriendo solo en el hospital.

Yo le dije al Señor, “Yo quiero esa cope, yo quiero ese bautismo, yo quiero ser parte de tu reino. Yo te quiero servir.”

Uno de los problemas que tenemos es que no entendemos lo que estamos haciendo. Maestros de Awana y ayudantes, ¿cuál es el motivo y razón por la cual tu vienes esos viernes a trabajar con la niñez y estar con ellos? Yo estoy aquí hoy en día porque una maestra de escuela dominical me habló a mí del Evangelio siendo yo un niño de 6 años. Sí nací en casa de pastores pero la maestra mía de mi primera clase, Noelia, 50 años atrás, ella presentó el plan de salvación en la clase. Ella trabajó conmigo. 50 años después yo soy parte de ese fruto.

Equipo de adoración y música, líderes, cantantes, músicos, ¿cuál es la razón que hay en mi corazón, cuál es el motivo que está dentro de mí para yo venir domingo tras domingo, miércoles tras miércoles, y yo tocar en la casa del Señor? ¿Qué genera en mí, qué me motiva a mí a dirigir a mi congregación y preparar ese ambiente y ministrar a través de esa música cantada, de esa letra, de esos instrumentos, ya seas líder o seas vocal que support el cast, qué me motiva a mí?

Si yo he venido en esta mañana a cantarle al Señor con un corazón humilde y de servicio, yo estoy aquí no esperando que la audiencia me acepte, yo estoy aquí no esperando caerle bien a la gente, yo he venido para ministrar y guerrear espiritualmente a través de la música. He venido a tomar control del reino, he venido para decirle a los demonios, a los principados y a las potestades, “Ahora le estamos cantando al Rey de Reyes y Señor de Señores, yo soy un canal de bendición, yo soy un canal que va a traer bendición a la iglesia, que va a atar las ataduras, que va a desatar la gente, porque yo soy parte de un equipo.

Los pastores, los diáconos, maestros de Awana, el cuerpo de adoración y música, el equipo que está trabajando en los controles, en sonido, en las cámaras, en el video, en la internet, los ujieres, la iglesia, somos parte del mismo reino, somos el mismo cuerpo, estamos llamados a servir, estamos llamados a servir, estamos llamados a tomar de la copa hasta que se acabe. Pero yo no suelto esa copa, a mí la copa no me la van a quitar. Aleluya!

Ministerio de jóvenes y sus líderes, ¿qué me motiva a mí a venir y servir? ¿qué hay en mi corazón? Y eso lo sabe Dios. Tu que estás sentado y no estás en un puesto que te ven todos los días, Dios te está mirando.

Si extendemos eso y lo sacamos de León de Judá, voy a hacer una pregunta ahora, el teólogo Juan Calvino enseñaba lo que Pedro dijo, que nosotros todos somos ministros. So, mi pregunta es, tu conoces del Evangelio, algunos fueron a la [inaudible] del Espíritu Santo. Amén. Dígalo con fuerza, usted fue y se gozó. Ese Espíritu Santo que descendía con la shekinah en el lugar santísimo en los tiempos antiguos, la gente se maravillaba. Cuando esa nube bajaba al templo, la gente se iba de rodillas porque sabían que algo estaba pasando en ese lugar santísimo. En esta mañana si has ido a la jornada del Espíritu Santo, si ya lo tienes, lo has recibido, si es una experiencia, llevas años dentro de la iglesia, mi pregunta es, ¿qué te motiva a ti cuando vas a tu trabajo secular? No te puedes olvidar de lo que tu eres. Tu eres un servidor en el reino de los cielos, tu eres un servidor en el reino de los cielos, con Cristo estoy juntamente crucificado.

Cuando llegamos al trabajo y tenemos la copa, no sueltes la copa, y a tu compañero de trabajo que hace menos trabajo que tu le dan la promoción que tu querías, ¿cómo nos ponemos? Tiramos la copa y queremos coger un bate porque lo que se ha hecho es injusto. ¿Tu sabes lo que es injusto? Que Jesucristo que no tenía culpa fue clavado por ti y por mí en la cruz del calvario. Eso es injusto.

Algunos han dicho que algo ha pasado en el Evangelio de Jesucristo en los últimos 30 años. La gente viene a la iglesia buscando algo. ¿Qué hay para mí? Pero yo te pregunto a ti en esta mañana, ¿tu sabes lo que es ser grande en el reino de los cielos? No es cuánta gente que ti te sirve, es cuánta gente tu sirves en la iglesia, en tu comunidad, en tu trabajo. No seas peleón o peleona en tu trabajo, sé humilde.

