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Isaías 58:12 establece el fundamento para nuestra meditación. Y dice: “…Y los tuyos – es decir, nuestra familia, nuestros seres queridos, nuestros descendientes, los que están cercanos a nosotros – y los tuyos edificarán las ruinas antiguas, los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar…”
Y ahí está la clave de nuestro texto “y serás llamado reparador de portillos.” Yo quiero hablar precisamente de esa idea de ser reparadores de portillos. Y quiero decirles que siento del Señor que este es un sermón más bien como profético, un sermón que en realidad lo debiera haber dejado para predicarlo el 31, porque creo que es una buena visión para nuestra iglesia. Pero tengo otras cosas también que quiero compartir el 31 en la noche, con una palabra de visión para nuestra iglesia. Así que es otra razón por la cual me encantaría que viniera para que no se pierda esta encomienda, este reto del Señor para nosotros en este año venidero.
Pero yo creo que estos dos sermones podrían ser parte uno del otro, de un conjunto que juntos constituyen una visión para tu vida y también para nuestra congregación. Esta mañana en las horas tempranas de la madrugada me vino a la mente esa idea, esa imagen, ese mensaje que no lo tenía en realidad en mente en absoluto, “reparadores de portillos.” Y sentí claramente del Señor que ese era el tema que él tenía para nosotros en esta mañana, que nosotros seamos reparadores de portillos.
Es el llamado de Dios tanto colectivamente para nosotros como congregación León de Judá, como para cada uno de nosotros, para ti, para mí, para tu familia, individualmente en este nuevo año, y en realidad para toda nuestra vida, pero que este año lo veamos así como esa palabra, ese llamado de Dios que nos viene a nuestros corazones de ser reparadores de portillos.
Si usted mira este capítulo 58, que de hecho es un capítulo muy conocido en la escritura, usted lee los versículos anteriores y se da cuenta que Dios le está hablando en una forma severa, en una forma como de corrección a un pueblo, al pueblo de Israel, que se había enterrado y sumido en un ritualismo religioso vacío. Se habían conformado con una rutina religiosa, una formalidad religiosa que no reflejaba un verdadero sentimiento emocional, espiritual, un verdadero compromiso con el Señor.
Le habían dado a Dios simplemente ritos vacíos para no darle a Dios su corazón y lo que Dios verdaderamente quería. Se habían olvidado de lo que constituye una verdadera espiritualidad que agrada al Señor. Y como consecuencia de su dejadez y de su indiferencia para con Dios, de haberse sumido en una religiosidad vacía, habían cosechado las malas consecuencias de su proceder.
Pero miren un poquito cómo Dios describe la actitud de esta gente al comienzo del capítulo 58 en el versículo 2 dice:
“… ustedes me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia – ahí está el tema de todo ese capítulo, la justicia para con los hombres, para con los demás, la justicia social, pero más que justicia social – como si fueran gente que hubiese hecho justicia y que no hubiese dejado la ley de su Dios. – Me piden justos juicios y quieren acercarse a Dios – “¿Por qué, dicen, ayunamos y no hiciste caso, humillamos nuestras almas y no te diste por entendido? Y Dios le responde, “He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto – el egoísmo, el auto centrismo – y oprimís a todo vuestros trabajadores.”
Ellos creían que simplemente bueno con ayunar, sabe que el pueblo hebreo declaraba días de ayuno y ese día afligían su alma, y dejaban de comer durante el día, y creían que si nosotros hacemos eso al nivel externo, no tenemos que preocuparnos por el hecho de que cuando regresamos a nuestros hogares oprimimos a nuestros siervos, tratamos mal a la gente, no pagamos nuestra deuda, porque ya ayunamos, ya fuimos a la iglesia.
¿Cuántas personas viven en ese tipo de espiritualidad? Creemos que con ir a la iglesia, ponchar la tarjeta de evangélico, podemos ya irnos a nuestra casa y vivir como nos da la gana y Dios siempre ha dicho, “No, no puede ser así,” tu vida, tu vivencia, la manera en que tu tratas a los demás tienen que reflejar también lo que tu hace al nivel religioso, a nivel ritual, al nivel formal. Las dos cosas tienen que estar unidas. No es que Dios no quiera que vayamos a la iglesia, no es que Dios no quiera que participemos en ir al templo y adorarlo y servirlo y tener una vida congregacional, al contrario, la Biblia dice bien claramente que no dejemos de congregarnos como alguna gente por ahí tiene por costumbre, sino que debemos estar en la casa del Señor. Pero lo que Dios está diciendo es que además de eso tenemos que unificar nuestra vivencia, la manera en que tratamos a los demás.
Pienso por ejemplo, en nuestra propia nación de Estados Unidos, en el siglo XVIII, XIX, cuando tanta gente iba a la iglesia aquí sobre todo en el sur de Estados Unidos, y servían a Dios, todo el mundo iba a la iglesia en esos tiempos, pero después regresaban a sus casas a oprimir a sus esclavos, a azotarlos, a violarlos, a denigrarlos, a robarles su humanidad, y pensaban que no había ninguna división entre ese comportamiento horrible y cruel y deshumanizante de su prójimo y el hecho de que iban a la iglesia y alababan al Señor y hacían todo lo que una persona supuestamente piadosa hacía. y por eso esta nación sufrió las terribles consecuencias que fue la guerra civil donde murieron cientos y cientos de miles de norteamericanos y la nación se dividió entre el norte y el sur.
Porque es que Dios aborrece una religión vacía. Y no es que Dios no ama la religión, Dios quiere que lo adoremos, Dios quiere que lo busquemos pero él quiere que haya una unidad en la forma en que tratamos a los demás, nuestra postura, nuestra generosidad y bondad para con los demás y ese Dios al cual amamos.
Y entonces él le dice en el versículo 4: “…He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente, no ayunéis como hoy para que vuestra voz sea oída en lo alto…”
En otras palabras, recordemos siempre, hermanos, que cuando venimos a la casa del Señor se supone que vengamos para ser enriquecidos espiritualmente para que nuestro ser interno sea trabajado de manera que nuestro comportamiento para con los demás en nuestros hogares, en nuestro matrimonio, con nuestros hijos, nuestros amigos, en nuestro trabajo, reflejen esa espiritualidad alta que nosotros confesamos cada día.
Dios siempre está llamando a su pueblo a lo que es una espiritualidad verdaderamente profunda y total, unificada, donde no hay separación entre lo que tu eres y lo que tu haces cuando estás en la iglesia.
Tenemos las palabras que usaron nuestras hermanas, las mujeres, en su retiro de este otoño pasado. En Miqueas, capítulo 6, versículo 6 al 8. Dios está haciendo una pregunta como retórica, como si uno se hiciera esa pregunta:
“…¿Con qué me presentaré ante Jehová y adoraré al Dios altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?”
En otras palabras, uno se pregunta, bueno, ¿Cómo puedo yo agradar al Señor, haciendo sacrificios, dándole dinero, caminando hasta la iglesia de rodillas y subiendo las escaleras del frente de rodillas, desangrándome o haciendo un gran sacrificio?” El segundo versículo dice:
“…Se agradará a Dios – otra pregunta retórica, es decir, una pregunta que uno sabe la respuesta – ¿Se agradará a Dios de millares de carneros – como los hebreos usaban estos animales para sacrificarlos en honor a Jehová – o de 10 mil arroyos de aceite, – no barriles, sino arroyos de aceite – daré mi primogénito por mi rebelión, – en otras palabras, había tribus paganas que sacrificaban a sus hijos a dioses falsos en sacrificio, – tendré que darle yo a mi hijo primogénito, lo más valioso de mi familia, por mis pecados, o el fruto de mis entrañas o cualquier otro hijo por el pecado de mi alma? – Y aquí está la contestación del Señor a esas preguntas de sacrificio extremo. – Oh, hombre, – en otras palabras, oh cristiano, caramba dice él – él te ha declarado lo que es bueno, tu sabes cuál es la verdadera adoración al Señor, lo que verdaderamente agrada al Señor y qué pide Dios de ti, solamente hacer justicia y amar misericordia y humillarte ante tu Dios…”
En otras palabras, lo que Dios está diciendo es que Dios no espera grandes y terribles sacrificios de nosotros necesariamente, sino que lo que Dios quiere es un corazón que se humille delante de él, un corazón que lo ame, un corazón que quiera agradarlo, un corazón que sea sincero para con Dios y que haga justicia con los demás y ame la misericordia.
Ahora, fíjese algo que la Biblia no nos está llamando aquí necesariamente a una religión de obras, donde si tu haces lo bueno, eres salvo, porque sabemos que la salvación es por medio de Cristo Jesús, haber recibido a Cristo como Señor y salvador. No se trata de una cosa o la otra, no se trata de o ir a la iglesia y servir al Señor y darle a Dios o simplemente tener un buen corazón. No, lo que la Biblia dice es las dos cosas son importantes. Si tu te limitas solamente a hacer el bien y a hacer buenas obras y a darle a Dios y sacrificarte por él, pero no le das tu corazón, si tu no tratas a tu prójimo de una manera adecuada, entonces de nada te vale. Pero lo mejor es que hagas las dos cosas.
Cristo dijo una vez, es importante que hagan aquello sin dejar de hacer lo otro también. Entonces, son las dos cosas. Como ustedes ven en ese versículo de Miqueas, Dios en realidad es un Dios sencillo y en última instancia, hermanos, todo el aparato de la religión, todo el ritual, todas las leyes, todas las cosas que nosotros disponemos cada día cuando venimos a la iglesia, se puede resumir en las palabras de Jesucristo cuando le preguntó a un fariseo, “¿Cuál es el mayor de los mandamientos?” Dijo, “Bueno, amarás a Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo.” Y el Señor le dijo, “Bien has respondido.
Esto tiene las dos cosas, amar a Dios de todo corazón y amar a su prójimo como a sí mismo, y el Señor dijo, en eso se resume toda la ley y los profetas, porque Dios es un Dios que lo que está buscando es el corazón, las cosas sencillas, la persona que se ha entregado a él y que ama y que sirve a los demás, porque es un corazón del cual él se puede agradar.