Juan y Santiago creían que porque estaban cerquita de Jesús se merecían el estar a su derecha y a su izquierda, pero se olvidaron que para llegar ahí, el pasaje anterior nos dice que los últimos serán primeros y los primeros serán últimos, pero todos van a recibir la misma paga. Aleluya!

Si vas delante de tu hermano en esta carrera, no te jactes que vas adelante, usa eso como experiencia y catapulta para coger a tu hermano que quizás esté caído y levántalo. Ayúdalo y juntos caminen en una forma de servicio, de rendimiento, que le digas al enemigo, que le digas a esta carne, yo no soy importante. Mi llamado no es un llamado a grandeza, mi llamado es yo estar de rodillas.

Señor, úsame como tu me quieras usar. Dame esa copa, bautízame, humíllame. Yo no quiero ser grande, yo no quiero ser importante, yo no quiero ser famoso. Yo quiero ser un servidor en la causa del reino, sea lo que sea para que yo sea pequeño y su gloria siga siendo grande. Iglesia León de Judá estamos en una posición muy importante en la ciudad de Boston, somos una torre fuerte, no por el edificio, no por nuestros pastores, no por la comunidad, porque Dios nos escogió antes de la fundación del mundo para establecer una iglesia fuerte, una iglesia que no cambia, una iglesia que no se vende, y eso tiene un precio.

Nuestros vecinos siguen cambiando su teología, nosotros nos mantenemos sirviendo al Señor. Hace falta que Dios nos quite esa astucia que no es buena. Yo quiero contemplar el sufrimiento y la muerte de mi vida. Oh, yo quiero pagar el precio de ver esa copa. Oh yo quiero tener esa afinidad que no se mueve hasta el final. Y yo quiero decirle al Señor cuando lo vea en gloria, Señor, tu me llamaste, Señor, tu me cambiaste y aunque mucha gente no me vio yo hice tu obra.

En 1982 en la ciudad de Manhattan, New York, en el barrio, hay una iglesia between 106 y 105, en Segunda Avenida, una iglesia pentecostal, y a esa iglesia iba una señora como de 60, 70 años, que vivía en los proyectos de la 101, Primera Avenida. Los que conocen saben que esos proyectos son bien buenos. Esta señora de casi 70 años nunca aprendió a leer, nunca aprendió a escribir, quizás eso fue una buena bendición. Ella se levantaba los sábados por la mañana, iba por las puertas del proyecto, ella se paraba a las 2 de la tarde en el parquecito, ella veía venir los niños que venían de la escuela y los contaba y se iba detrás de ellos para saber dónde los niños vivían.

El sábado iba a la casa, hey, yo soy Granma, yo voy al church, Second Avenue. ¿Me puedes dar tus children para el domingo? Una abuelita. Ella sabía, domingo en la mañana, 70, 80 añitos, llegaba a la iglesia, traía sus muchachos, iban para la clase de escuela dominical. Ella ayudaba con repartir los libros, pero no sabía leer ni escribir, le tenían los libros por nivel. Y eso para ella era increíble. Ella había cumplido con traer los niños y una vez en la iglesia tomaba los manuales y repartía. Y qué lindo se ve. Pasan los años, la iglesia cambia y un domingo la llaman a ella a una reunión y le dicen, “Hermana, no la podemos usar más porque usted no habla inglés.” Algunos meses después a la hermana le dio un stroke. 30 días después le agarró un ataque y partió con el Señor.

Gracias al Señor esa imagen aquí no pasa. Pero si nuestra mentalidad es de servir, eso jamás pasará aquí. y yo conozco la historia porque esa era mi abuela por parte de madre. Una mujer que vino al Señor en 1948, se convierte, ella es la que trae el Evangelio a la familia mía. Se convierte con cáncer en los huesos, 1948, estando en una campaña evangelística sirviendo como ujier, nadie sabía que tenía cáncer en los huesos, estaba desahuciada. El evangelista Roberto Fierro la llama a ella por nombre, que quiere orar por ella. Dios la sana, porque ella murió en 1989, 41 años después, de un heart attack, no de cáncer.