En este año que se aproxima, hermanos, Dios nos está llamando precisamente a eso. Primero, tratar con nosotros mismos, primero examinarnos a nosotros mismos. Dios nos está llamando como individuos, como congregación, a mí mismo como pastor principal de esta congregación, Dios nos está llamando que purificarnos, a santificarnos para lo que él quiere hacer a través de nosotros, a limar nuestras asperezas y amarlo a él de todo corazón y amar a nuestro prójimo de todo corazón.
Lo primero que yo les llamo a ustedes y a mí mismo en este año es hacer un propósito redoblado de ser mejores este año de lo que fuimos el año pasado. Amén. Yo sé que si tu buscas dentro de ti mismo y examinas tu corazón, tus relaciones humanas, tu vida familiar, hay muchas cosas que tu podrías poner en una listita, es decir, de cosas que puedes mejorar, ¿o yo soy el único? Yo creo que todos tenemos áreas que podemos trabajar, ¿verdad?
Y yo creo que podemos inclusive presentarle al Señor, tres o cuatro cosas en las cuales nos vamos a concentrar este año para ser mejores. No voy a patear el perro tanto como lo hice el año pasado, por ejemplo, lo voy a tratar mejor este año. Mi boca va a hablar cosas edificantes, voy a tratar mejor a mi esposa o mi esposo, no le voy a gritar tanto a mis hijos, voy a ser más generoso, voy a chismear menos, voy a leer la Biblia más, voy a ser más comprometido con mi iglesia financieramente, hay muchas cosas buenas…
Dios nos está llamando a prepararnos, a preparar la vasija, a preparar el instrumento, a preparar el canal a través del cual va a correr su bendición para esta comunidad y para este mundo en este año. Tenemos que comenzar con nosotros mismos.
¿Cómo está mi espiritualidad delante de Dios? ¿es mi espiritualidad simplemente algo superficial, llano, de obras, de acciones externas o estoy yo dejando que Dios me forme, que Dios me trate, que Dios me quebrante, que Dios me purifique, me santifique, me limpie, me sane, me haga un hombre, una mujer, digna de su nombre? Eso es lo primero que tenemos que hacer en este tiempo.
Este es un año para acercarnos más a Dios, para tratar de ser más como Cristo y hacer que la palabra de Dios encarne con más vigor dentro de nosotros. Tratemos de mejorar nuestros matrimonios, de restaurar nuestra relación con nuestros hijos, de ser una bendición para nuestros compañeros de trabajo, para nuestros jefes, y para toda la gente alrededor de nosotros, tratemos de ser más como Cristo Jesús. Y eso nos preparará para cumplir la misión que Dios quiere de nosotros. Y ¿sabe qué? Que también nos capacitará para ser más felices. En la medida en que nosotros seamos de bendición a los demás y nuestro corazón agrade al Señor, y nuestra gentileza bendiga a los demás, en esa misma medida nosotros también vamos a ser más felices y el poder de Dios se manifestará más a nuestro favor.
Porque Dios quiere que seamos reparadores de portillos, que nos santifiquemos, que nos purifiquemos, porque en realidad yo quiero hablar de esas dos cosas. Primero, que nos preparemos a nosotros mismos, que preparemos la vasija, que no seamos cristianos superficiales, que le entreguemos al Señor todo para que entonces él pueda hacer de nosotros lo que verdaderamente Dios quiere hacer.
Porque eso es lo que veo aquí en el mismo capítulo 58, en el versículo 6 él habla acerca de cuál es la verdadera religión que él está buscando, cuál es el verdadero ayuno. El ayuno es simplemente un símbolo de cualquier tipo de religiosidad. En el versículo 6 dice:
“…¿No es más bien el ayuno que yo escogí desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar libres a los quebrantados y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento y que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y no te escondas de tu hermano?”
Dios está diciendo, ¿tu no ves que esas son las cosas que yo estoy pidiendo? Que tu vida sea de bendición a los demás, que tu corazón sea un corazón noble y generoso. Y mire lo que dice el versículo 8:
“…Entonces, – digan todos entonces – nacerá tu luz como el alba y tu salvación se dejará ver pronto e irá tu justicia delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás y te oirá Jehová, clamarás y dirá él, “Heme aquí,” si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador y el hablar vanidad y si dieres tu pan al hambriento y saciares tu alma afligida, entonces en las tinieblas nacerá tu luz y tu oscuridad será como el mediodía…”
Usted ve hermano, que hay una correlación muy estrecha entre la forma en que nosotros tratamos a los demás, esa conducta, esa actitud de generosidad, de amor para con los demás, de ser de bendición a los que están alrededor de nosotros, de constituirnos en canales a través de los cuales corra libremente la gracia de Dios al mundo. Y esa debe ser la agenda de todo creyente, Señor, cada día yo quiero ser más y más como Cristo, cada día yo quiero limar un poquito, con la ayuda del Espíritu Santo, las asperezas que están en mí para que yo pueda ser verdaderamente una fuente de bendición.
Pero lo interesante es que en la medida en que nosotros nos constituimos más y más como canales de las bendiciones de Dios, nuestra propia luz resplandece. Dios escucha nuestras oraciones. Dios bendice nuestras vidas. Dios nos concede los anhelos de su corazón. Dios bendice nuestros hogares, nuestra salud, nuestras emociones porque estamos siendo canales. Cuando tu sirves para bendecir a otros entonces Dios te bendice a ti también. El problema de muchos seres humanos y de muchos cristianos es que estamos tan preocupados por nuestro propio bien que entonces Dios no puede bendecirnos.
Yo he aprendido que si yo me olvido de mí mismo y sirvo para bendecir a los demás, Dios me bendice más a mí también. Olvídate de ti mismo un poco y sirve a los demás y dale a los demás y dale a Dios y tu vas a ver cómo Dios te bendice a ti también.
¿Qué es un portillo? A veces pensamos que un portillo es una puerta, una puerta pequeñita. ¿Sabe lo que es un portillo? Y quizás ahí hay una imagen de un muro con una grieta en el medio. Un portillo es un hoyo en un muro, es como una grieta. Es como si alguien coge un martillo en un muro y le rompe un hoyo en el medio, eso es un portillo. O puede ser una grieta grande en un muro. Es como los hoyos que se le hacen a una piñata cuando se le da con un palo, esos son portillos.
Entonces, Dios nos dice que él quiere que nosotros seamos reparadores de portillos. Leo de nuevo el versículo 12:
“… y los tuyos repararán las ruinas antiguas, los cimientos de generación en generación levantarás y serás llamado reparador de portillos…”
En otras palabras, esa será tu identidad central. Cuando tu haces ciertas cosas en tu vida y tu te purificas a ti mismo, te limpias a ti mismo, te haces más y más como Cristo Jesús, Dios te bendice que ti grandemente y entonces eres conocido como una fuente de restauración, sanidad y bendición para todos los que están alrededor tuyo. Qué lindo.
Yo siempre pensaba, hermanos, que eso constituyo el llamamiento central de la congregación León de Judá desde sus inicios mismos aquí en la ciudad de Boston y antes en Cambridge, esa no era necesariamente nuestra identidad esencial. Dios nos puso en Cambridge como para prepararnos, fortalecernos, pero cuando llegamos aquí a Boston misioneramente, que cambiamos de residencia, y vinimos a esta área destruida de la ciudad de Boston hace 20 años casi, Dios creo que nos trajo aquí a Boston para ser reparadores de portillos, para ser una congregación, una iglesia, una comunidad que ayudara a la sanidad de la ciudad donde Dios nos ha puesto.
Y yo me gozo cuando veo, no solamente por nuestra exclusiva influencia, pero cómo Dios ha bendecido a esta comunidad y cómo pasó de ser un lugar de crimen terrible y de solares vacíos y de ruinas, a ser una de las áreas más cotizadas de toda la ciudad de Boston. Qué lindo es crecer con una ciudad. Nosotros vinimos aquí y nos plantamos acá y se podría decir que este vecindario alrededor nuestro ha florecido en tantas maneras y yo creo que un poquito tiene que ver con nuestras oraciones, un poquito tiene que ver con la influencia.
Y así lo entienden muchos de los legisladores de la ciudad de Boston y mucha de la gente de esta área, porque León de Judá ha sido de bendición. Y por eso yo creo que Dios cuando nosotros llegamos aquí nos puso a reparar edificios proféticamente y habilitarlos para el Reino de Dios.
Yo siempre he visto… los dos primeros edificios que nosotros ocupamos, que están al otro lado de esas puertas, fueron edificios arruinados que nosotros tomamos, los destruimos por dentro, los ahuecamos, le arrancamos todas las entrañas y lo hicimos de nuevo. Y yo le he cobrado a través de los años un gran amor a los edificios como esos porque ahí está un poquito de mi sangre, yo creo, metida en esos edificios y de muchos de nosotros que trabajamos como voluntarios para esos edificios, para repararlos, y el dinero que ustedes dieron sacrificialmente, y todo el esfuerzo que le costó a nuestra iglesia con sus escasos recursos que teníamos, sobre todo en aquel tiempo.
Venir y reparar dos edificios que habían estado arruinados completamente. El de la esquina, era una farmacia abajo y apartamentos arriba, que había estado arruinado por muchos años, no tenía ventanas, todo el agua se le había metido, se había corroído todo, nosotros tuvimos que reparar hasta ladrillos y enderezar vigas y pisos y una cantidad de cosas, porque había sufrido mucho daño porque toda el agua había estado corriendo durante mucho tiempo. Y el primer edificio de la 68 de Northhampton, donde está el santuario original, también era un edificio bastante en malas condiciones y ustedes saben todo el trabajo que nos costó repararlo.
Es interesante también, como una nota adicional, que entonces yo creo mucho lo que dice la palabra, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré. Después de esos dos edificios Dios nos dio un edificio nuevo, flamante como este que está aquí. Este lo hicimos desde cero, completamente desde cero. Pero era como Dios decía, bueno, yo quiero ver lo que tu haces con esos dos edificios primero, yo quiero ver lo que ustedes van a hacer, si son fieles en tomar edificios destruidos y tener la visión para renovarlos y entonces yo los pondré en algo flamante, de paquete, nuevo.