Y digo este porque este evento nosotros como familia no permitimos que ese evento nos marcara. No hicimos de ese evento una carga para la iglesia ni creé resentimiento porque a mi abuela la habían maltratado, ni fui a hablarle a otros hermanos de cómo habían tratado a mi abuela. Yo entendí que era parte del fracaso de nuestra humanidad caída, y yo entendí que aparte de eso, yo estaba llamado a servir, yo tenía que ver más allá, yo tener que había gente que necesitaba, porque los que estamos en liderazgo, escúchenme bien, los que somos líderes en la iglesia, somos líderes para servir, los que servimos no son de nosotros, nosotros tenemos que servir y nosotros no somos importante, es la gente que le estamos sirviendo cada día.

Jesús dio el ejemplo, Jesús dejó lo que él tenía, su gloria, su pleitesía, su horna, para venir a esta tierra y adorar y servir a la humanidad, a algo caído. Dios lo dejó todo. Líderes, gente de la iglesia, ¿estás tu dispuesta dejarlo todo? Que cuando te llamen con esa llamada, no te diste cuenta que ni me saludaron, el Señor te reprenda. Yo fui a la iglesia a servir, me saluden o no me saluden.

¿Por qué mi micrófono está más bajito? Eso no importa! Que te escuchen en el cielo aunque no te escuchen en la iglesia, pero que te escuchen en el cielo. Abre ese corazón. Ese corazón que sea humilde, que sea servidor. No le des lugar al diablo. Reprende al diablo, porque sea crucificado es yo, esos comentarios no pueden existir porque desunen.

Yo pasé por una experiencia hace muchos años, mi supervisor en la ciudad de Nueva York no hablaba inglés. No me pregunten cómo es supervisor porque yo tampoco sé. Y era en un hospital, de limpieza, ellos trataron de aprender inglés pero lo conozco a él, mi jefe, que me comenzó a hablar y me dice, “Mira, yo no sé inglés, so háblame en español.” “Okay, no hay problema.” Al poco tiempo él me dice, “Tu tienes talento, si tu me ayudas yo he pedido para que te promuevan.” Él preguntó, si tu me ayudas. El no me dijo, dame una puñalada por la espalda para coger mi puesto. Él no me dijo, aprende para que a mí me boten. Él no me dijo, habla y diles a Recursos Humanos que yo no sé hablar inglés. Él me dijo, si tu me ayudas yo voy a hablar para que te promuevan.

Hemos venido para servir. Yo ayudé y a mí me promovieron porque entendí que yo estaba para servir y para servir no hace falta micrófono. Para servir no hay que estar frente a las cámaras. Para servir nadie se tiene que dar cuenta, no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda. Sirve y gózate. No hay que preguntarle a Jesús dónde tu quieres estar, deja que él te ponga en el lugar que tu vas a estar. Deja que él te ponga en el lugar que ya él ha escogido. Para cuando lleguemos a ese día no pase como en algunos juegos de baseball. Si usted tiene un ticket para ver un juego de baseball y el ticket tiene un asiento, no coja el asiento que no le tocó a usted porque lo van a mover. Usted compró para un asiento.

Yo cuando voy a los juegos de pelota hay veces que está el parque casi vacío. Hay muchas sillas vacías. Y a veces la gente me dice, “pero Isaías vamos a…” “No, a mí no me gusta que me muevan. Yo pagué por este asiento y no me tengo que preocupar quién me va a mover o quién no me va a mover.” Porque yo estoy contento con lo que tengo. Yo estoy gozoso con lo que Dios me ha dado. Yo estoy complacido de que puedo servir a la causa de lo que sea.

¿Estás tu preparado para eso? para tomar esa copa y ese bautismo que es servir para nosotros? Esa copa y bautismo vienen aunque tu no la busques. So, es mejor pedirla. Señor, prepárame para yo poder servir. Prepárame para cuando yo esté en esos momentos difíciles y me encuentre con personas que no entienden lo que es servirte a ti y yo pueda ser canal de bendición. Que yo sea una pieza dentro del equipo de León de Judá que ayude a la unidad. Queremos conquistar, queremos hacer muchas cosas pero todo comienza con ser gente humilde y ready para servir.

En este equipo, que es el reino de los cielos, no puede haber egoísmo, no puede haber lugar para la arrogancia, no puedes pensar, vamos a ser muy grandes, qué puedo hacer que me pueden poner para que la gente me vea. Tienes que pensar, qué yo puedo hacer que nadie sepa para que su reino siga creciendo. Qué yo puedo hacer para que yo hacerme pequeño y su gloria se conozca más y más y más y más. Ellos no tienen que saber mi nombre, ellos tienen que saber el nombre de a quién yo le sirvo. Tienen que saber a quién yo le he rendido mi vida. Yo no quiero gloria. Yo no quiero fama, yo quiero estar ahí, ser un pequeñito y decirle a este mundo que yo estoy preparado para servir cueste lo que cueste, aún así me cueste la vida.