Porque es que cuando nosotros le creemos a Dios y nos ponemos a trabajar Dios bendice, y Dios te pone en abundancia entonces. Pero yo siempre he creído que ese acto de renovar cosas destruidas y restaurarlas para el uso del Reino de Dios y el avance del Reino de Dios es una imagen profética para congregación León de Judá. Eso puede ser un portillo definitivamente. Y así, de hecho, había muros en esos edificios que tuvimos que rellenarlos, el hermano Roberto Naranjo hizo mucho trabajo de rellenar huecos como esos.
Pero yo creo que nos había llamado desde el principio y yo no lo sabía completamente cuando llegamos aquí, a ser precisamente una congregación que reparara muros arruinados. En Isaías, capítulo 61, versículo 4 está lo que yo llamaría el lema de congregación León de Judá, dice:
“… Reedificarán las ruinas antiguas y levantarán los asolamientos primeros y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones…”
Gloria al Señor. Yo creo que eso amerita leerlo todos de nuevo. Léanlo todos conmigo. “… Reedificarán las ruinas antiguas y levantarán los asolamientos primeros y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones…”
Yo creo que ese es el llamado de Dios, esa es la visión para nuestra congregación, ha sido así muchos años y tiene que ser más que nunca renovadamente la visión para nuestra iglesia en los años venideros. Tenemos que ser una congregación refugio. Dios ha puesto en mi espíritu esa palabra, refugio. Tenemos que ser un refugio para las almas desamparadas ahí afuera. Tenemos que ser un refugio para que la gente alcoholizada, tenemos que ser un refugio para la gente neurótica que está sola, comiéndose un cable allá afuera, tenemos que ser refugio para los ancianos que sus hijos están viviendo en otras ciudades y están solitos ahí mirando por una ventana todo el día. Tenemos que ser refugio para los drogadictos, tenemos que ser refugio para los vecindarios llenos de crimen de la ciudad de Boston, tenemos que ser refugio para las madres solteras, tenemos que ser refugio para los jovencitos llenos de violencia y que no tiene sentido para la vida y creen que su comunidad debe ser una ganga que le hace daño a los demás, pero por lo menos tienen el calor de cierta compañía humana.
Tenemos que mostrarles una alternativa diferente. Tenemos que ofrecerle a esta comunidad a Cristo Jesús como reparador de vidas y de almas. Dios quiere que esta congregación sea una congregación refugio, un lugar para la restauración de portillos humanos, de portillos sociales, de portillos comunitarios, de huecos en los muros de esta ciudad, que vengamos y los reparemos con nuestra vivencia diaria, con nuestra obra generosa, congregacional. Tenemos que ser una congregación de buenas obras, de buen testimonio ante los incrédulos, que la gente vea nuestra buenas obras y digan, guau, ahí hay gente misericordiosa y gente bondadosa.
Tenemos que ser generosos para con Dios y para con los hombres. Yo les hablaba hace una cuantas semanas acerca de la importancia de que si nosotros íbamos a contribuir al avance del Reino de Dios en esta ciudad y en esta nación, tenemos que ser una congregación generosa porque esto no lo puedo hacer yo solo y tampoco lo podemos hacer con oraciones piadosas solamente, tenemos que aportar de nuestro dinero. Yo necesito una congregación que respalde la visión que Dios me ha dado, no la mía, sino la visión de Dios para nosotros. Y yo te animo en este año a ser despegado con tu tiempo, con tus talentos, con tus energías físicas y con tu dinero también para que esta iglesia pueda ser la reparadora de portillos que Dios quiere que sea.
Cuando nosotros cambiamos nuestro corazón, nuestra mente, nuestras actitudes, cuando nos despegamos, cuando amamos a Dios por sobre todas las cosas y amamos a nuestro prójimo, entonces Dios nos puede usar para llevar a cabo su obra de reparación en esta ciudad, para poder ser esa congregación verdaderamente reparadora de portillos.
Nuestra gentileza, hermanos, debe ser conocida por todos los hombres y las mujeres de la comunidad de Boston. El Señor Jesucristo dice así en su palabra, en Filipenses, dice que vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. Nuestro deseo es cada día más y más esta comunidad de León de Judá sea conocida en la ciudad y en Nueva Inglaterra como una congregación gentil, una congregación generosa, una congregación de buen testimonio y de buenas obras.
Esta mañana yo pensaba en la gente deambulante de la ciudad de Boston, los llamados homeless en esta ciudad, y esa comunidad deambulante es uno de los grandes retos para congregación León de Judá. Dios los ha estado trayendo a nuestra iglesia. Ahora mismo mientras nosotros celebramos el servicio aquí, hay un servicio en inglés que se está dando en el santuario original, del otro lado de esa puerta, y esta mañana cuando yo venía a estacionar mi carro, cuando lo entraba aquí, había 3 hermanos de esa comunidad, una norteamericana, un anglo parlante y un hispano, venían los 3 juntos y estaban allí. Y cuando yo los vi mi corazón se alegró de verlos, porque yo sabía que venían a escuchar la palabra de Dios.
Y cuando entré por las puertas principales había una hermana afroamericana sentada, tomándose un café, también de la comunidad homeless. Y yo me alegré de que ese espacio fuera un lugar donde ella pudiera tranquilita, antes de entrar a adorar al Señor, quizás ese iba a ser uno de los momentos más tranquilos, porque cuando duermen en los shelters de la ciuad eso es terrible. Tienen que dormir prácticamente con sus pertenencias agarradas porque se las pueden robar en medio de la noche, y hay ruido y hay abuso y hay malas palabras. Yo dije, guau, qué lindo.
Yo pude tener dos reacciones cuando la vi a ella sentada allí, una era la reacción del fariseo, ¿por qué usted está tomando café a la entrada de la iglesia? eso molesta a la gente. Pero no, al contrario, mi corazón se llenó de ternura, qué bueno que esta alma se siente capacitada para esta allí.
Así mismo me pasó los otros días también en el lobby, donde está el elevador en la entrada a este edificio, había dos personas allí con una donuts en la mano, encima de las rodillas, tomando café. Y de nuevo, mi reacción pudiera ser ¿por qué está esta gente aquí ensuciando el piso, tomando el café? No, para mí son almas tiernas que tenemos que cuidárselas al Señor, son seres frágiles que Dios nos los encomienda para ver si se los vamos a cuidar bien. Y entonces él dice, después que yo veo cómo tu me los tratas yo te mandaré más.
¿Tu quieres ser un reparador de portillos? Vamos a ver qué tu haces con esos portillos humildes. Y yo quiero que nosotros hagamos un pacto, es una comunidad muy retadora, a veces pueden ser traviesos también y crear sus problemas pero tenemos que amarlos porque yo creo que si León de Judá puede ayudar a restaurar esas vidas, podemos hacer cualquier cosa porque esos son escombros humanos muchas veces.
Y a eso Dios nos ha puesto. Cuando yo paso por ahí, por la Albany Street, [inaudible], o Massachusetts Avenue, veo docenas y docenas de esas personas que están en un tiempo difícil de sus vidas. Yo digo, Padre, tráelos a la iglesia, tráelos a nuestra iglesia, que León de Judá pueda ayudar a bendecirlos y sanarlos. Yo le pido al Señor que nos dé la sabiduría, el poder, la unción, la misericordia, el amor para bendecir esas vidas. Que se llene la iglesia de ellos y que nosotros podamos darle el alimento que ellos necesitan para poner sus vidas otra vez de pie. Porque la ciudad no lo puede hacer, las autoridades humanas seculares no… lo único que pueden hacer es darle mantenimiento, darle comida y una cama para que sobrevivan, pero restaurar sus almas, sus espíritus, sus mentes, eso solamente lo puede hacer Jesucristo, el Espíritu Santo trabajando en sus vidas y la unción de Dios en nosotros.
Un corazón generoso, un corazón bondadoso, un corazón que ejemplifique la gracia de Dios. Por eso tenemos que decir, Señor, dondequiera que hay necesidad, sea un niño, un jovencito que viene al shriners para curarse de alguna quemadura, sea con la gente deambulante, sea con familias que necesitan ayuda en alguna manera, sea estos jóvenes que van a edificar esas casa en Tijuana, sea las mil maneras en que esta congregación sirve al Señor a través del año ayudando a jovencitos a estudiar, a ir a la universidad a través de HIRC, inmigrantes que están necesitando diferentes tipos de asistencia aquí en la ciudad. Que Dios nos haga una congregación reparadora de portillos, reparadora de almas.
Que Dios nos ayude como iglesia también a este año ofrecerle a esta ciudad una alternativa que es Cristo Jesús, que las madres confundidas que no saben qué hacer con sus hijos adolescentes, que las personas quebrantadas y solitarias, que las personas que se van a ir al infierno si no reciben el anuncio del Evangelio, puedan venir acá y restaurarse, que encuentren una congregación capacitada para restaurar portillos en esta ciudad de Boston.
La última palabra que comparto con ustedes se encuentra en Ezequiel, capítulo 36, versículos 33 al 36, les dejo con esta visión del Señor para nosotros, que es una versión un poquito diferente de la misma idea que acabo de anunciar. Dice:
“…Así ha dicho Jehová, el Señor, el día que os limpie de todas vuestras iniquidades haré también que sean habitadas las ciudades y las ruinas serán reedificadas…”
Usted ve lo interesante que eso, esa equivalencia que yo digo, porque este mensaje está en dos partes. La primera parte somos nosotros que tenemos que comenzar con nosotros mismos, pidiéndole al Señor que nos limpie a nosotros primero, que trabaje nuestro corazón, que lime nuestras asperezas, que sane nuestras heridas personales, nuestras deformaciones de carácter. Dice:
“… el día que os limpie de todas vuestras iniquidades haré también que sean habitadas las ciudades y las ruinas serán reedificadas…”
Yo les digo, hermanos, el día que nosotros comencemos a purificarnos más y más, el día que nosotros nos dejemos trabajar más y más, que nuestras prioridades estén en el lugar correcto como congregación, ese día Dios va a hacer un milagro grande en esta región. El día que León de Judá se entregue más y más al Señor y se comprometa más y más con Dios, ese día vamos a ver la gloria de Dios manifestarse sobre esta ciudad.