Yo vine en esta mañana para gozarme pero también para servir. Señor, usa mi vida. Señor, usa mi corazón. Señor, yo pongo en tus manos lo que tu me has dado. Dios te ha dado un puesto, ponlo en las manos del Señor. Dios te ha hecho diácono o diaconiza, ponlo en las manos del Señor. Dios te ha hecho pastor, ponlo en las manos del Señor. Dios te da la oportunidad de poder cantar en adoración, ponlo en las manos del Señor. Señor, mi voz te va a servir, mi cuerpo te va a servir.

Eres un músico, yo pongo en tus manos lo que tu me has dado, porque para tu servicio no es para mi gloria, es para que la gente sepa que tu eres el grande, tu eres el Rey de Reyes, tu eres el Señor de Señores, lo que yo haga es para ti no es para mí. Yo no quiero gloria, no quiero gloria, la gloria le pertenece al Señor.

Dios me ha dado el poder de estar trabajando con las cámaras. Lo pongo en las manos del Señor. Que esos que están pueden tener padre (¿?), yo soy el ministro de la cámara, reciban el mensaje del Evangelio. Yo estoy en los controles, en sonido, o la internet, Señor, yo lo hago para que tu mensaje llegue claro y toques, no para que vean lo que yo hago, es para que vean al Rey que yo le sirvo, que permite que yo lo haga, que me ha llamado para lo que yo hago, para servirle con lo que sea.

Y al final del día si todos estamos en la misma página, si todos estamos de rodillas, desde los pastores hasta los más pequeños, si todos estamos de rodillas, cuando todos estamos de rodillas, podemos ver al que está parado y sentado en el trono santo, uno solo, nuestro Rey y Señor.

Vamos a ponernos de pie. El Espíritu Santo que tenemos que gobierna, que dirige lo que hacemos, que apoya lo que hacemos, nos une, se nos ha dado para que los talentos y dones que él trae los pongamos al servicio de la iglesia. Mi conocimiento, mi carrera, mis estudios, mis experiencias, en esta mañana traen a los pies del Maestro.

Dile, Señor, úsame, todo lo que yo soy lo pongo ante tus pies porque sin ti soy tierra y polvo pero contigo tengo derecho a los cielos, tengo derecho a la eternidad. Contigo soy mayoría, soy humilde.Oremos en esta mañana. Amado Dios y Padre Celestial yo te presento tu iglesia desde el liderazgo pastoral hasta el más pequeño, Señor, los diferentes líderes, maestros, ayudantes, los diáconos, ujieres, los que trabajan en el parqueo, los que trabajan en la construcción, los que limpian, Padre, toda pieza que compone Congregación León de Judá, en esta mañana nos humillamos delante de ti y reconocemos que lo que tenemos, lo que tu nos has dado, dónde tu nos has puesto es para que tu nos uses, no es para yo lucirme, Padre, es para que tu me uses, para que tu me crucifiques, para que tu me bautices con un bautismo de sufrimiento que nunca me olvide de dónde yo vengo y a dónde tu me has traído, que nunca me olvide que si tu no mueres en la cruz del calvario, yo estaría todavía perdido en mis pecados, sería polvo y tierra. Pero Señor, lo que yo te digo, pongo en tu mano para que tu lo uses, hazme pequeño para que tu te hagas grande, Padre.

Nos ponemos en tus manos, Señor Jesús. Dirígenos. Oh, Padre, dirígenos. Toca nuestros corazones. Padre, toca nuestros corazones y que estemos dispuestos a agarrar esa copa hasta el final de nuestros días, que no te dejemos solo. Señor, que no te dejemos solo. En medio de la crítica, en medio de los que no nos entienden, en medio de los que nos señalan, en medio de los que hablan, Señor, vamos a mantenernos con tu copa y nos la vamos a beber todita. Y nos quedamos con tu bautismo de sufrimiento y de alegría para que al final de los tiempos tu reino, no mi nombre, no mi raza, no mi etnicidad, no de dónde yo vengo, tu reino supremo sea conocido a las naciones. Que la gente sepa que tu nombre todavía tiene poder, que tu nombre toda rodilla se dobla porque nosotros los seres humanos nos hemos doblado y humillado ante tu presencia, Padre.

Yo te lo pido, Señor Jesús, en tu nombre amén. Acuérdate en esta mañana cuando salgas de aquí no te preguntes cuánta gente te sirve, pregúntate a cuánta gente tu le sirves.