Y según Dios vaya trabajando en nosotros, porque yo creo que lo que pasa, hermanos, es que cuando la iglesia de Jesucristo deja de cortar la hierba, la hierba crece y vienen las alimañas, viene la maldad. El problema con esta ciudad y con estas regiones de Nueva Inglaterra no es en realidad la gente, no es en realidad el mal, es que la iglesia de Jesucristo no ha hecho su trabajo, es que el pueblo de Dios ha bajado la guardia y ha dejado de ser el pueblo de Dios. Pero cuando un pueblo decide vivir conforme a la palabra del Señor y decide vivir como misioneros, como reyes y sacerdotes en una ciudad, en una región, el poder del Reino de Dios acude a ese pueblo y lo bendice y lo constituye en una fuente de restauración y de bendición y de vida.
Entonces lo primero que tenemos que hacer es eso, que Dios nos limpie a nosotros y entonces él hará que sean habitadas las ciudades y las ruinas serán reedificadas. “…Y la tierra azolada será labrada en lugar de haber permanecido azolada a los ojos de todos los que pasaron…”
Usted sabe que esta región de Nueva Inglaterra hace muchos años atrás, siglos, fue la cuna del Evangelio. Fue aquí en Massachusetts donde nació el Evangelio para esta nación, donde vinieron los puritanos en el año 1620 a establecer una colonia. Vinieron de Europa, de Inglaterra y de Holanda a lo que era simplemente América, ni siquiera se llamaba América en ese tiempo, para establecer una comunidad que pudiera vivir conforme a los valores del Reino de Dios. Ellos vinieron aquí buscando libertad espiritual para vivir la vida que ellos sabían que tenían que vivir como hijos de Dios. En Inglaterra no les permitían vivir su fe como ellos creían que debían vivirla. Entonces vinieron acá, lo dejaron todo, sacrificaron todo para venir a esta nación a establecer una comunidad que fuera una vitrina al Reino de Dios.
Eso fue lo que animó a esos primeros inmigrantes ingleses que vinieron aquí a esta nación. Durante siglos esa visión de ellos animó y alimentó y fundamentó esta nación hasta que se convirtió en la nación más poderosa de la tierra, una nación respetada, una nación que nunca fue perfecta pero que amaba a Dios y temía a Dios en su mayoría. Cometían muchos errores, pero la ley de la tierra era el temor de Dios y el temor de la palabra de Dios y había respeto a las cosas del Señor y el gobierno reflejaba en muchos sentidos el temor a Dios.
Pero la iglesia de esta nación bajó la guardia, se dejó hipnotizar por las doctrinas de error que venían de Europa acerca del cristianismo y perdió su poder y perdió su unción. Y esta área que era un jardín espiritual hoy en día es un desierto espiritual, donde reina el intelectualismo, el racionalismo, el secularismo, donde las iglesias son mínimas, donde la herejía se predica desde una cantidad muy grande, por lo menos, de los púlpitos de esta región de Nueva Inglaterra, desde Maine hasta Connecticut es un desierto espiritual. Pero ¿sabe qué? No tiene que ser así para siempre, hermanos, yo creo que Dios todavía puede restaurar esta región y nosotros podemos ser parte de ese esfuerzo restaurador.
Nosotros podemos tomar los portillos de la espiritualidad de Nueva Inglaterra y esta comunidad de inmigrantes puede ser un recurso para el Reino de Dios y podemos bendecir a los gringos de Maine y a los afroamericanos de Boston y a los asiáticos de China Town, y ser de bendición para nuestra propia comunidad latina. Amén.
Podemos ser reparadores de portillos y entonces al nosotros bendecirnos y cambiar nosotros y constituirnos en verdaderos canales del poder de Dios, dice el versículo 35: “… y dirán, esta tierra que era azolada – en otras palabras, esta tierra de Nueva Inglaterra, esta ciudad de Boston que era un desierto espiritual – habrá venido a ser como huerto de Edén. Y estas ciudades que eran desiertas y azoladas y arruinadas estarán fortificadas y habitadas.”
Qué visión más linda para nosotros ser parte de ella. “…Y las naciones que queden en vuestro alrededor sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado y planté lo que estaba desolado, yo, Jehová, he hablado y lo haré…” gloria al nombre del Señor. Amén.
Dios está comprometido, hermanos, no me queda la menor duda de que los mejores años de esta congregación están por delante de ella. Dios la va a usar en maneras extraordinarias pero se requiere un pueblo que sea cada uno de nosotros una columna de esa maquinaria poderosa que estará avanzando como el Reino de Dios para bendecir esta región.
¿Dónde están tus prioridades? ¿Dónde están tus valores? ¿Para qué tu vives? ¿Quién eres? ¿Eres tu una persona simplemente que vive para que tu cuenta de banco crezca y para tener un retiro miserable cuando llegues a los 65? ¿O quieres tu que tu vida haga diferencia? Quieres ser tu un reparador de portillos. Cuando tu te vayas, que haya dos o tres vidas que reflejen tu vida generosa aquí en la tierra.
Yo prefiero una visión así mil veces a la visión de estar amontonando moneditas simplemente para morirme después y no dejar ninguna diferencia en el mundo. Yo quiero que esta congregación haga una diferencia en la ciudad de Boston, que seamos conocidos como una congregación reparadora de portillos y que tu vida también refleje ese valor y que la gente te conozca a ti como un reparador de portillos. Dondequiera que tu estés tu traes la luz del Reino de Dios contigo. Amén. Y que tu seas reconocido como un recurso para el Reino de Dios. Ese es nuestro llamado en esta mañana, reparadores de portillos como iglesia y como individuos. Que el Señor te bendiga.
Vamos a bajar nuestras cabezas o ponernos de pie un momento. O mejor levante su cabeza, Padre, danos sabiduría, danos unción, danos entendimiento, danos poder, danos autoridad, derrama tu espíritu sobre nosotros, Señor, sobre esta congregación, derrama el poder de tu espíritu, Padre. Que este año sea un año de evangelismo, que este año sea un año de conquista, Padre, que este año sea un año de restauración como nunca, que este año sea un año para nosotros ser sal de la tierra y luz del mundo, Padre.
Que este año Congregación León de Judá brille en la ciudad de Boston, no para nuestra gloria sino para gloria exclusiva del Dios al cual servimos y de su Hijo Jesucristo. No a nosotros, Señor, sino a ti sea la gloria. Queremos vivir para ti, queremos ser recursos en tus manos, Señor, purifícanos, límpianos, prepáranos, ahueca todo lo que tenga que ser arrancado de nuestros corazones, Padre, todo lo que sea carnal, humano, terrenal, egoísta y anos un corazón noble y generoso para bendecir esta ciudad, bendecir nuestra comunidad, bendecir a los que están alrededor de nosotros, Señor.
Y que la gloria tuya se manifieste en este lugar. Te adoramos y te bendecimos, Padre. Te damos gracias Señor Jesús. Antes de terminar siento del Señor hacer una pequeña… hay una pareja, el hermano Fernando, ven acá rápidamente, yo sé… dile que yo te di permiso para que abandones la cámara un segundo, pero ven por acá un momentito. Tu has dicho que vas a ayudar a una pareja, que estás levantando fondos para su hijita que necesita una ayuda. Quiero animarlos si alguien quiere dejar una ofrenda esta mañana, los hujieres si pueden poner allá un par de cestos en una mesita para que si alguien quiere dejar algo, una pequeña ofrenda para favor de ellos.
Dime rápidamente. Tengo un par de amigos chilenos, de mi patria, ellos están en una necesidad en este momento que una de sus niñas está con un problema de un trasplante de pulmón y por efectos de seguros no se ha podido realizar. So, hay necesidad de conseguir una equis cantidad de dinero para poder realizar esta operación. Esta niña está en este momento en un hospital respirando con ayuda de máquinas. So, luego se los puedo presentar, vamos a pararnos un rato ahí atrás y puede el que siente en su corazón, cooperarnos. Amén.
Una manera de ser reparadores de portillos es una forma que Dios nos da. Hay dos cosas que vamos a tener allá. Van a estar los hermanos, creo que es hoy, de Alfa? Van a estar proveyendo algo para esa construcción de una casita en Tijuana y también podemos bendecir a esta familia con una ofrenda, si usted siente en su corazón y sino el domingo que viene puede dejarla en un sobrecito y destínela a eso, que sea claro que es para eso y podemos ser de bendición.
Pero son formas simbólicas, lo que quiero es que en esta mañana Dios nos da la oportunidad y si podemos bendecir de esa manera, gloria a Dios, y poner en obra lo que estamos haciendo.
Padre, en el en el nombre de Jesús abrazamos esta visión. Gloria que Dios, abrazamos esta visión en el en el nombre de Jesús. Nosotros creemos que tu constituyes nuestra iglesia para gloria exclusiva de tu nombre, como una congregación reparadora de portillos, una congregación que bendice a los demás, una congregación generosa con sus bienes, una congregación que nos vamos a dejar trabajar por ti, Espíritu Santo en nuestro carácter, nuestro temperamento, nuestra forma de ser, porque queremos que tu nos puedas usar como instrumento tuyo y para eso sabemos que tenemos que limpiar nosotros mismos primeramente para que tu entonces puedas usarnos como tu quieres. Nos santificamos, queremos santificarnos, Señor para ti y para tu gloria, y queremos ser un pueblo de buenas obras en todas esas dimensiones que hemos mencionado en este día.
Gracias por lo que ya tu has permitido que nosotros logremos en este ciudad y por todo lo que tu has hecho y por todo lo que creemos que tu has de continuar haciendo en el futuro, Padre, desde ya anticipadamente te damos gracias. Y este sermón, Señor, esta palabra lo abrazamos como el llamado de Dios para nuestras vidas y creemos que veremos esta visión realizarse para gloria de tu nombre, en el en el nombre de Jesús y nosotros decimos amén. Dios les bendiga, mis hermanos, que la gracia del Señor sea con ustedes.